Aceite de oliva: hasta cuándo estará por las nubes
Los precios se mantendrán muy altos al menos hasta mayo al encadenarse dos años de producción escasa por la sequía
Si llueve mucho ahora puede haber un cierto alivio, pero la cosecha no será alta porque hay muchos olivos sin fruto
Galería gráfica: La sequía causa estragos en el olivar andaluz
El aceite de oliva enlaza su segunda mala cosecha por primera vez desde que hay registros
Un paseo por los olivares de Lora de Estepa (Sevilla) da buena cuenta de la situación que atraviesa el sector. Las aceitunas de muchos de los árboles se pueden contar con los dedos de una mano. "Tú me dirás si esto se recoge o no -señala el olivarero Eduardo Gamito señalando un olivo casi sin aceitunas-; no merece la pena". Apunta a lo lejos los acebuches: "Mira, se están medio secando". Y vuelve a los olivos: "El verano ha sido muy duro; los hay que tuvieron una buena floración, salió el fruto y se han quedado a cero por las altas temperaturas. Si el árbol ve que su vida peligra tira los frutos. Se autorregula".
La sequía hace estragos. Pero el factor decisivo que hizo que por primera vez en la historia vaya a haber dos campañas de recolección malas fueron las altísimas temperaturas de finales de abril. Normalmente, a un año de buena producción le sigue otro más discreto por lo que se conoce como vecería del olivo: el árbol produce mucho una campaña y a la siguiente 'descansa', para volver con fuerza el año posterior.
Esta próxima campaña, la 2023/24 tendría que haber sido de buena producción. Pero, según explica el director de Oleoestepa, Álvaro Olavarría, ese calor tan tempranero de abril hizo que la flor se perdiera "si estaba muy tierna o estaban los botones sin abrir", y por tanto, también el fruto.
La afectación no fue generalizada: dependió de la situación del olivo, de su variedad, de si la floración es más tempranera o tardía (mientras más al este, más se retrasa), o de si la explotación es de secano o regadío. Lo que da como resultado que en una finca pueda haber fruto y en otra 500 metros más allá no. Gamito, que tiene 100 hectáreas de regadío y 90 de secano, asume que de estas últimas, de las afectadas, no va a recoger ni una aceituna.
De las 670.000 toneladas de la campaña pasada se pasará, según el aforo de Cooperativas Agro-Alimentarias a 740.000 en la 2023/24, pero Eduardo Gamito cree que el fruto es tan poco abundante que será bastante menor. Una campaña media son 1,2-1,3 millones, lo que significa que estamos en el segundo año en el que es la mitad prácticamente. Solo hay una esperanza: que llueva, y mucho, algo que facilitará el engorde de la aceituna. Pero eso no va a hacer que la mejoría sea sustancial, porque el fruto que hay es el que hay.
El 'stock' almacenado se agota
Esta situación de escasez está repercutiendo duramente en el consumidor. El aceite de oliva virgen extra está a 8,20 euros el kilo (datos de Infaoliva) y en el lineal el precio medio está en 9,24 euros (datos de la OCU). Olavarría asegura que lleva tiempo produciéndose una escalada paulatina pero que el punto de inflexión ocurrió en mayo, con ese calor que acabó con la flor de muchos olivos y cuando se tuvo la certeza de que la campaña 2023/24 iba a ser mala. Las cotizaciones se dispararon, porque los operadores ya sabían que no iban a contar con aceite abundante en un largo plazo. No hay ni siquiera aceite guardado, o 'stock'. El enlace de campaña rondará en septiembre las 200.000 toneladas, lo que para los expertos es "técnicamente cero".
Además, la campaña pasada hubo una oferta extra porque la cosecha en Turquía y Grecia fue muy buena, lo que disparó las importaciones. Este año no se prevé que sea así y la tensión será seguramente mayor. "Tuvimos incluso que comprar producto en Argentina y Chile, poco pero lo hicimos, y esta nueva campaña si la cosa sigue así tendremos que ir a otros países, como Sudáfrica", afirma Primitivo Fernández, director general de Anierac, la asociación de la industria envasadora.
Precios muy altos hasta mayo o noviembre de 2024
Ante esta escasez de oferta, el mercado solo se ajusta de una manera: subiendo precios a cotas nunca vistas. ¿Hasta cuándo? Hasta que haya aceite o se prevea que lo habrá. Los expertos consultados ya dan por amortizados los próximos meses. Una lluvia continuada en septiembre podría aliviar, y solo mínimamente, la situación actual a partir de noviembre, cuando comience a venderse el producto de la nueva campaña. Pero, como se ha dicho, la producción pase lo que pase será baja respecto a la media habitual (solo podrá incrementarse algo), por lo que sería un descenso meramente coyuntural, quizás de céntimos solamente.
