Análisis
Santiago Carbó
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Grupo Mox, la empresa sevillana de reparto de última milla (dentro de las ciudades), continúa su proceso de expansión exponencial. Prevé facturar 15 millones de euros este año, frente a los 2,5 de 2018; terminará el ejercicio con más de mil trabajadores (en julio del año pasado tenía 200), que a diferencia de empresas similares son asalariados; y tiene casi cerrada una nueva ronda de inversión de tres millones de euros –el año pasado ya captó dos millones– en la que han entrado varios inversores europeos y la empresa Just Eat, que ya el año pasado dio un gran empujón a Mox con un contrato de diez millones que le permitió extenderse en el norte de España. Este fuerte impulso va acompañado de cambios en la propia organización de la empresa, con el objetivo de fortalecer la estructura.
Así, Jaume Boada –hasta ahora country manager de Tiller– pasa a ser el CEO en España. Gregorio López, fundador y principal accionista, dirigirá el grupo a nivel global y se ocupará más de la captación de inversiones y la estrategia general que del día a día de la gestión.
La elección de Boada tiene que ver con el hecho de que “es un perfil muy enfocado a las ventas”, afirma Antonio Valenzuela, que era director de Operaciones y ahora será el responsable de Nuevos Negocios. La atracción de nuevos clientes –acaba de entrar Burger King, que se suman a Seur, El Corte Inglés, Just Eat o Uber Eats, entre otros– es el objetivo para 2020, para el que se prevé una facturación de 30 millones y una nueva ronda de inversión de 15 millones.
En ese afán por estar preparado para otro salto, Mox ha creado un departamento comercial y ha apostado por la tecnología. Ha fichado al ex director tecnológico de Glovo, Dimitry Skorinko, para desarrollar una aplicación que optimice las rutas y la gestión de los repartidores. Aunque sigue manteniendo la sede en Sevilla, Mox se ha llevado a Barcelona tanto la parte de ventas como la tecnológica. “Los desarrolladores están allí, aquí no se dan las condiciones, por desgracia –afirma Valenzuela–; el mercado está en Madrid y Barcelona: en Madrid hay más empresas y en barcelona se concentra el ecosistema de startups”.
La diversificación hacia otros negocios y la expansión internacional también están en la agenda. La empresa ha creado Driver Jobs, firma de recursos humanos y selección de repartidores. No sólo está pensada para surtir de personal a Mox sino para dar servicio a otras empresas de última milla, a la espera de que se dilucide la cuestión judicial de trabajadores de firmas como Glovo.
A final de septiembre iniciará las operaciones en Italia, en Milán, y para ello ha creado la filial Mission Box Italia con un CEO al frente, Boutros Lama. El año pasado abandonó México y Portugal, donde estaba implantada, pero prevé retormar sus operaciones en el país vecino. La idea es crecer allí con estructura y con un volumen mayor de pedidos.
Mox se diferencia de otras firmas del sector en varias cosas.Los repartidores son asalariados, a tiempo parcial y más o menos un 30% indefinido. Esa estricta legalidad hace que grandes empresas prefieran a Mox por una cuestión de imagen. Tampoco vende nada ni usa su imagen en el reparto; sólo se centra en llevar algo de un punto a otro. En el futuro, sí venderá comida y para ello ya prevé abrir cocinas ciegas, restaurantes no abiertos al público y dedicados al reparto a domicilio.
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