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Agua de regadío para saciar la 'sed' de las centrales termosolares

'boom' de las renovables La tecnología solar afronta su mayor reto ambiental

Medio Ambiente autoriza que estas plantas compren agua de uso agrícola

Imagen de una de las plantas termosolares que ACS construye en Granada.
C. Pizá · A. Martín / Sevilla

03 de octubre 2008 - 05:02

El mayor reto para el desarrollo a gran escala de la tecnología solar de alta concentración (termosolar), en la que Andalucía es líder mundial, es el agua. Estas plantas concentran la radiación del sol, mediante diferentes tecnologías, sobre un punto o un tubo que transporta un fluido y generan así vapor que mueve una turbina convencional que produce electricidad. La primera planta comercial del mundo es la de Abengoa en Sanlúcar la Mayor (Sevilla).

En ese proceso de concentración se alcanzan temperaturas de hasta 400 grados, por lo que la disponibilidad de agua para refrigeración es un elemento crítico. Además, estas centrales se ubican en zonas con alta radiación y, por tanto, muy secas, como buena parte de Andalucía.

Las plantas, para empezar a construirse, necesitan superar tres trámites: ante la Administración, ante Red Eléctrica para volcar la electricidad a la red, y ante la autoridad que gestiona el agua. En el caso andaluz, es clave el papel de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), ya que en la zona de influencia del río hay 30 proyectos.

Una planta termosolar estándar de 50 Mw consume 1 hectómetro cúbico de agua (mil millones de litros) al año. En la cuenca del Guadalquivir existen alrededor de 4.000 Mw termosolares en construcción o promoción, según fuentes del sector, que absorberían un máximo de 80 hectómetros cúbicos. Y el volumen de agua adjudicada para regadío en la cuenca es de 2.234 hectómetros, volumen que nunca se usa al 100%.

Hasta el momento, el desarrollo de los proyectos se había topado con el cierre a cal y canto de la cuenca, que suspendió hace más de una década otorgar nuevas concesiones de agua, debido a la incapacidad de la confederación para atender a todas las peticiones. Algunos de ellos, no obstante, habían salido adelante mediante acuerdos privados entre los dueños de los terrenos, que ya poseían concesiones, y los promotores.

Sin embargo, el presidente de la CHG, Francisco Tapias, aseguró ayer que el Ministerio de Medio Ambiente ha autorizado una excepción a la Ley de Aguas para permitir a las industrias (plantas termosolares) comprar concesiones de riego para destinar el agua a las plantas. Es un mecanismo similar al empleado por agricultores de Almería, que adquirieron derechos de agua de productores de otras zonas que no estaban siendo utilizados por sus concesionarios originales.

Hasta ahora, las renovables tenían vetada esta vía, ya que la Ley de Aguas prohíbe los cambios en las concesiones hacia usos de menor prioridad, y la industria energética ocupa el tercer lugar en el escalafón, por detrás del abastecimiento y el regadío.

Según el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, Francisco Tapia, este mecanismo legal permite atender las demandas de las promotoras de estos proyectos sin incrementar el consumo, aprovechando la existencia de concesiones sin uso por el abandono de los agricultores. En concreto, las centrales podrán utilizar el 80% de la media de consumo que el concesionario agrícola haya realizado en los últimos cinco años. El problema radica en que sólo la mitad de la treintena de solicitudes para consumir agua pide cambios de derechos sobre antiguas concesiones de riego. El resto de los proyectos aún no tiene agua asegurada, según fuentes de la Confederación.

"No hay más agua que ofertar en una cuenca deficitaria, por lo que la única vía que queda es la cesión de derechos a la industria energética, que otorga al agua una mayor rentabilidad que la agricultura", manifestó Tapia.

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