Noviembre, el mes de los pensionistas
Desde hace décadas, los meses finales de cada año vienen marcados, financieramente hablando, por ser el foco, por parte de los ahorradores, de aportaciones a distintos sistemas de previsión que, además de ayudarnos a conseguir el deseado retiro dorado, alivian, en la medida de lo posible, nuestra factura fiscal del ejercicio que ahora termina.
Es cierto que los importes se han reducido bastante con los últimos cambios normativos, pero aún quedan algunas opciones para aprovechar el beneficio que suponen estas aportaciones.
Actualmente, Hacienda permite una desgravación máxima de 1.500 euros anuales, ampliables en otros 1.000 euros a favor del cónyuge, siempre que concurran determinadas circunstancias. Más favorable resulta la normativa en el caso de personas con discapacidad, donde es posible realizar aportaciones de hasta 24.250 euros anuales.
Los hijos del baby boom, comprendido especialmente entre los años 1958 y 1975, y el descenso generalizado de la natalidad en los años posteriores como tendencia que ha llegado para quedarse, han convertido el debate de las pensiones en un tema candente que, más allá de cuestiones políticas, requiere de la contribución de todos los agentes implicados, en especial del propio ahorrador, para su sostenibilidad en el tiempo.
La cuestión ha dejado de ser si habrá pensiones para convertirse en cuál será su alcance. Actualmente hay en España 11 millones de pensionistas y 21 millones de trabajadores activos y, para 2050, las previsiones demográficas apuntan a 16 millones de pensionistas y un máximo de 28 millones de personas en edad de trabajar. Estos números se evidencian como insuficientes para mantener un sistema de pensiones como el que conocemos en la actualidad.
Es justo en este punto en el que cabe remarcar la importancia de contemplar estas y otras muchas variables ―las circunstancias personales de cada ahorrador/inversor, su nivel de vida, o el diferencial esperado entre ingresos recibidos por el sistema y los necesarios para mantener su nivel de vida― como un buen punto de partida al elaborar una planificación financiera.
Hay que tener claro que habrá tantas posibles soluciones como perfiles de clientes y que la paciencia, la disciplina, el ahorro periódico y una hoja de ruta clara que nos haga superar los momentos difíciles en los mercados, así como el acompañamiento de un profesional que vaya de la mano con nosotros en todo el proceso, serán elementos clave para poder conseguir nuestros objetivos.
Por último, y como elemento determinante para obtener unos resultados óptimos a largo plazo, no podemos olvidar la importancia del factor tiempo en la gestión de nuestros ahorros, especialmente cuando hablamos de horizontes temporales largos como los que implica la jubilación. Empecemos cuanto antes a ocuparnos de ello y hagamos que el tiempo juegue a nuestro favor.
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