Análisis
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Una referencia mundial para el sector olivarero. En eso se quiere convertir la Fundación Juan Ramón Guillén, que, impulsada por Acesur, ayer se presentó en sociedad en Sevilla. El proyecto pretende consolidar y difundir la cultura del aceite a través de vías como la investigación, la formación académica, el turismo, la protección del medio ambiente o la capacitación de colectivos en riesgo de exclusión en el mundo rural.
La culminación de este trabajo sería la declaración del olivar como patrimonio de la humanidad por parte de la Unesco. El camino es largo, pero al menos ya se ha iniciado. Con la diputación de Jaén o la Consejería de Agricultura, entre otras instituciones, Acesur ya ha iniciado los trámites ante el Gobierno, que a su vez deberá hacer llegar la propuesta a la Unión Europea. "Estoy convencido de que al final se logrará y eso nos dará fuerza para defender el olivar andaluz en algunas provincias donde está en riesgo de exclusión", afirma Álvaro Guillén, consejero de la firma sevillana.
En paralelo, comienza a funcionar la fundación, con sede en la Hacienda Guzmán (La Rinconada, Sevilla), un edificio del siglo XVI desde el que el hijo de Cristóbal Colón, Hernando Colón, exportaba aceite a América. Acesur ha creado allí un centro de investigación que estará enfocado a la alimentación y también a las aplicaciones del producto en cosmética y salud. Para este trabajo, los investigadores contarán con dos instrumentos: una almazara moderna a pequeña escala con capacidad para molturar hasta 30 kilos de aceituna; y hasta 150 variedades de olivo, con frutos de todo tipo, desde rugosos hasta del tamaño de un melocotón, todas presentes en las 500 hectáreas de Hacienda de Guzmán.
En lo académico, la fundación promueve un estudio integral del olivar, con la colaboración de expertos, en el que se pondrá de manifiesto la importancia de este ecosistema para Andalucía y España. También impulsará masters y cursos académicos, así como visitas de profesionales -ya se han desarrollado catas- y de público. Por lo que respecta a la difusión de la cultura del olivo, la fundación ya ha contactado con touroperadores y con las consejerías de Turismo y Cultura para crear rutas de oleoturismo, al estilo de las que ya se pueden realizar en La Rioja con el vino.
La dimensión social estaría sobre todo en su compromiso de inclusión de colectivos desfavorecidos del mundo rural, con cursos para recuperar viejos oficios y técnicas como la poda. La fundación cuenta como asesor, en este apartado, con Carlos Rubén Fernández, ex presidente de la Fundación ONCE. Todas las instalaciones están adaptadas para discapacitados y el compromiso de contratación de este colectivo será del 25%, además de un 10% de plazas reservadas para cursos de cata o para la formación especializada.
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