Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
Análisis
Theresa May avanza temerariamente hacia el abismo de un 'Brexit' sin acuerdo. De nada ha servido la humillante derrota y el total rechazo del parlamento británico a su plan de salida de la Unión Europea (UE) por 432 votos en contra y 202 a favor. Una derrota espectacular e histórica. Hay que remontarse al año 1924 para contemplar una derrota similar del entonces líder laborista Mcdonald. Probablemente Theresa May carece de carisma, liderazgo, inteligencia política y visión de estado. Pero por el contrario posee carácter, fortaleza, obstinación y resiliencia ante las adversidades. Nunca se da por vencida.
El lunes día 23 de enero deberá presentar a la Cámara de los Comunes, para su aprobación, las líneas maestras de un nuevo Plan B del Brexit, que será votado el día 29 enero. Una misión casi imposible dada la gran fragmentación y confrontación del arco parlamentario. Un plan B que tiene que conseguir el voto favorable de una mayoría parlamentaria. Misión que será inalcanzable si no renuncia previamente a alguna de las cuatro líneas rojas que hasta ahora ha defendido: no permanecer en la Unión Aduanera, no solicitar una ampliación del plazo de salida contemplado en el artículo 50 del Tratado de la Unión (TU), no convocar un segundo referéndum y no renunciar a la posibilidad de un 'Brexit' sin acuerdo. Para lo cual está dialogando precipitadamente tanto con los partidos proeuropeos (laboristas, nacionalistas escoceses, galeses y liberales) y también con las dos alas de su propio partido conservador y los unionistas irlandeses del DUP. Estos últimos, defensores de un 'Brexit' duro, sin frontera entre las dos irlandas; y si fuera necesario de un Brexit sin acuerdo.
En el caso de que el día 29 de enero se apruebe un plan B consensuado que contemple una ampliación del plazo y/o una nueva propuesta de salida, habrá que someterlo posteriormente a la aprobación, por unanimidad, de los 27 estados de la UE. La UE podría aceptar un aplazamiento de la fecha oficial de salida del 29 mazo de 2019 siempre que estuviera justificado y consensuado. Pero nunca aceptará una modificación del texto legal del acuerdo de salida ya aprobado por los 27 socios de la Unión. Ante la debilidad e incoherencia demostrada por el gobierno Theresa May, Bruselas impone una última condición: la nueva propuesta del plan B deberá de estar consensuada con la oposición laborista y haber conseguido una mayoría parlamentaria.
El líder del partido laborista Jeremy Corbyn impone una condición para sentarse a negociar el nuevo plan: que quede, previamente y definitivamente, descartada la opción de una salida sin acuerdo. De momento Theresa May se niega a esta posibilidad, bajo el argumento de que la mera posibilidad de este evento caótico, temido y no deseado por la mayoría del parlamento británico y por los 27 socios de la UE, es un elemento de fuerza en la negociación con la UE. El líder del partido laborista defiende un acuerdo de salida que implique la permanencia en la Unión Aduanera ('Brexit' blando).También opina que todavía no es el momento para plantear un segundo referéndum. Sin embargo, dentro de su propio partido son cada vez más los que defienden la necesidad de dar voz a los ciudadanos, ante el callejón sin salida en que se encuentra el 'Brexit'. El resto de los partidos pro-Unión Europea también lo ven con buenos ojos, animados por los últimos sondeos realizados, que arrojan un 56% a favor del referéndum, frente al 44% en contra. Lo que está claro es que para que Theresa May pueda consensuar un plan B con la oposición tiene que renunciar a dos o más de la lineas rojas que hasta ahora ha defendido.
Theresa May y su partido podrían llegar aceptar un aplazamiento, lo más corto posible, hasta el mes de mayo, antes de las elecciones europeas. Pero probablemente no será tiempo suficiente. En el caso de que fuera imposible aprobar un Plan B de salida, con mayoría de la cámara de los comunes, se abriría la posibilidad de consensuar una propuesta de segundo referéndum, con la posibilidad de que hubiera que convocar previamente elecciones. En este caso habría que solicitar una ampliación del plazo hasta 2020, o bien desistir de la aplicación del artículo 50 del TU. De tal manera que sea el nuevo gobierno que resulte de las elecciones el que asuma la responsabilidad de solicitar o no la activación del artículo 50 del TUE. Todos los escenarios están abiertos y la fecha límite, la del abismo , la del no acuerdo está a menos de dos meses .
A corto plazo la solicitud de aplazamiento es el resultado más probable. A medio plazo, en el caso de que no haya mayoría para un nuevo plan, no se puede descartar un segundo referéndum, precedido o no por unas nuevas elecciones. El escenario caótico de un 'Brexit' sin acuerdo, aunque posible, es poco probable por la magnitud de desastre económico que implicaría. En mayor medida para el Reino Unido, pero también para UE. En el momento de desaceleración económica e inestabilidad política en que se encuentra Europa, el escenario de no acuerdo sería catastrófico y llevaría a Europa a una nueva recesión. Todos lo saben. El gobernador del Banco de Inglaterra Mark Carney no se cansa de advertirlo. España, junto con Alemania y Francia, sería una de las más perjudicadas, dado el gran volumen del comercio exterior, turismo e inversiones que mantiene nuestro país con el Reino Unido .
Sorprendentemente al día siguiente de la derrota de May en el Parlamento británico los mercados financieros celebraban el fracaso con subidas de las bolsas y de la libra. La lectura es clara: los mercados financieros veían más lejos la posibilidad de una salida caótica sin acuerdo, y una mayor probabilidad de aplazamiento. En estos momentos las bolsas están laterales a la espera de la aceptación que vaya a tener el próximo lunes el nuevo plan B de May. No obstante, todos los escenarios son posibles, incluso el caótico de una salida sin acuerdo. Aunque lo considero el menos probable .
Resulta inaudito que este caos parlamentario e institucional esté sucediendo en la democracia mas desarrollada y con más experiencia histórica y estabilidad política. Es sorprendente comprobar como la irrupción de los populismos está conduciendo a la locura y la irresponsabilidad política a gobiernos con tradición histórica de pragmatismo, sensatez y sentido de estado como el Reino Unido, con graves consecuencias nacionales y globales. Las políticas de los gobiernos de Estados Unidos, Italia o Grecia, entre otros, son ejemplos de la capacidad desestabilizadora y destructora de los populismos, tanto de izquierda como de derecha.
Las próximas elecciones europeas serán un test de la propagación y alcance de esta enfermedad. El 'Brexit', al igual que el 'Catalexit', es un fenómeno populista que ha destrozado y fragmentado la ciudadanía del Reino Unido, y ha sembrado la desconfianza de los ciudadanos en sus políticos y en sus instituciones. Pero no es suficiente con condenar los populismos, nacionalismos e independentismos. Es necesario hacer un examen de conciencia sobre qué es lo que han hecho mal los gobiernos, los partidos democráticos y las élites económicas y financieras para dar lugar al nacimiento y propagación de los populismos. Es necesario reconocer, para así poder rectificar, qué cuota de responsabilidad tienen sus políticas, programas y acciones en la creciente generación de desigualdades económicas y en el surgimiento de los populismos, nacionalismos e independentismos insolidarios, en Europa y en España.
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