Luis Calabozo, director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil)
“Los productores de leche necesitan modernizarse para garantizar el aprovisionamiento”
Rogelio Velasco Pérez | Consejero de Economía, Conocimiento, Empresas y Universidad
SEVILLA/El estado de alarma no ha reducido la actividad del consejero de Economía, Conocimiento, Empresa y Universidad. La tecnología le está permitiendo tener múltiples contactos con diferentes sectores económicos de Andalucía, atento a las necesidades imperiosas que ha creado la pandemia y la crisis económica que genera el frenazo en seco que se ha obligado a dar a todo el tejido productivo. En esta entrevista, realizada por videoconferencia, Velasco avanza el amplio retroceso que sufrirá el Producto Interior Bruto andaluz y analiza las medidas adoptadas, tanto desde la Junta como desde el Gobierno de España.
–Uno mira el mapa del Covid-19 en Andalucía, y aunque haya casi diez mil contagiados y más de 650 fallecidos, la situación sanitaria es mejor que en el conjunto de España. ¿Hay riesgo de que esa ventaja no se dé en las consecuencias económicas y la pandemia pase una gran factura a los andaluces?
–Efectivamente, Andalucía tiene, como otras comunidades autónomas, su especialización productiva. Y por tanto, va a ser especialmente castigada por el elevado peso que tiene, en torno al 13% del PIB, el sector turístico. El negocio turístico está bajo mínimos y van a tener que transcurrir varios meses hasta que la pandemia no sólo desaparezca desde el punto de vista médico, sino hasta que los turistas, nuestros clientes, ganen confianza en que pueden venir a Andalucía porque se ha erradicado la enfermedad y se pueda tener un comportamiento en libertad: ir a restaurantes, pasear por las playas, bañarse, etcétera. La psicología es importante. La gente tiene miedo. Por eso no podemos esperar que el sector pase de cero a cien en pocos días.
–Máxime cuando la prioridad en los países emisores no va a ser salir de vacaciones una vez que acabe su propio confinamiento, ¿no?
–Efectivamente. El turismo se ha convertido en un bien normal, en el sentido de que, si se incrementa la renta o se reducen los precios, la actividad turística crece. Pero en una situación como ésta pasan a primer plano las cuestiones sanitarias y la reacción, como mecanismo preventivo, va a ser quedarse en sus países de origen. Porque ahí se van a sentir más seguros. Aunque la situación no sea allí tan buena como en Andalucía. Debemos tener paciencia. Y desde luego la Consejería de la que depende el turismo y que lidera Juan Marín está preparando, para cuando sea el momento oportuno, llevar a cabo potentes campañas de publicidad y de marketing, para tranquilidad de nuestros clientes, tanto turistas españoles como extranjeros, de manera que poco a poco vayan volviendo.
–¿Cree que el turismo nacional puede recuperarse antes?
–Creo que sí. Por poner un ejemplo, el turismo de madrileños en las playas andaluzas supone la llegada de cientos de miles de personas, desde la costa de Huelva a la de Almería, pasando por la de Cádiz o Málaga. Andalucía no deja de ser su casa: la misma cultura, comida; el hecho de que muchos tienen viviendas o son clientes de hoteles que ya les son familiares. Y tienen asegurada la atención sanitaria. Estoy seguro de que el turismo nacional volverá a las playas este verano con bastante afluencia. Va a tardar algo más de tiempo que suceda lo mismo con el turismo británico, alemán o de otros países.
–¿Con el nuevo estado de alarma hasta el 26 de abril, que el Gobierno no oculta que podría prolongarse hasta principios de mayo, estamos ya en el escenario más negativo que la Consejería había previsto?
–Nosotros estamos siguiendo los métodos de previsión de la propagación del coronavirus estándares. Con las mejores técnicas estadísticas que nos permiten prever cómo van a evolucionar el número de nuevos infectados, los que ingresan en las UCI, los que fallecen y aquellos que se curan. Que son los cuatros estadíos finales. Es la misma tecnología que se sigue en Italia o Francia. Parece, con la cautela necesaria, que hemos alcanzado una meseta, un tope, y que poco a poco va a ir reduciéndose, pero advirtiendo siempre que pueden surgir sorpresas, repuntes episódicos. Queremos transmitir un mensaje optimista, de apoyo a todos los andaluces, pero sin anticipar acontecimientos demasiado.
–Me refería más a la previsión de impacto económico.
