La ventana
Luis Carlos Peris
Reventa y colas para la traca final
Proyecto pionero en Andalucía
En el mundo existen unas 40.000 especies de microalgas, primer eslabón de la cadena alimentaria en el mar, que se caracterizan por proporcionar oxígeno y por contener ácidos grasos útiles para generar biomasa -de la que se obtienen multitud de productos alimentarios y farmacéuticos, además de energía- y son capaces de eliminar el CO2 que se acumula en la atmósfera, del que se alimenta para su desarrollo y crecimiento, de tal forma que por cada kilo de biomasa que genera, elimina un kilo de dióxido de carbono. De hecho, las microalgas determinan en gran medida la dinámica del CO2 en la Tierra.
Concretamente, las emisiones de CO2 de un coche que diera la vuelta al mundo dos veces son las necesarias para cultivar microalgas en la central de ciclo combinado -en la que los gases de combustión se utilizan dos veces para la obtención de energía eléctrica- que Iberdrola tiene en Arcos de la Frontera (Cádiz) gracias a un proyecto de I+D denominado CO2Algaefix que la eléctrica desarrolla en colaboración con la empresa AlgaEnergy (de la que posee un 25%).
De lo que se trata es de trasladar una experiencia piloto de cultivo de microalgas destinadas a la producción de biomasa -que ya se desarrolla en la T4 de Barajas- a la creación de una planta semi-industrial: "Queremos multiplicar por diez lo que ahora mismo se hace en el aeropuerto y demostrar la viabilidad técnico-industrial del cultivo y sus aplicaciones, además de salir del laboratorio e irnos a la realidad", indica Elías Rodríguez, responsable del proyecto por parte de Iberdrola.
Esta planta, que está previsto que empiece a construirse a principios de 2012, tendrá una superficie inicial de 10.000 metros cuadrados, y cuenta con un presupuesto de tres millones de euros. Tanto Iberdrola como Algaenergy esperan que esté operativa antes del último trimestre de 2013, y con ella se podrán corregir los errores y riesgos posibles derivados del paso de experiencia piloto a realidad.
Para ello, primero debían ser capaces de desarrollar cepas de microalgas de alto rendimiento -algo ya logrado- y, a continuación, las cultivarán en reactores verticales planos mediante la tecnología de fijación de CO2, que consiste en aportar a las algas el carbono necesario para subsistir y que proviene de los gases de combustión de la propia planta (de los que un 4% es dióxido de carbono). Se espera que la capacidad de fijación de CO2 sea superior a las 200 toneladas al año. "Así se abre una interesante puerta para la reutilización de estas emisiones, para su uso sostenible", explica.
Con parte de más de 100.000 kilos anuales de biomasa procedentes de las cepas de microalgas que se obtendrán, se producirán biocombustibles renovables, como el biogás, "que, además, se puede reutilizar en la central convirtiendo todo el proceso en algo cíclico", subraya Rodríguez. Para ello, buscan en la actualidad un socio tecnológico que esperan que sea la Universidad de Cádiz, "aunque aún no hay nada cerrado". El resto de esa biomasa tendrá una aplicación industrial en sectores como el de la acuicultura, la cosmética, la farmacología, la alimentación humana o animal o como fertilizantes agrícolas.
En la elección de la central de Arcos han pesado las condiciones climatológicas de Andalucía, "donde existen unas condiciones de insolación inmejorables", destaca Rodríguez, así como el interés en el desarrollo de las energías renovables de la comunidad y del alto reconocimiento internacional con que cuentan los grupos de investigación en este campo de las universidades andaluzas.
El interés de Iberdrola en el proyecto es, en palabras, del responsable del proyecto, "abrir vías de futuro en tratamientos eficaces de los efectos colaterales de la producción de energía, como son las emisiones de CO2 por ejemplo". En definitiva, se trata de abrir puertas a futuros usos sostenibles de gases de efecto invernadero y darles un uso de alto valor para la sociedad en general.
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