Bernanke anuncia más estímulos pero omite cuándo se aplicarán

Obama presenta ante el Congreso su plan millonario de fomento del empleo

R. E. / Washington

09 de septiembre 2011 - 05:02

El presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, Ben Bernanke, indicó ayer que el banco central "está preparado para emplear sus herramientas para estimular la economía de manera apropiada", pero no desveló si recurrirá a ellas en la próxima reunión del organismo a finales de mes.

En un esperado discurso en Mineápolis, Bernanke reconoció que "el crecimiento de EEUU es mucho menos robusto de lo esperado" y se mostró "sorprendido" por la inusual debilidad del gasto doméstico, que en este país supone cerca del 70% de la economía.

El presidente de la Fed mantuvo su tono de cautela, y señaló que los datos indican que la recuperación económica de EEUU se irá fortaleciendo con el tiempo. En su intervención, Bernanke volvió a hacer un llamamiento a los legisladores para que combinen la necesidad de devolver las finanzas públicas a una senda sostenible con medidas de revitalización del crecimiento.

"Del mismo modo que es urgente una acción decisiva y pronta para poner las finanzas gubernamentales en una trayectoria sostenible, los legisladores no deberían, como consecuencia, dejar a un lado la fragilidad de la recuperación económica", aseguró. Por ello, Bernanke advirtió que "un sustancial ajuste fiscal en el corto plazo podría añadir viento en contra al crecimiento económico y empleo".

El empleo, que junto con la inflación centran el doble mandato de la Fed, es la principal preocupación de los estadounidenses, quienes han visto cómo la tasa de desempleo se ha mantenido en torno al 9% en lo que llevamos de año.

Precisamente, el presidente Barack Obama tenía previsto presentar anoche su plan para la creación de empleo ante el Congreso de EEUU, dotado con unos 300.000 millones de dólares que incluirá tanto recortes fiscales como más inversiones en infraestructuras y capacitación de los trabajadores. La Casa Blanca insiste en que el plan estará completamente financiado -se pagará con recortes en otros gastos-, para tranquilizar a los republicanos, que exigen una reducción drástica del gasto público como solución a los problemas económicos.

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