El desplante de Cameron en la UE siembra en el Reino Unido temores de aislamiento
En su esfuerzo por proteger a la City de Londres, el líder conservador se negó a respaldar un tratado para aumentar la disciplina fiscal en la eurozona.
El rechazo del primer ministro británico, el conservador David Cameron, a sumarse a un pacto europeo para resolver la crisis en la zona euro sembró en el Reino Unido temores de quedar aislados de Europa. La oposición laborista, encabezada por Ed Miliband, así como algunos liberaldemócratas -socios de los tories en el Gobierno- criticaron la "débil" estrategia de Cameron en Bruselas y auguraron una pérdida de influencia.
En su esfuerzo por proteger a la City de Londres, el líder conservador se negó a respaldar un tratado para aumentar la disciplina fiscal en la eurozona que fue apoyado por la mayoría de los 27 países de la Unión Europea (UE). El Reino Unido fue el único país que se excluyó del pacto europeo después de todos los demás socios expresasen su disposición a sumarse al acuerdo, incluidos Suecia, República Checa y Hungría, que antes habían mostrado reticencias, y ahora solo piden tiempo para consultarlo en sus respectivos parlamentos.
"Fue una decisión dura, pero apropiada", dijo Cameron al término de la reunión en Bruselas, en la que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, culpó "a los amigos británicos" por la falta de unanimidad que hubiera posibilitado una reforma del Tratado de Lisboa, en lugar de forzar a un acuerdo intergubernamental. Cameron sostiene que las condiciones acordadas por sus socios europeos, destinadas a los países del euro, eran "inaceptables" para la adhesión del Reino Unido al no haberse aceptado salvaguardas especiales para el sistema financiero de este país.
Muchos laboristas han criticado que el primer ministro se desmarcara sin obtener nada a cambio de un acuerdo que no iba a afectar directamente al Reino Unido al no tener el euro, con la consiguiente pérdida de influencia en la toma de decisiones. En un gesto de apoyo a Cameron, el viceprimer ministro británico, el liberademócrata Nick Clegg -que lidera el partido más europeísta del país-, dijo que esas peticiones de protección eran "razonables" no solo para la City sino "para todo el mercado único". No obstante, como la mayoría de sus correligionarios, también lamentó que no se lograra un consenso entre los 27.
Ante la incertidumbre que ha suscitado en el Reino Unido la rotunda actuación de Cameron, dirigida en parte a apaciguar a los euroescépticos de su propio partido que, ante cambios en el tratado de la UE, le hubieran reclamado un referéndum, los conservadores cerraron filas para defenderle. El ministro de Exteriores, William Hague, aseguró que el Reino Unido "no ha quedado fuera de ningún club" europeo al negarse a respaldar el nuevo tratado y recordó que en la UE hay multitud de acuerdos paralelos que afectan a diferentes países. Subrayó que, aunque Gran Bretaña haya decidido "mantenerse al margen" en este caso, continuará "liderando" en la UE "de muchas otras maneras", como en el impulso de iniciativas de crecimiento económico o en asuntos como Irán o Siria.
Además de intentar eludir un referéndum en casa, Cameron se proponía lanzar un mensaje a la City -pilar de la economía con una aportación al PIB del 9%- de que el Gobierno conservador velará por sus intereses. "Lo que queríamos era asegurar que se mantenía un terreno de juego justo en los servicios financieros y el mercado único en su conjunto, lo que hubiera permitido al Reino Unido tomar medidas de regulación de su sistema bancario más duras y no menos", explicó Clegg.
Sin embargo, sus argumentos no convencieron ni a los laboristas ni a la mayoría de sus colegas liberales. Miliband, líder de la oposición, dijo que la actuación del primer ministro refleja "debilidad" y criticó que no buscara alianzas para evitar su aislamiento. El portavoz de Exteriores laborista, Douglas Alexander, lamentó que el Reino Unido está "más aislado que en ningún otro momento en los 35 años desde que se unió a la comunidad europea". En cuanto a los liberales, mientras el antiguo líder Menzies Campbell aseguraba que el resultado de la cumbre era "inevitable", la eurodiputada Sharon Bowles advertía de que habría "venganza" contra el Reino Unido y consideró "perjudicial" la pérdida de influencia.
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