El trío de sangre que acabó con la vida del Suizo
La Policía Nacional esclarece el asesinato de Rafael L. R., de 43 años, con la detención de su mujer y el amante de ésta dos meses después de los hechos
La víctima fue encontrada inconsciente en un descampado y murió dos días después
Sábado 6 de noviembre de 2021. 7:40 horas. Seis grados centígrados. Un hombre pasea su perro por un descampado de Dos Hermanas y descubre a una persona insconsciente en el suelo. Es un solar ubicado en uno de los laterales de la carretera A-8032, que conecta esta ciudad con el barrio de Bellavista. El lugar es utilizado habitualmente como aparcamiento, sobre todo por los clientes de un bar de copas cercano que tiene cierto éxito en la noche nazarena.
Queda un coche, un vehículo de color gris junto al que está tendido un desconocido. El hombre respira, pero tiene una lesión grave en la cabeza. Le han golpeado con una brutalidad extrema. Uno de los ojos se le ha salido de la órbita como consecuencia del golpe. Todo apunta a que le han dado una paliza de muerte. El dueño del perro llama a los servicios de emergencia.
Una ambulancia del 061 acude al lugar de los hechos, junto con las patrullas de la Policía Nacional y Local de Dos Hermanas que están de servicio. Los profesionales sanitarios atienden al herido, comprueban que sigue vivo y tratan de reanimarlo. Lo trasladan al cercano Hospital de Valme, a apenas cinco kilómetros del lugar del hallazgo. Las primeras pruebas confirman la gravedad de las lesiones. Sufre un severo traumatismo craneoencefálico. Los médicos deciden trasladarlo al Hospital Virgen del Rocío. Mientras, la Policía identifica al herido. Es Rafael R. L., de 43 años, conocido en Dos Hermanas como el Suizo por su pasado en el país helvético. A sus hermanos se les conoce también por el mismo apodo, los Suizos.
El estado de salud de Rafael se complica y evoluciona desfavorablemente en las jornadas siguientes. Cuatro días después de que fuera encontrado inconsciente en el descampado, su organismo no aguanta más y muere en el hospital. La Policía Nacional había abierto ya una investigación sobre los hechos. Lo hizo el grupo de Policía Judicial de la comisaría local de Dos Hermanas.
La operación se llamó Suizo, en referencia al sobrenombre del muerto. Se descartó pronto el móvil del robo, pues la víctima llevaba dinero encima y aparentemente no le faltaba nada. También conservaba su teléfono móvil y el coche junto al que apareció tendido era suyo. Quien le atacó no se llevó nada de su propiedad.
Los investigadores comenzaron a investigar a la víctima, ante la posibilidad de que estuviera involucrado en algún asunto turbio. Nada más lejos de la realidad. Rafael era un pintor de brocha gorda y solía gastar casi todo el dinero que ganaba en fiestas, pero no había nada raro en su vida. No era un tipo pendenciero ni conflictivo, no debía dinero a nadie y pronto se descartó también la hipótesis de un posible ajuste de cuentas. Los policías reconstruyeron las últimas horas del muerto. Supieron que había estado con unos amigos y su mujer en el bar de copas próximo al lugar en el que fue encontrado horas después. Durante su estancia en el local no hubo ninguna pelea, discusión ni nada parecido, que pudiera apuntar a una riña como móvil del crimen.
Varios de los amigos que estuvieron con él aquel día fueron voluntariamente a prestar declaración. A otros se les citó. Ninguno percibió nada extraño en la conducta del Suizo. Sólo su mujer, Tamara N. B., de 42 años y con la que tenía dos hijas, dio una versión que a los policías les resultó algo incoherente o contradictoria. Dijo que se habían separado al salir del bar y que cada uno se había marchado por su lado, y que el Suizo había querido irse andando. Eso chocó a los agentes, pues la noche era muy fría y el hombre había dejado el coche en el aparcamiento cercano como para que luego cambiara de idea y regresara andando a su casa.
Los policías investigaron a la mujer y descubrieron que ésta llevaba meses manteniendo una relación sentimental oculta con Clemente M. P., de 55 años, amigo de la víctima desde muchos años atrás. Es más, a los pocos días de dar sepultura al cuerpo de Rafael, Clemente se había instalado ya en la casa de la viuda, en la plaza Entrenaranjos de Dos Hermanas. Esto reforzó a los agentes en su convicción de que podrían estar ante un crimen pasional.
Dos meses y un día después de la muerte del Suizo, la Policía irrumpía a primera hora de la mañana de ayer en el domicilio de Tamara y su nueva pareja. Los agentes detuvieron a ambos como presuntos autores del asesinato de Rafael L. R. Después registraron la vivienda de Clemente, en la calle Codorniz, en una zona conocida como Los Quintillos. Los dos detenidos permanecen en las dependencias policiales a la espera de que sean puestos a disposición judicial, algo que presumiblemente harán el viernes, cuando se agote el plazo de 72 horas que permite la ley para prolongar una detención.
La investigación fue muy compleja, pues la detenida conocía las técnicas policiales en este tipo de asuntos. De hecho, hace unos años fue detenida en Suiza por un intento de homicidio, después de que agrediera a su concuñada, la novia del hermano de su marido. Por aquellos hechos estuvo casi dos años en prisión.
De la Guardia Urbana a Alcalá de Guadaíra
El caso esclarecido ayer por la Policía Nacional recuerda al crimen de la Guardia Urbana de Barcelona, en el que un triángulo amoroso termina con dos de los implicados matando a un tercero. En el caso de Dos Hermanas, la víctima fue el marido de la presunta asesina, que actuó de manera coordinada con su amante. Las similitudes con el de la Guardia Urbana son muchas.
En Barcelona, Rosa Peral y su ex amante Albert López urdieron un plan macabro para matar al novio de la primera, Pedro Rodríguez, llevar su cuerpo hasta el pantano de Foix y quemar el cadáver dentro de un coche. Los tres implicados eran policías locales. En la provincia de Sevilla existe un precedente no muy lejano de un trío de sangre, aunque no acabó de manera tan trágica como el de Dos Hermanas.
Ocurrió el verano pasado en Alcalá de Guadaíra, donde una pareja de amantes se pusieron de acuerdo para matar al marido de ella. Aunque llegó a ser tiroteado, logró sobrevivir. El 13 de julio, un hombre que circulaba en su motocicleta por un camino rural recibió un disparo de escopeta en el pecho. Quedó herido, pero pudo refugiarse en casa de un familiar, desde donde llamó a la Policía y a la ambulancia, que lo trasladó de urgencia hasta un hospital de Sevilla.
La Policía abrió una investigación sobre los hechos. La víctima desconocía quién le había disparado y no tenía enfrentamientos con nadie ni debía dinero a ninguna persona. Tampoco el robo parecía cuadrar. Los agentes se centraron en el entorno de la víctima. Ahí descubrieron que la mujer mantenía una relación fuera del matrimonio con un hombre al que hacía pasar por su primo.
A todo el mundo le decía que era su primo, para que así no despertara sospechas si los veían juntos por la calle. Incluso se había ganado la confianza del marido y tenía hasta una llave de su casa. La Policía descubrió que el primo no era tal y que en realidad era el querido de la esposa de la víctima. Ambos habían diseñado un plan para matar al marido de ella.
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