Análisis
Santiago Carbó
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Washington/Los países del G-7, que agrupa a las economías más avanzadas del planeta, apoyaron este martes los avances hacia una unión fiscal y financiera en la Unión Europea, y prometieron "vigilar muy de cerca" los acontecimientos en la zona euro. Los ministros de Finanzas y gobernadores de EEUU, Japón, Canadá, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia analizaron en una teleconferencia la crisis por la que atraviesa la eurozona y los países europeos explicaron las medidas que se están tomando. La reunión concluyó con un escueto comunicado emitido por el Departamento del Tesoro de EEUU, país que ejerce la presidencia rotatoria del grupo, en el que no se anuncian nuevas medidas. "Los ministros y gobernadores del G-7 revisaron los acontecimientos en la economía global y los mercados financieros y la respuesta política bajo consideración, incluidos los avances hacia la unión fiscal y monetaria en Europa", afirma la nota.
El Tesoro de EEUU se limitó a agregar que el grupo "acordó supervisar los acontecimientos muy de cerca antes de la reunión del G-20 en Los Cabos", en México. En esa cumbre, de los próximos 18 y 19 de junio, los dirigentes de los países industrializados se reunirán con sus homólogos de las naciones emergentes más importantes, dentro del llamado Grupo de los Veinte (G-20). La nota del Tesoro fue uno de los pocos comentarios publicados tras la teleconferencia que celebró el grupo y que había levantado gran expectación en medio del nerviosismo por la situación del sector bancario en España y la reciente escalada de la prima de riesgo en la periferia de la zona euro.
El otro comentario público provino del ministro de Finanzas japonés, Jun Azumi, quien afirmó en Tokio que los europeos habían dado garantías de que "responderían rápidamente" para poner fin al nuevo repunte de las tensiones financieras en la eurozona. Según otras fuentes, no fue abordada la eventualidad de que Grecia abandone la zona euro, si triunfan en las elecciones del 17 de junio los partidos contrarios al plan de rescate negociado por Atenas con la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
La conferencia de los ministros de Finanzas del G-7 no figuraba en ninguna agenda hasta que el lunes la anunció de forma sorpresiva el ministro canadiense de Finanzas, Jim Flaherty. Flaherty justificó la discusión como respuesta a la preocupación de algunos países miembros de fuera de la eurozona por las consecuencias de la crisis financiera europea, "especialmente la crisis bancaria", en referencia a las dificultades de algunos bancos españoles. Por su parte, un portavoz de la Comisión Europea (CE) tildó de "exagerada" la alarma que había generado la teleconferencia del G-7. "Es una exageración. No describiría ninguno de estos intercambios regulares como extraordinarios o reuniones de alarma o alerta por la crisis", afirmó el portavoz de Asuntos Económicos y Monetarios, Amadeu Altafaj, en la rueda de prensa diaria de la CE en Bruselas.
En el epicentro de las dudas se encuentra España, cuya prima de riesgo se ha disparado hasta máximos históricos en la última semana. Los problemas se han recrudecido a raíz de la crisis en torno a BFA-Bankia, el cuarto banco del país, que ha tenido que ser nacionalizado y que anunció unas necesidades de financiación de 19.000 millones de euros, que se sumarán a los más de 4.000 millones ya inyectados en esta entidad.
La fragilidad financiera de Europa, con tres países bajo programas de rescate internacional (Irlanda, Grecia, Portugal), con Grecia en pleno bloqueo político y a la espera de unas nuevas elecciones legislativas y varias economías en recesión han multiplicado las preocupaciones. A finales de la pasada semana, y después de conocerse que el desempleo en EEUU ha subido por primera vez en once meses, el presidente estadounidense, Barack Obama, explicó que parte de la desaceleración se debía a los acontecimientos al otro lado del Atlántico. "Tenemos una crisis en la economía europea que está teniendo impacto en todo el mundo y está empezando a proyectar una sombra también sobre nosotros", afirmó Obama. En una conferencia en Washington este mediodía, el subsecretario adjunto de Asuntos Internacionales del Tesoro, Mark Sobel, explicó que "el éxito de la nueva fase de la respuesta a la crisis depende de la voluntad de Europa de poner en práctica herramientas y procesos que sean capaces de respaldar a los países de manera efectiva y agresiva".
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