El parqué
Caídas ligeras
Justo hace dos años, el 25 de febrero de 2020 Sevilla era testigo de una protesta histórica: miles de agricultores y ganaderos cortaban cuatro de las cinco vías principales de la provincia. Era la culminación de manifestaciones y acciones casi diarias en distintos puntos de Andalucía y España. La pandemia llegó y aquella rebelión quedó aparcada. Este viernes volvió a resurgir.
Unos 15.000 productores y 500 tractores, según los organizadores, y 4.500 y 85 tractores según la Policía, marcharon por las calles de Sevilla bajo el lema La agricultura y la ganadería, una cuestión de Estado, para alzar la voz por los mismos problemas que les habían llevado a la calle hace dos años. Es decir, los bajos precios a los que venden sus productos, los altos costes de producción, la competencia desleal de otros países y la subida del salario mínimo. Pero, encima, esta vez se añaden nuevas cuestiones, que entonces estaban más en segundo plano o no existían.Por ejemplo, la sequía –que lleva cinco años golpeando al secano y a la ganadería extensiva y que ya ha conducido a recortes presentes y futuros de agua en el regadío– y la reforma laboral, que obliga a los productores a hacer fijos discontinuos a sus empleados. Estos prevén un auténtico caos a la hora de aplicarla. “Si yo necesito contratar un talador y al primero que tengo que llamar es a un tractorista, ¿cómo lo contrato si no sabe hacer las funciones de un talador”, ejemplificaba un agricultor ayer sobre este asunto.
Y aquí no acaban los problemas, porque hay uno específicamente andaluz. Y que es lo que, probablemente, ha motivado que las organizaciones andaluzas no esperen al 20 de marzo, cuando el campo a nivel nacional se ha citado para manifestarse Madrid. Se trata de la reforma de la Política Agraria Común (PAC), que, según las organizaciones convocantes, Asaja, COAG y Cooperativas Agro-Alimentarias, supondrá un recorte de 450 millones de euros para los agricultores y ganaderos andaluces, que en gran parte irán a parar a otras regiones. Este asunto es lo que ha hecho que UPA se desmarque de la protesta, al considerar que, aunque haya reducción de la partida que llega a Andalucía, al final serán beneficiados los agricultores pequeños en detrimento de los grandes. Recordemos que en esencia, el Plan Estratégico del Gobierno de Luis Planas acelera la convergencia entre los productores con más derechos (que han sido los que han venido cobrando más por un histórico de producción en el pasado) y los que tienen menos. La reforma de la PAC fue uno de los asuntos que más estaba en el ambiente en una manifestación en la que estuvieron presentes agricultores de todas las provincias, pero sobre todo de Sevilla, Cádiz y Jaén. Antonio, olivarero de Estepa, explica de forma gráfica qué sucede con la PAC: “Hay otros sectores, y también dentro del aceite, que producen menos por el tipo de terreno y por cómo trabajan. Y nos quieren quitar a nosotros para darles a ellos. Es como si a un buen estudiante le bajan la nota para compartirla con el que no estudia”. Los contrarios a la reforma defienden, en esencia, que han demostrado ser más productivos y han realizado inversiones muy fuertes como para que ahora se produzca una convergencia tan brusca. Virgilio Castellano, un productor de aceite de Jaén, asegura que la reforma supone un “hachazo impresionante” que llevará a perder el 50% de los fondos a muchos agricultores de la provincia. “El sobre que viene de europa lo ha genterado Jaen (por ese histórico de producción); se trata de un derecho histórico como el que tienen Pais Vasco y Navarra”, afirma.
En este ambiente, la marcha –acto central de un paro general en toda Andalucía– arrancaba alrededor de las 11:30 horas de la explanada del Estadio Benito Villamarín de Sevilla –algo más de una hora después del horario previsto para esperar la llegada de personas que venían de otras provincias– para iniciar un recorrido por la Avenida de la Palmera que concluyó pasadas las 14:00 ante la sede de la Delegación de Gobierno, en la Plaza de España.
Los agricultores demandan “soluciones reales” a sus problemas que impliquen a distintas administraciones y a distintos ministerios en el seno del Gobierno. “¿Cuándo se va a enterar este Gobierno y todos los que tengan que venir que el sector agrario es fundamental? Nosotros ya no queremos ni ayudas, queremos que nos dejen en paz. Queremos que nuestra actividad valga, y que lo que producimos salga adelante”, resumía en su intervención el portavoz de Asaja Andalucía, Eduardo Martín. Las medidas pasan por garantizar precios justos en origen, ayudas para paliar la subida de los los costes de producción, un control exhaustivo y reciprocidad sobre las importaciones de terceros países, corregir el Plan Estratégico de la PAC y una política hídrica consensuada acompañada de inversiones.
Manuel Lara, olivarero de Aguadulce, señala a los tractores que se preparan para salir a la Avenida de la Palmera. “Uno de esos vale 83.000 euros, una pasta. Y echarle gasóil cuesta 93 céntimos el litros, con un consumo de 60 litros al día”. Para hacernos una idea, eso es seis veces más de lo que consume un turismo. La subida brutal de los costes de producción, no solo del combustible, sino de todo (piensos, electricidad, herbicidas, productos fitosanitarios) ha acabado de machacar a muchos productores, hasta a los que estaban más o menos bien. “En el caprino de leche ahora tenemos buenos precios –afirma Juan Carlos Cabral, presidente de la Cooperativa Solidaridad de Cabreros, de Trebujena– pero resulta que se gana menos dinero que antes, cuando estaba barata”.
El del caprino, presisamente, es uno de los sectores más afectado por la reforma de la PAC. En modelos anteriores se le habían designado unos derechos especiales a determinada ganadería sin base territorial, que ahora desaparecen.
Manuel Lara, olivarero de Aguadulce, asegura que la PAC traerá también un drama al campo del que muchos no son conscientes. “Van a hacer que los mayores que cobran su pensión no puedan recibir la PAC. O tienen la PAC o la jubilación. No puedes ser empresarios”, afirma. “Esta gente no es consciente, no saben que se les va a quitar”, añade Manuel Martos, también olivarero de Aguadulce. La sequía es otro lastre. “Mi producción es de secano, y el año que viene no tiene futuro; todo esta seco, complentamente, el año que viene, aceituna cero. La sequia nos machaca”, asegura Manuel Lara Pero el tema estrella es el de los precios. “No queremos la PAC sino que lo que produzco valga dinero”, señala Lara. “Llevamos años con los mismos precios, y a veces por debajo de costes. Eso nos da mucha inseguridad. Te la juegas para perder. Hay años que he tenido pérdidas. Si hay una gran producción puede haber rentabilidad, pero si es media-baja, has invertido para cambiar dinero”, afirma Antonio, olivarero de Estepa.Esta tormenta que cae sobre el campo hace que los hijos no quieran heredar el trabajo del padre. “He tanteado a uno de mis hijos, que está estudiando, y me ha dicho que no tiene idea de dedicarse a esto. Tal y como estamos, ¿quién va a querer hacerlo”.
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