Fernando Faces
Perspectivas económicas: España 2025
Berlín/"Quien paga, manda". La expresión, en medio de la incertidumbre reinante en la economía de Europa tras el estallido de la crisis griega, sirve para recordar que Alemania es el principal contribuyente neto a las arcas europeas y eso, según algunos analistas, le otorga el derecho no escrito de sugerir ejemplos a seguir para salir de la crisis, entre ellos la vía germana.
Los datos que podrían avalar la autoridad o idoneidad de la vía germana, en detrimento de otras tesis o del aparentemente debilitado eje franco-alemán, son claros: Berlín ha puesto sobre la mesa para el plan de rescate de las finanzas griegas 22.400 millones de euros, sobre un total de 120.000 millones. Además, en el megaplan trianual para crear un cordón sanitario en torno al euro (por valor de 750.000 millones de euros), Alemania pone 148.000 millones, y último, pero no menos importante: Berlín contribuye con cerca del 20 por ciento del presupuesto de la Unión Europea (UE). Es el "precio a pagar por estar (e influir) en Europa", opinaba recientemente un análisis del periódico económico germano Handelsblatt.
La decisión de abandonar en favor del euro su preciado marco -todavía anhelado por muchos-, símbolo de la estabilidad, se tomó en época del canciller Helmut Kohl y del fallecido presidente galo François Mitterrand. La creación de la Europa unida fue posible con un grupo de seis países pioneros en 1957 (con el Tratado de Roma, que fundó la entonces CEE), a costa de que los dos ex enemigos a orillas del Rin (enfrentados en dos guerras mundiales) cedieran soberanía a cambio de la paz perpetua. No obstante, de lo que en su momento fue vigoroso eje París-Berlín, precisamente en la época de Mitterrand y Kohl, ahora queda un pálido recuerdo.
Según los expertos, el eje se parece más ahora a una balanza, uno de cuyos platillos se decanta del lado de Berlín. El hecho de que sea Alemania quien esté marcando el paso en el baile económico-político europeo supone que, guste o no, el país, que con el Tratado de Lisboa gana peso en el Parlamento Europeo y en el Consejo (donde se sientan los jefes de Estado), impone gradualmente su visión de Europa. "Es evidente que, sin Alemania, el sueño europeo sería imposible. Europa es a Alemania lo que Alemania es a Europa. Sería, hoy por hoy, totalmente impensable hablar de una Unión Europea sin Alemania", asegura la portavoz de la presidencia semestral española de la UE, Cristina Gallach, ex portavoz de Javier Solana.
Este germano-centrismo, voluntario o buscado, es, en opinión de expertos en Bruselas, responsable de que algunos de los valores alemanes alabados por muchos, como la austeridad o la disciplina fiscal, además de la cruzada histórica contra la inflación, recogida en los postulados del Banco Central Europeo (BCE), estén poco a poco ganando adeptos.
Mientras el euro se deprecia frente al dólar por el temor de los mercados a la solvencia de la deuda de algunos socios tras la crisis griega, numerosos socios de la UE, como España o Portugal, se ven obligados a aplicar dolorosas medidas de ajuste y Hungría lanza la alarma sobre su difícil situación financiera, desde Bruselas se mira a Berlín como ejemplo a seguir. Sus datos económicos son, en general, positivos. En realidad, la crisis actual, se alguna manera, ha repercutido positivamente en el gigante alemán. Nunca en los últimos veinte años la deuda germana ha tenido que pagar tipos de interés tan bajos, un 2,5 por ciento en el bono a diez años. Sus ahorros, otra de las supuestas virtudes germanas, son considerables. A finales de 2009, la deuda pública alemana era de 1,76 billones de euros, equivalentes al 73,2 por ciento del PIB.
Por ello, desde muchas capitales europeas se mira a Berlín, pero no siempre con ojos complacientes. La propuesta de la canciller germana, Angela Merkel, de sancionar a aquellos socios incumplidores de forma reiterada del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, suspendiendo temporalmente su pertenencia al euro no fue aceptada por el resto de socios. Pero sí tuvo eco su idea de aplicar medidas duras para los "malos alumnos", entre ellas retirarles fondos europeos.
Si la situación de algunas economías de la eurozona se sigue complicando y ante el papel de actor secundario que parece haber adoptado Francia, ¿es posible que algún día haya que hablar de un mono eje, del eje Berlín-Berlín, en torno al cual giren, como en el sistema solar copernicano, el resto de planetas, lunas, satélites, meteoritos y otros cuerpos celestes de la heterogénea galaxia del euro?
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