Crisis de la eurozona, crisis "de los pepinos"...¿crisis de modelo?

Análisis

La debacle financiera mundial acabó arrastrando a Grecia, Portugal e Irlanda, y cuando parecía que nada peor podría pasar, aflora una crisis alimentaria con el pepino español como involuntario protagonista.

Fernando Heller (Dpa)

31 de mayo 2011 - 08:56

Desde hace casi tres años sólo se oye una palabra en la vieja Europa: crisis. La debacle financiera mundial, que estalló en 2008, acabó arrastrando a Grecia, Portugal e Irlanda, y cuando parecía que nada peor podría pasar, aflora una crisis alimentaria con el pepino español como involuntario protagonista. La muerte de 14 personas en Alemania tras ingerir pepinos procedentes de granjas de Almería y Málaga supuestamente contaminados con la peligrosa bacteria intestinal EHEC ha sido como la gota que parece colma el vaso de la resistencia.

Pero al margen de la crisis del pepino, no parece que la apática situación de buena parte de Europa sea solo un asunto puramente coyuntural: da la impresión que el Viejo Continente pasa por una crisis propia de identidad que pone en duda incluso los valores que lo definen ante el mundo como la defensa de los derechos humanos.

¿Ejemplos? La reciente decisión de los 27 socios comunitarios de endurecer las reglas del Tratado de Schengen (1985) para blindar mejor las fronteras de Europa ante la inmigración, a petición de Francia e Italia: un hecho sin precedentes hasta la fecha.

Mientras tanto, resurgen los partidos xenófobos, racistas o islamófobos, como el Partido de las Libertades (PVV) de Geert Wilders en Holanda, el Frente Nacional de Marine Le Pen, en Francia, el "Vlaams Belang" en Bélgica o la formación "Verdaderos Finlandeses" que se negaban a colaborar en el rescate financiero de Portugal.

A ello se suma el caso del que fuera hasta hace pocas fechas presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, acusado de intento de violación de una camarera de hotel y deja forzosamente el cargo.

Pese a que la candidata con más posibilidades de sustituirle es su compatriota Christine Lagarde, ésta es sin embargo rechazada por el bloque de los países emergentesn con Brasil e India a la cabeza.

Para justificar el "poder europeo" ya no parecen bastar las grandes cifras macroeconómicas, según las cuales la Unión Europea (UE) tiene un producto interno bruto (PIB) mayor que el de Estados Unidos (11. 785.474,9 de euros en 2009). La percepción de bienestar no está ya solo relacionada con el PIB.

A pesar de que alberga solo el siete por ciento de la población mundial, el comercio de la UE con el resto del mundo representa aproximadamente un 20 por ciento de las importaciones y exportaciones. Es la primera exportadora y la segunda importadora mundial. Cifras huecas que, sin embargo, no transmiten cercanía a los ciudadanos. "Europa ya no es la misma. Estamos en crisis de identidad", afirmaba este fin de semana un analisis del periódico belga "Le Soir".

Por si no bastara la crisis de la coyuntura económica, con la posibilidad de tener que aplicar un segundo rescate de Grecia (por valor de entre 30.000 y 60.000 millones de euros) tras constatar la insuficencia del primer paquete de ayuda de 110.000 millones, la "crisis del pepino", como la ha bautizado la prensa europea, se suma a una sensación de creciente "eurodepresión".

Millones de ciudadanos dejan traslucir su descontento con la clase política que les dirige, con el ejemplo de los "indignados" que desde hace días acampan en la madrileña Puerta del Sol, para dejar patente su hartazgo.

Es cierto que esta no es la primera vez que la UE sufre una crisis alimentaria de dimensiones graves. Todavía se recuerda la denominada "crisis de las vacas locas", la contaminación por la encefalopatía espongiforme bovina (BSE) en 2001 (enfermedad de Creutzfeldt-Jakob), con cerca de un centenar de muertos, además de pérdidas millonarias para el sector.

Pero quizás la "crisis del pepino" haya caído en un momento especialmente bajo en el ánimo de millones de europeos: con la tasa de desempleo récord en algunos socios como España (21 por ciento), con tres países rescatados por la UE y el FMI, y bajo la amenaza de una "epidemia" de desempleo para los próximos años, como advirtió recientemente la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Según los últimos datos de la agencia estadística de la UE, Eurostat, los ciudanos corrientes sienten una desafección cada vez más profunda por quienes les gobiernan.

Muestra de ello es que el porcentaje de participación en las elecciones al Parlamento Europeo, la única institución comunitaria elegida (desde 1979) por sufragio universal, no ha dejado de bajar desde esa fecha.

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