Juan Vilar, consultor estratégico en cuestiones agroalimentarias, sitúa el principio de las bajadas significativas en mayo del año que viene, cuando los operadores sabrán si la campaña 2024/25 será buena o no. Al ser un mercado de expectativas, asegura, el precio tendería a bajar. Otros operadores, sin embargo, retrasan ese momento hasta noviembre de 2024, porque la escasez hasta entonces será tanta que la anticipación de una buena campaña no serviría para bajar las cotizaciones.
¿Qué puede hacer la lluvia?
Y eso si llueve. Si la sequía continúa también en el final de 2023 y 2024 y la producción es mala por tercer año consecutivo, el drama está servido. Pero mejor no pensarlo, y de hecho todas las fuentes consultadas inciden en que los modelos climáticos anuncian un final de ciclo y la llegada, por tanto, de lluvias más abundantes.
Hay otra pregunta, por otro lado, que inquieta mucho sobre todo a los consumidores. ¿Una botella de aceite de oliva a 12 euros? Muchos en el sector opinan que eso es crear alarmismo y que se fomenta la especulación con esas ideas. Pero nadie dice que no, ni se atreve a ello. "Cuando estaba a cuatro euros era inimaginable que llegara a diez y mira", dice una fuente. Para Vilar, "los precios cuanto menos seguirán creciendo, lo difícil es establecer la pendiente de inclinación".
¿Subirá a 12 euros el litro de forma general?
¿De qué dependerá que esa pendiente sea mayor o menor? Del consumo. Es decir, de la demanda. Si cae en mayor medida que la oferta la escalada tendrá que parar e incluso comenzar una pendiente a la baja. Pero, hasta ahora, no ha sucedido así. El descenso del consumo es muy significativo en volumen, de alrededor del 50% hasta junio en el mercado doméstico, según el Observatorio de Consumo de la Universidad de Jáen, pero es insuficiente para provocar una bajada del precio. "Todavía se consume más aceite que la oferta que hay", señala Juan Vilar, quien cree que "el equilibrio llegará a largo plazo". "La demanda se deteriora con los precios pero la oferta se deteriora en mayor medida", explica. En el mercado exterior la caída es mucho menor, como prueba el hecho de que las salidas de aceite de los envasadores de Anierac solo caen el 20% en total.
Pese a los altísimos precios, el consumidor está haciendo un gran esfuerzo por mantenerse fiel al aceite de oliva. "Afortunadamente se sigue vendiendo -afirma Primitivo Fernández, de Anierac-; y no se observa una traslación del consumo al girasol, como otras veces, sino que se cambian los hábitos: no se compran garrafas, sino botellas de un litro y ahorramos al máximo con ella". En los últimos días, y ante las noticias poco halagüeñas sobre el precio, sí se aprecia un fuerte aumento del gran formato en algunas tiendas con el objetivo de acaparar en previsión de una subida del precio.
Un artículo de José María Penco, director de la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) explica a partir de un estudio realizado entre 2020 (cuando el precio estaba bajo) y 2023 que la curva de la bajada del consumo no es totalmente lineal. A partir de 4,5-5 euros se nota un bajón considerable, atribuible seguramente a que las familias más vulnerables dejan de comprarlo, pero a partir de ahí e incluso por encima de seis y siete euros la curva descenso se suaviza mucho, lo que indica que la clase media no está dispuesta a prescindir del aceite de oliva tan fácilmente incluso aunque los precios estén en cotas inimaginables hace pocos meses.
Veremos ahora. Porque llega septiembre tras un verano en el que buena parte de esa clase media ha estado de vacaciones con un gasto turístico también por las nubes. ¿Dará esa curva un nuevo bajón que atenúe la subida de precios? Lo veremos.
Mientras, en el campo, Eduardo Gamito mira al cielo. El agua es clave para un pequeño alivio del precio a corto plazo y una bajada a medio y largo. Y no solo para eso. También para que los olivos permanezcan sanos. Ellos llevan ya dos años de sufrimiento. Pero Gamito sabe que, en cuanto empiece a correr el agua por el campo de Lora de Estepa, este árbol volverá a ser fuerte. Y entonces la crisis terminará, más pronto que tarde.
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