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El nuevo primer ministro griego, Lucas Papademos, y su homólogo italiano, Mario Monti, protagonizarán buena parte de la agenda de la Unión Europea (UE) esta semana en medio de las incesantes turbulencias en la Eurozona y las intermitentes ofensivas contra las primas de riesgo de los socios periféricos de la moneda única.
Tanto Papademos como Monti tienen hoy y el martes programadas varias reuniones en Bruselas y Luxemburgo en las cuales intentarán que la Comisión Europea y el Consejo de la UE contribuyan al esfuerzo conjunto por relajar la presión en torno a Atenas y Roma y, por extensión, sobre España y otros socios periféricos del euro.
En el caso heleno, el objetivo es que el bloque comunitario desembolse cuanto antes el sexto tramo de ayudas por 8.000 millones para evitar la bancarrota en diciembre, según la fecha límite apuntada hace días por el ministro griego de Finanzas, Evangelos Venizelos.
Papademos deberá convencer al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y al del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, de que Atenas está decidida a seguir en la senda de más ajustes a cambio de ese sexto tramo de ayudas del primer rescate al país, aprobado en mayo de 2010 por Bruselas y el FMI por 110.000 millones.
Tendrá además que negociar los detalles del segundo rescate europeo, tasado en otros 130.000 millones, que incluye la quita del 50% de la deuda griega en manos de la banca. En realidad, el viaje de Papademos también servirá para restablecer la confianza perdida de Bruselas y del eje Berlín-París en Atenas, después de que Papandreu anunciara la convocatoria de un referéndum sobre las condiciones del segundo rescate a Atenas, y después diera marcha atrás.
Mientras tanto, Monti, ex comisario europeo de Competencia, transmitirá a Europa un mensaje de responsabilidad del nuevo Ejecutivo italiano en relación con la firme voluntad de Roma para acometer las reformas estructurales exigidas por Bruselas, que tiene al país, junto al FMI, bajo estrecha supervisión.
Van Rompuy, y el comisario de Economía de la UE, Olli Rehn, confían en que Italia hará todo lo necesario para reducir la abultada deuda pública del país, de 1,9 billones de euros. La UE, aseguró el belga la pasada semana, "tiene plena confianza en la capacidad de Italia de superar su actual situación". "Esperamos que se suavice la tenaza europea sobre Italia. Monti confía en que la UE relaje un poco la supervisión que ejerce sobre el país", apuntaba ayer La Repubblica.
El periódico de izquierdas se refería a la situación excepcional que vive Italia, la tercera economía de la Eurozona, tras Alemania y Francia, y miembro destacado del G8, cuya economía está bajo la lupa de la troika internacional integrada por expertos de la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo (BCE), debido a las desbocadas cuentas públicas del país transalpino.
En la prolongada agenda de la crisis de deuda soberana en la Eurozona se mira el calendario con ansiedad, donde destacan tres fechas: el Eurogrupo del próximo día 29 (17 socios) y el posterior consejo de economía de los 27 (Ecofin) al día siguiente. Por último, la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del próximo 9 de diciembre, si no surge antes ningún otro sobresalto.
La UE debe definir cómo hará para reforzar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), el fondo de rescate al euro, dotado hasta la fecha con 440.000 millones de euros, y que deberá alcanzar una capacidad de fuego de hasta un billón, en caso de que socios grandes, como Italia o España, tuvieran que recurrir a una asistencia urgente.
Dado que el BCE no parece dispuesto a ejercer funciones de bote salvavidas de los socios de la Eurozona en turbulencias comprando deuda de aquellos que estén bajo amenaza -como fue el caso esta semana con España, con cual contribuyó a que se redujera la presión sobre la prima de riesgo- es prioritario que ese instrumento esté listo, como muy tarde, para diciembre.
A pesar de que los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 decidieron en la última cumbre de Bruselas de finales de octubre reforzar el FEEF, dejaron la parte más peliaguda, los flecos jurídicos, a sus ministros de Economía y Finanzas, que ahora deberían aportar soluciones para las próximas citas del día 29 y 30.
Los ministros trabajan contrarreloj con dos hipótesis principales: avalar hasta un 30% de emisiones de deuda soberana de un país (con una garantía europea en caso de pérdidas) o lanzar un programa para captar fondos fuera de la UE (quizás en algunos de los países emergentes, Brics), o entre entidades privadas para la compra directa de títulos en los mercados.
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