"España debe mantenerse enchufada a las energías renovables sin miedo"
Clinton sugiere más flexibilidad en el mercado laboral sin renunciar a la "solidaridad social" · Se muestra partidario de los estímulos sin "obsesionarse" con el déficit
No busquen soluciones mágicas en la varita de Bill Clinton, ex presidente de EEUU y actual piloto de la Clinton Global Iniciative, una fundación que percute en distintos frentes de la miseria humana. No, Clinton lanza de inicio una respuesta poliédrica a la inevitable pregunta sobre el final de la crisis. "Siempre contesto lo mismo cuando me preguntan si ya terminó: sí, no, quizás". Sí, porque muchos de los principales países ya encadenan dos trimestres consecutivos con el Producto Interior Bruto (PIB) en positivo. "Técnicamente, eso significa que ya te has recuperado". No, porque los bancos todavía retienen cantidades ingentes de dinero afectados por el síndrome del miedo a prestar. "Los recursos están ahí y no se están utilizando". Quizás, porque la teoría de los ciclos siempre vale, y todo lo que sube baja, y así hasta el infinito y más allá.
Pero Clinton no vino a Sevilla sólo para glosar la perspectiva mundial. La Escuela Andaluza de Economía y la CEA le trajeron para que echara una mínima ojeada al panorama español y diera su más sincera opinión. Y lo hizo: España, dijo, "debe aprender de todo lo que ha hecho mal, debe preguntarse por qué y en qué ha fallado, pero sin olvidar las cosas que sí han funcionado y la han hecho crecer". La solución, añadió, sigue ahí, pendiente de su futuro, a merced del legislador. Se llama, claro está, energías renovables, un ámbito donde el país, "con un 25% de la producción directamente procedente de ese sector", triplica por ejemplo las cifras de EEUU. La razón de la apuesta no es únicamente ecológica. Clinton no es hippie sino más bien un buen estratega que dejó durante su mandato (1993-2001) un generoso superávit en las arcas norteamericanas tras años de calamidades, creó 22 millones de puestos de trabajo y se despidió de la presidencia con un grado de satisfacción entre sus compatriotas del 63%. Clinton aconseja a España, precisamente, desde la óptica del empleo, donde "tiene un problema enorme que requiere estrategias a largo plazo". "En EEUU, 1.000 millones de inversión en una central térmica permiten colocar a 870 personas. Con cualquiera de las modalidades de producción de las energías renovables, a igual inversión, se crean como mínimo 1.800 puestos".
Y España necesita ese balón de oxígeno. "Todos los países con aspiraciones de crecer saben que cada cinco años tienen que encontrar un nuevo filón para el empleo. Las renovables son la mina de España", concluyó el ex presidente. Pero el enfermo ha de ser aplicado. Y, sobre todo, "no tener miedo a afrontar los cambios". ¿Cómo? Con ese concepto tan repudiado por los sindicatos y tan reivindicado por la patronal: flexibilidad laboral. "He visto en los últimos tiempos, aquí mismo, en Europa, buenos ejemplos de que es posible compatibilizarla con la solidaridad social. En Dinamarca la fórmula ha funcionado".
Tampoco despreció Clinton las bondades de los paquetes de estímulos aprobados por los gobiernos, incluido el español -Fondo de Inversión Local, Plan 2000E-. "Lo importante es mantener un equilibrio presupuestario, soy bastante conservador en eso, pero detecto demasiado nerviosismo en Europa por volver al tope del 3% de déficit público [marcado desde Bruselas]. No tengan tanta prisa", propuso.
Del discurso del ex gobernador de Arkansas y consorte de la actual secretaria de Estado de EEUU emana también cierta filosofía zen. Clinton habló de la "interdependencia", "un concepto que me gusta mucho más que el de globalización porque nos hace ver que estamos juntos en esto, que no podemos evitarnos y que por eso conviene buscar el máximo beneficio común". La base de la pirámide, continuó, "tiene que hacerse más rica" para que el comercio crezca, la interacción continúe y los países pobres obtengan oportunidades. "Si uno cree en el comercio libre, debe alimentar la base de esa pirámide, porque hay mil millones de personas en el mundo que viven con menos de un dólar al día y pasan hambre. ¿Cómo van a comprar productos en esas condiciones?", reflexionó.
Aroma zen y esencias sostenibles. Bill Clinton, como Al Gore y al revés que Aznar, se cree las consecuencias del cambio climático y recurre a la construcción para cuantificar el impacto de unas políticas más fieles al lema del ahorro energético. "Imaginen que este hermoso edificio [se refería a la sede la CEA] pudiera ahorrar en costes de funcionamiento medio millón de euros al año. Imaginen que las obras de acondicionamiento suponen un montante de 7 millones de euros y que, por lo tanto, son necesarios 14 o 15 años para amortizarlas. Los bancos, ténganlo claro, no les van a financiar. Así que sólo quedan dos soluciones: o son unos grandes ahorradores y emprenden la obra por su cuenta, o dependen de una legislación proactiva que aún no existe".
Catorce o 15 años no son nada. Aunque los bancos lo vean de otra forma. No lo son, por supuesto, comparativamente: "En Estados Unidos, una central térmica se amortiza a los 20 años y una nuclear a los 30". Pero hay casos más sangrantes. El mejor, el más simbólico y mastodóntico, es el del Empire State Building, la lanza más afilada de Nueva York. "Nuestra fundación estudió cómo reducir un 40% el gasto energético del edificio. Para que se hagan una idea, ese porcentaje equivaldría a eliminar 19.000 coches de las calles de la Gran Manzana. Bien. Para lograrlo, harían falta nada menos que 30 millones de dólares. Pero los bancos no piensan esperar ocho años para verle la rentabilidad al asunto". ¿Por qué será que al final la pega siempre llega del mismo sitio?
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