Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
Ignacio Colmenares | Presidente de ENCE Energía y Celulosa
Sevilla/Ignacio de Colmenares Brunet (Madrid, 1961) estudió Derecho. Su primer sector laboral fue el de los seguros en el Reino Unido, antes de volver a España para hacer un máster en el IESE. Trabajó 21 años en siderurgia, un negocio similar al de la celulosa al ser intensivo en capital y en energía, en el que la materia prima es el principal coste y cuyo producto final es un commodity, lo que hace que esté muy sujeto al mercado y al cambio de divisa. Su primer contacto con las renovables fue en Andalucía, en Isofotón, donde hizo una gestión de saneamiento relevante para su venta posterior. De ahí pasó en Ence, de la que es presidente ejecutivo, para dirigir el negocio tradicional de celulosa y pilotar el crecimiento en energías renovables. En esta entrevista aborda el momento de expansión de la compañía, en gran parte en Andalucía, donde van a priorizar el 80% de su inversión nueva, unos 500 millones de euros en seis años.
–Ence tiene en Andalucía sus planes más importantes de crecimiento, ¿por qué es así?
–La primera sede que conseguimos poner en marcha fue en Huelva, donde hicimos la planta más grande de biomasa de España y Europa. También nuestra política de compras hizo que invirtiésemos comprando, a Enel y a EDF Energies Nouvelles, en La Mancha y en Andalucía plantas que transforman en energía un subproducto de la fabricación de aceite de oliva, el orujillo. Una de ellas está en Jaén y nuestro socio es Jaencoop, por lo que tenemos una gran integración con ellos en todo el mundo del olivar. Otra está en Lucena (Córdoba), donde los socios son la familia Santamaría, también productores de aceite de oliva y aceite de orujillo. Más recientemente hemos construido una segunda planta en Huelva.
–¿Una fuerte vinculación, entonces?
–Sí. Y con empresas radicadas en Andalucía. Por ejemplo, en las nuevas plantas de Huelva y de Puertollano, que son gemelas, no hemos tenido ningún problema con la puesta en marcha de las calderas, que las diseña Gestamp Biomass en Puerto Real y las fabrica Tubos Reunidos en Chiclana de la Frontera. Pero sí con las turbinas, que venían de Chequia. Con la pandemia, en marzo no quedó aquí ningún checo y nos costó mucho. Eso nos refuerza en la idea de que en nuestro siguiente crecimiento en renovables vamos a apostar aún más por la tecnología española, con las calderas desde luego, y en las turbinas estamos trabajando con Navantia para ver si somos capaces de fabricar turbinas con tecnología propia española. Para que el valor añadido quede también aquí.
–¿A Ence le cuesta que la ciudadanía entienda que también es un operador energético renovable, porque hay más fuentes que la fotovoltaica y la eólica?
–Claro. Usamos fuentes con un papel más marginal, por su tamaño y visibilidad, pero que es estratégico, como ahora explicaré. La eólica tiene unos 24.000 megavatios instalados, la fotovoltaica tiene casi 10.000 megavatios, y en biomasa sólo hay 800. Ahora, ¿qué aporta la generación eléctrica con biomasa? Aporta al sistema eléctrico gestionabilidad, porque es la única renovable que se puede gestionar, porque no depende ni del sol ni del viento. Podemos trabajar cuando se necesita y parar cuando no es necesaria. Hasta que no se desarrolle el almacenamiento con baterías, la biomasa es fundamental. Y además aporta una tracción y un dinamismo en el empleo rural importantísimo. Los 180 megavatios que tenemos en Andalucía generan más de 5.000 empleos. Una energía que da para abastecer a un millón de personas, porque trabajan 8.000 horas, genera en las plantas, en el transporte y logística y en la recogida de biomasa 5.400 empleos. Y ese valor de usar tecnología española. En las nuevas plantas de Huelva y Puertollano, con 100 y 125 millones de inversión, el 75% de su tecnología se ha fabricado en España.
–Tampoco se conoce mucho que no sólo es renovable, sino que también es limpia, ¿no?
–Sí. Hay un ejemplo muy bueno, aunque no sea de Andalucía, que es el de Puertollano, donde el combustible fundamental que estamos usando es sarmiento. Eso elimina miles de hogueras en los campos, porque lo recogemos y lo quemamos con filtros que no generan ninguna partícula. En Huelva pasa algo similar. El 70% del combustible que usamos es de subproductos agrícolas, restos vegetales de los invernaderos de la industria agrícola, de los cítricos y del olivar onubense. Y todo también se quema con unos filtros que evitan expulsar humos y partículas. Es una combustión completamente limpia. Es una renovable que usa un recurso autóctono español y local para cada planta.
–¿Qué impacto ha tenido la pandemia en el negocio de Ence?