–Desde el primer momento, con los datos que están disponibles, estamos realizando previsiones para el conjunto del año. Los primeros datos estadísticos oficiales que hemos tenido son los referentes, por un lado, al paro registrado, y por otro, a las afiliaciones a la Seguridad Social. Sabemos que son muy malos datos, con un impacto brutal sobre el empleo. Pero querría matizar que con los datos de paro registrado no es riguroso hacer un análisis del mercado de trabajo. Debemos esperar unos días más a que se publique la Encuesta de Población Activa , que es mucho más rica en datos. En segundo lugar, los datos se refieren a un trimestre y el desglose nos enseña que el daño está muy centrado en la segunda quincena del mes de marzo. Tenemos que esperar todo abril, mayo y junio para tener datos sólidos de un trimestre que indiquen una tendencia clara. Con los datos disponibles, hemos actualizado las previsiones y dibujamos dos escenarios...
–En el más negativo, cifraron de inicio en una caída del 6%, ¿no?
–Como hemos actualizado los datos, ahora en el peor escenario, el PIB se reduciría en el 4,8%. En el mejor escenario, lo haría en un 3,1%. Básicamente, la diferencia entre uno y otro es que cuando empiece la etapa de recuperación, en el mejor caso, el crecimiento del PIB va a permitir recuperar en buena medida lo perdido en el primer semestre, y en el peor, en el segundo semestre no se recuperaría en gran medida lo perdido en el primero.
–¿No influye la duración?
–Para simplificar el análisis, suponemos que el estado de alarma dura un mes y medio. Y partir de que se levante, la economía empezará a crecer y empezar a recuperar las peores seis semanas, que previsiblemente finalizarán el 26 de abril.
–Pero el Gobierno ya avisa que va a prorrogarlo hasta mayo. ¿Estaríamos ante un escenario aún más negativo?
–Efectivamente. Si la industria no se pone marcha, impactará más en el conjunto del PIB del año.
–¿Qué opinión le merecen las medidas económicas del Gobierno central?
–En conjunto estamos de acuerdo con la mayoría de la decisiones y en algunas tenemos acciones paralelas. Por ejemplo, los avales. El Gobierno los concede a través del ICO para facilitar a las empresas, y eso es fundamental, acceder al mercado crediticio y los bancos tienen fuerte estímulo porque el Estado avala casi la totalidad del préstamo. Nosotros hemos lanzado dos líneas de avales. Una que va a manejar Garántia, dotada con 36 millones, y otra a través de la agencia Idea que tendrá 20 millones. Con esos 56 millones queremos movilizar un volumen de préstamos de 600 millones. En eso estamos alineadas ambas administraciones. No hay colores políticos. Nos importa la eficacia. Nosotros aplaudiríamos una medida del Gobierno central que permitiese el aplazamiento del pago de los principales impuestos estatales. Sí echamos de menos una apuesta mayor del Gobierno en el mantenimiento de las rentas tanto de trabajadores despedidos como de autónomos. El Consejo de Gobierno aprobará en unas ayudas de la Consejería de Empleo para autónomos por cese de actividad, de 300 euros cada una, que importan 40 millones de euros.
–¿Para el pago de la cuota?
–Exacto. Para aquellos que estando sin ingresos han tenido que pagar la cuota de autónomos. 40 millones para la economía de la Junta de Andalucía representa un esfuerzo importante. Y seguiremos barajando otras opciones de ayudas si se prolonga esta situación.
–¿Ha analizado el sector servicios, pero cómo se van a resentir el sector agroalimentario y la escasa gran industria andaluza?
–Hay dos líneas a seguir, tanto el de la liquidez con créditos y avales, como en el aplazamiento de impuestos, en el que el Gobierno tiene que dar un paso adelante, no para condonar pero sí para posponer pagos. Necesitamos que se concreten más las ayudas a las pymes. Nos preocupa, en el caso agroalimentario, el sector exportador: el aceite, la agricultura intensiva de Almería, la costa Tropical de Málaga y Granada o la de Huelva. El esfuerzo hecho para abrir esos canales no se puede perder. La Agencia IDEA va a respaldar para que se mantengan. Y la industria, tanto el Polo Químico de Huelva, o la industria de la Bahía de Algeciras, o la propia aeronáutica, está protagonizada por grandes empresas, con mucho músculo financiero, que son capaces de transitar mejor que las pequeñas por esta crisis. Estamos en contacto continuo y están funcionando en bastante buenas condiciones.
–¿La pandemia cambiará en algo el tejido productivo andaluz?
