Análisis
Santiago Carbó
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Las acciones de Abengoa se dispararon ayer un 17% en la Bolsa ante la inminencia de un acuerdo entre sus acreedores para cerrar la recapitalización de la compañía. "Quedan unos flecos pendientes. Se puede cerrar en cualquier momento", señalaron ayer fuentes cercanas a la operación. Si el pacto entre la banca y los bonistas llega a buen puerto, en las próximas horas la compañía remitirá a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) un comunicado para convocar a los analistas a una presentación a principios de la próxima semana en la que se desgranaría su contenido.
La compañía logró ayer abonar la parte de la nómina de julio que quedaba por pagar, lo que indicaría que ya cuenta con liquidez para sus necesidades más urgentes. "Con fecha de hoy (por ayer) hemos podido ordenar las transferencias correspondientes; queda así, por tanto, completada la nómina de julio", indicó el consejero delegado de Abengoa, Joaquín Fernández de Piérola, en un correo electrónico enviado a los trabajadores.
En la última junta de accionistas de Abengoa, celebrada el pasado 30 de junio, el presidente de la compañía, Antonio Fornieles, anunció un "principio de acuerdo". Éste redefinía el esbozado en marzo, el cual sirvió de base para que el juez aceptara entonces ampliar en siete meses el plazo del preconcurso para presentar la documentación y evitar la quiebra.
Según Fornieles, las necesidades de liquidez ascendían a unos 1.200 millones, una cantidad inferior a los 1.800 millones estimados hace unos meses. El abandono de proyectos y la reducción del tamaño del grupo por la venta de activos explicarían la disminución del capital necesario para la reestructuración.
El objetivo inicial de los acreedores era cerrar el acuerdo antes de que acabara julio, pero las tensiones entre la banca y los fondos de inversión tenedores de los bonos emitidos por Abengoa han dilatado los plazos de negociación.
Según informó Abengoa tras su junta de accionistas, la banca se había organizado en torno a un comité formado por Banco Santander, Caixabank, Banco Popular, Bankia y Societé General. Por su parte, los fondos dispuestos a participar en la operación serían Abrams Capital, The Baupost Group, Canyon Partners, D. E. Shaw Group, Elliott Management, Oaktree y Värde.
Las negociaciones partían de la base de una aportación de casi 500 millones del llamado dinero nuevo, destinado a recapitalizar el grupo. A esta cantidad, se sumaría la refinanciación de otros 515 millones que comprenden la liquidez ya adelantada por los acreedores desde la declaración del preconcurso a finales del año pasado para el pago de salarios y garantizar la actividad de la compañía. Por último, habría que agregar otros 250 millones de euros en avales. El reparto de responsabilidades a la hora de asignar estas cantidades ha sido uno de los principales escollos para el acuerdo.
Si se sigue el planteamiento inicial, la operación se articularía a través de una ampliación de capital que otorgaría a los financiadores del dinero nuevo el 55% de las acciones, y por tanto, el control de la nueva Abengoa. La banca capitalizaría deuda y se haría con el 35% del capital. Otro 5% correspondería a las entidades que asumieran los avales. El 5% restante correspondería al actual accionariado, que sufriría una dilución del 95%. Esto supondría que Inversión Corporativa, el actual principal accionista y que representa a los intereses de las familias fundadoras, perdería el control y se quedaría con menos del 2% del capital de Abengoa.
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