–Hay varios impactos. Uno que es muy triste, que es que el precio de la energía está por los suelos por la baja demanda en los primeros seis meses del año, y tiene impacto algo negativo en nuestra cuenta de resultados del primer semestre. Un segundo impacto es que hemos tenido sobrecostes importantes. Nuestro primer protocolo de Covid lo implantamos el 24 de febrero, para trabajar de forma segura en las plantas y en la recogida de la biomasa. Sólo en costes de mascarillas, en test, en hidrogel o desinfección de las plantas hemos incrementado en 2,5 millones de euros. También hemos tenido que invertir en los aires acondicionados y en la ventilación y renovación de aire en todas las plantas nuestras y todas las oficinas de Andalucía, lo que ha significado otro millón de euros. Otro problema que hemos tenido es que la turbina de la planta más antigua de Huelva hubo que enviarla en febrero a Alemania y no pudo volver hasta agosto por el efecto de la pandemia.
–Usted defiende que la recuperación ha de ser verde. ¿Qué papel puede jugar Ence en ello?
–Yo siempre lo he dicho. Esta recuperación tiene que ser verde. Y yo no pinto nada. Pero lo han dicho también Ursula von der Leyen, Enmmanuel Macron y Pedro Sánchez o Teresa Ribera en España. Tenemos que aprovechar esos fondos de reconstrucción europea para acelerar el PNIEC, que estaba pensado a diez años. Y el gran tractor de empleo y tecnología va a ser la energía renovable. Y ahí Ence va jugar un papel muy importante. Queremos priorizar en Andalucía. Queremos consolidarnos como el referente en energías verdes en la comunidad. Por eso el 80% de nuestra nueva inversión va a venir a Andalucía. Ahora tenemos 180 megavatios y apostamos por ampliarlos en 510 megavatios más. 240 serán en fotovoltaica, gracias a los emplazamientos que ya tenemos en Andújar, Sevilla, Lepe y Huelva. Y las plantas nuevas que queremos hacer en Almería, Córdoba y Huelva. Eso supone más de 500 millones de euros de inversión en los próximos seis años, con una generación estable de 2.700 empleos, más los que generen la construcción. Y la tracción que genera con el uso de tecnología española que también crea empleo.
–¿Esos 2.700 empleos directos estarán circunscritos a las plantas o también al ámbito rural?
–Un tercio es en el de las plantas, un tercio en la logística y otro en el rural.
–¿Qué sentido tiene la operación cerrada el jueves de vender el 49% de Ence Energía por 359 millones?
–Tiene dos sentidos. El primero es mantener el control, al conservar el 51% de la compañía. Y el segundo es que con esos ingresos reforzamos muchísimo el balance de todo Ence para poder afrontar el crecimiento verde que tenemos en España a raíz de la pandemia. Vamos a poder crecer con este balance fortalecido en la bioeconomía, tanto en energías renovables, con este nuevo socio, y también en el negocio de los bioproductos que fabricamos con la celulosa forestal, en el norte de España.
–¿Y para Ancala Partners, el socio que compra ese 49%?
–Ancala es un fondo de infraestructuras y renovables. Es consciente del crecimiento que va a haber en España, ha visto las fortalezas de Ence y la capacidad de su equipo para crecer y ha apostado por ello.
–Esta inyección de liquidez garantiza más todavía el plan de inversiones del grupo, ¿no?
–Permitirá crecer más todavía.
–¿Por qué en un país con tantos problemas de incendios forestales no hay un plan más ambicioso para que el mantenimiento del monte tenga un aprovechamiento energético con la biomasa?
–Es un tema muy complicado. La energía está muy barata. El pull ha estado esta semana a 30 euros. Hace falta una tonelada de madera para producir un kilovatio/hora. Si ya el coste de venta es 30, y con él hay que cubrir costes de materia prima, operación y amortización de las plantas, el coste de la biomasa no puede superar esa barrera. Eso supone que tienes que comprar la biomasa a veintipocos euros megavatio/hora. A ese precio es imposible sacar biomasa del monte. Tenemos un proyecto muy importante junto a Asaja, Tracsa y el Ministerio de Agricultura y las administraciones autonómicas en Andalucía y Extremadura para industrializar la limpieza del monte, con nueva maquinaria a un coste más barato.
–¿Qué otros biocombustibles usan?
–Por ejemplo, paja de maíz. No usamos ningún combustible que se pueda comer un animal. No queremos competir con el ganadero. Pero la paja de maíz no la come ninguna vaca u oveja. Eso no se recogía en España. Estuvimos tres años en EEUU aprendiendo a recogerla y luego otros dos desarrollando con un fabricante de maquinaria agrícola de Córdoba la tecnología que permite recogerla. Hoy quemamos cien mil toneladas de paja de maíz. Con el sarmiento, lo mismo. Vimos pilotos en Cataluña e Italia de recogida automática. Y lo hemos extrapolado a La Mancha, logrando un combustible barato. Eso habría que hacer también con la limpieza de los montes. Y estamos trabajando también, con inversión, propia, en recoger en Sevilla de forma eficiente la paja del arroz para poder llevarlo a la planta y quemarlo también.
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