Airbus: golpe mortal en Sevilla y Cádiz
Recorte de empleo
La suspensión de la producción en las plantas y el freno total al tráfico aéreo por el Covid-19 hacen que el ajuste laboral propuesto por Airbus hace unas semanas sólo sirva de base para la reestructuración que el sector va a necesitar en los próximos meses y años.
Airbus paraliza todas sus plantas en España y Francia por el coronavirus
Airbus plantea la salida de unos 250 trabajadores en sus plantas de Sevilla y Cádiz.
Sevilla/Los empleados de Airbus y sus empresas auxiliares de Andalucía soñaban desde hace meses con que no cayera una última gota que desbordara el vaso. Ahora, ha diluviado sobre sus esperanzas.
En Sevilla trabajan 1.780 personas en las líneas de ensamblaje final del A400M y del C295 de San Pablo y otras 823 en Tablada.
En Cádiz, el CBC de El Puerto de Santa María emplea a 456 personas y Puerto Real, otros 500.
Cerca de 3.500 trabajadores que sentían que trabajaban en un sector refugio, al que ni la gran crisis económica logró afectar.
Llegó a crecer tanto en facturación como en empleo durante toda una década. Empleos de calidad, de valor añadido y todas esas cosas que persiguen los gobiernos de todo el mundo para sus ciudadanos. Andalucía como región puntera en unas tecnologías que dominan muy pocos en el planeta.
Sumando los empleos de empresas auxiliares y de subcontratas son alrededor de 12.000 familias andaluzas (el 90% de Sevilla y Cádiz) que desde el pasado fin de semana ya no se sienten intocables.
Crisis general desconocida
El Covid-19 ha conseguido lo que parecía imposible desarbolar un sector que funciona como un duopolio. Airbus y Boeing se reparten una tarta de miles de millones de euros. Las expectativas era que el mundo necesitará unos 35.000 nuevos aviones en las dos próximas décadas. Ahora esa perspectiva es papel mojado.
Las aerolíneas de todo el mundo están reduciendo su capacidad casi al 90%. La quiebra sólo no amenaza a las que ya han quebrado. Los ERTES son el mal menor, pero a los afectados no les parece ni pequeño ni, en muchos casos, reversible.
Las primeras estimaciones de la Asociación Internacional del Tráfico Aéreo (IATA, en inglés) hablan de un coste de 100.000 millones de euros al sector.
Un ejemplo, el grupo aéreo IAG, integrado por British Airways (BA), Iberia, Vueling y Aer Lingus, reducirá su capacidad en un 75% en abril y mayo.
En todo el mundo, los despidos se calculan ya por decenas de miles.
Sin aerolíneas no hay aviones. No hacen falta.
Ajuste superado
Así que el ajuste de 630 empleados que presentó Airbus Defence and Space para España, de los que a Andalucía le tocaría 250 personas, ya no significa nada. Si acaso como la base desde la que partir para elaborar nuevos planes de ajuste.
Los sindicatos han cancelado sus acciones de protesta y se han volcado en pedir el cierre de las plantas para proteger a los trabajadores de posibles contagios. El paradigma que valía hace dos semanas ya sólo sirve para las hemerotecas.
El sector militar estaba tocado porque los gobiernos no tenían dinero durante la crisis para comprar aviones para sus ejércitos. Modelos impresionantes desde un punto de vista técnico como el A400M no logró ventas más allá de los encargos realizados por los países que pusieron en marcha el proyecto antes de la caída de Lehman Brothers.
Esperanzas rotas
Con la división de defensa sufriendo una agonía comercial; la división civil, donde las cifras eran escandalosamente buenas, se contemplaba como la gran esperanza.
Sindicatos, patronal y responsables políticos se pusieron de acuerdo, en una de esas pocas veces que se alinean ciertas estrellas, para exigir a Airbus que trasladara algo de la ingente carga de trabajo de aviones civiles que existe en Francia y evitar así un ajuste dramático en Andalucía.
Pero la división civil también está sufriendo como ninguna previsión jamás había contemplado. Las aerolíneas, tras los ERTES, estudiarán la cancelación de encargos.
Ahora, Airbus ha paralizado la producción de sus plantas de Francia y España. Las factorías sólo estarán abiertas a algunos empleados de mano de obra indirecta. La última gota en forma de tormenta perfecta, cuyo centro ahora gravita sobre Sevilla y Cádiz.
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