Análisis
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El ex presidente de Caixa Catalunya, Narcís Serra, ha afirmado que pocos meses después de tomar las riendas de la entidad advirtió que la caja "no gozaba del estado de salud" que le presuponía, ya que tenía un alto ratio de morosidad y una elevada cartera de crédito problemático.
Narcís Serra ha comparecido en la Comisión de Economía del Congreso, donde ha dado cuenta de la gestión que realizó durante los cinco años que estuvo al frente de Caixa Catalunya, entre los años 2005 y 2010. Serra ha aclarado que sólo presidió la nueva Catalunya Caixa de forma transitoria, por lo que su relato se ha ceñido a los acontecimientos acaecidos hasta la fusión de las cajas de Catalunya, Manresa y Tarragona, que dio lugar a la entidad ahora nacionalizada.
El exministro socialista ha declarado que al acceder a la presidencia de Catalunya Caixa, en marzo de 2005, antes del inicio de la crisis, fue conociendo las características de la entidad y comparando sus cuentas de resultados con las de otras cajas.
"Llegué a la conclusión de que la entidad no gozaba del estado de salud que yo suponía cuando llegué a ella y que era absolutamente necesario dar un giro a muchos aspectos de gestión de la entidad, incluido un cambio de dirección de la misma", ha manifestado.
Serra, que ha subrayado que su función en Catalunya Caixa no era ejecutiva, sino institucional, de acuerdo con la ley catalana de cajas, mantuvo una primera ronda de reuniones con la Generalitat y la Diputación de Barcelona con el fin de transmitirles la necesidad llevar a cabo un cambio en la dirección de la entidad.
Sin embargo, por el ambiente de bonanza económica que imperaba en aquellos momentos, las dos instituciones "consideraron que los problemas podían tener solución sin reformas drásticas". Además, el Banco de España realizó por aquel entonces una inspección de la caja, por lo que Serra consideró "más prudente" esperar a estos resultados antes de emprender cualquier cambio.
En enero de 2007 llegaron los resultados de esta inspección, que detectó un déficit de 22,3 millones en provisiones específicas, una cifra "poco relevante", teniendo en cuenta el tamaño de la entidad. La cuestión es que temporalmente se "debilitaron" los argumentos de Serra a favor de impulsar un proceso de cambio. No obstante, en agosto de 2007 se produjo la quiebra de Lehmann Brothers en Estados Unidos y rápidamente se extendió la crisis al resto de Europa. A raíz de ahí, la tasa de morosidad de Catalunya Caixa creció de forma más acelerada que la del sector, lo que le llevó a plantear de nuevo la necesidad de remodelar la dirección de la caja.
"Logré impulsar el cambio de dirección sin estridencia alguna, de forma voluntaria por parte del director y con el acuerdo unánime del consejo de administración", ha apuntado. El entonces director general de Caixa Manresa, Adolf Todó, actual presidente de Catalunya Caixa, fue la persona elegida por Narcís Serra para dirigir la entidad.
"Busqué al sustituto fuera de la entidad, era altamente recomendable que fuera una persona externa", para afrontar "sin ataduras" los cambios necesarios. Según ha dicho, el nuevo equipo directivo imprimió rápidamente un cambio de ritmo y de enfoque a la entidad y confeccionó un informe de urgencia sobre la situación de la caja, que tenía los niveles de morosidad, solvencia y rentabilidad como principales debilidades.
Las medidas impulsadas por la nueva dirección comportaron mejoras en muchos ámbitos, pero no en la morosidad, que siguió subiendo hasta situarse en el 7,65 %, frente al 4,7 % de media del sector, fruto, ha apuntado Serra, de los créditos dudosos concedidos antes de su llegada a la entidad. Ante esta situación, Serra planteó al Banco de España la necesidad de recapitalizar la entidad con 3.000 millones de euros, para fortalecer el ratio de solvencia.
Sin embargo, meses más tarde el Gobierno aprobó el real decreto ley por el cual desarrollaba el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y planteaba la recapitalización de aquellas entidades que iniciaran procesos de fusión.
"Ello nos llevó a ser la primera caja de ahorros en afrontar un proceso de fusión. Era la única vía para cortar el proceso de deterioro de la entidad", ha detallado. Caixa Catalunya, Caixa Manresa y Caixa Tarragoga acordaron fusionarse y solicitar al FROB 4.500 millones, aunque la UE autorizó una recapitalización máxima de 1.250 millones. "Pero no hubo otro remedio que aceptar el recorte impuesto", ha remarcado.
Antes de la aprobación definitiva de la fusión, Nacís Serra ya anunció su intención de dejar la presidencia de Caixa Catalunya. En primer lugar, porque el Banco de España había expresado la necesidad de profesionalizar la dirección de las entidades financieras, y en segundo lugar porque su permanencia, ha apostillado, hubiera dado una imagen de continuidad que no convenía a la nueva entidad.
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