–Una de las cosas que ponemos como prioridad, después de salvar vidas y dotar de los mejores servicios de salud, es salvar al mayor número de empresas posible. Porque si muchas han desaparecido en la reactivación, la capacidad de crecimiento de la economía andaluza va a quedar seriamente dañada. Dicho esto, hay industrias que van a cambiar. Especialmente las que dependen de la importación de componentes del resto del mundo. Una de las debilidades que se están poniendo de manifiesto es que como consecuencia de la externalización de la s cadenas de suministros a otros países, especialmente a Asia y particularmente a China, hace que los productos que se fabrican en España o Andalucía sean demasiado dependientes del mercado asiático. Muchas compañías de todos los sectores van a ser más cautas y van a intentar que los suministros tengan mayor proximidad geográfica, incluso trasladando su producción a España o la UE.
–¿Espera una revisión de la globalización?
–Estoy completamente seguro. Ya de hecho venía cambiando por efecto de la guerra arancelaria, que afecta a todos. La globalización se estaba reduciendo. Esta crisis va a acelerar esa desglobalización.
–¿Cambiará el libre comercio?
–El comercio va a seguir siendo libre en una gran medida. Pero en algunos sectores que se consideren a partir de ahora estratégicos, y eso ya se había incorporado en las negociaciones entre EEUU y China, se reducirá el comercio mundial.
–Las causas de la Gran Recesión son muy distintas a las de esta crisis, ¿cómo evitar pese a ello se repitan las consecuencias?
–La naturaleza de estas dos crisis son muy distintas. La de 2008 era financiera, por un apalancamiento de productos financieros sobrevalorados. Ésta es por un shock de oferta externo. Todas las crisis tienen unos efectos parecidos, hundimiento del consumo y de la inversión. Cuán profunda sea la crisis y cuánto dure será clave para aminorar las consecuencias.
–¿Por eso es clave salvar empresas y, por tanto, empleo?
–El salvamento de empresas es clave porque se pierde capacidad productiva y de crecimiento. Y esa pérdida es irrecuperable.
–Y de renta también, ¿no?
–Absolutamente. Hay cosas que se van a perder irremisiblemente, otras se pueden recuperar si no dura mucho tiempo y se reactiva el consumo y la inversión.
–¿Va a frenar esta crisis la descarbonización, donde Andalucía tiene una gran oportunidad?
–No. Volverán a la normalidad tanto las iniciativas públicas como privadas de apoyo al fomento de energías renovables. Aunque pueda resentirse en el corto plazo.
–¿Por qué se precipitó la decisión de no seguir el curso universitario de forma presencial?
–Tenemos que manejar escenarios que sean realistas. No sabemos con precisión cuándo van a poder estar cien personas en un restaurante unas junto a otras o 200 alumnos en un aula magna universitaria. Hemos barajado el escenario menos optimista. Que nos permite reaccionar si mejoran las perspectivas. Además, este cambio de enseñanza presencial a on line, aun con algunas dificultades en ciertos casos, se ha hecho con una rapidez admirable. En la mayoría de los grados, está funcionando muy bien.
–¿Dónde han encontrado problemas?
–Por un lado, en los grados en los que los alumnos tienen que realizar prácticas en empresas, y eso no es aconsejable ahora. En los grados experimentales o de tecnología, hay laboratorios donde se tienen que hacer las prácticas, y ahí tenemos el problema de estar todos en un mismo espacio. Eso hay que verlo con mucho cuidado. Y barajamos incluso que si esas prácticas no pueden hacerse, que esas titulaciones acaben el curso en septiembre u octubre de forma excepcional, que tampoco es una locura, y se retrase algo el inicio del próximo curso. El sistema de enseñanza el suficientemente flexible para permitir que eso pueda darse.
–Pero anular las clases presenciales tiene consecuencias económicas también, para arrendadores de viviendas a estudiantes, residencias, etcétera. ¿Eso se ha tenido en cuenta?
–Comprendo muchos colectivos que tienen intereses específicos que intentamos mantener y apoyar. Una cosa es que se pierda temporalmente una renta de un activo y otra que una empresa se hunda y desaparezca todo. De una manera inevitable todos vamos a perder renta, pero la actividad continuará el próximo curso.
–Pero en el caso de las residencias muchas son pymes y van a tener problemas.
–Absolutamente, pero también pensamos que habrá un efecto compensatorio por el traslado de esos estudiantes al lugar de origen. Todos tenemos que arrimar el hombro de alguna manera. Lo importante es que no va a desaparecer la actividad. En septiembre, los estudiantes volverán a las universidades y los propietarios volverán a alquilar viviendas o las empresas que explotan residencias volverán a acoger alumnos para el curso 2020-2021.
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