La vida rota de Yaqueline Alonzo, asesinada por su ex marido en Montequinto
Crimen machista Dos Hermanas
Las amigas de la víctima recogen fondos para traer a su hermano a España, que se haga cargo de los niños y que pueda reclamar el cadáver para darle sepultura
La mujer jugaba al fútbol en un equipo de colombianas, donde compaginaba el puesto de portera con el de delantera
La juez envía a prisión al asesino y le retira la patria potestad de sus tres hijos
Yaqueline Alonzo Najarro era guatemalteca, pero defendía los colores de la selección de Colombia cuando jugaba al fútbol con un grupo de amigas en Sevilla. La responsable del equipo, Martha Zulay Tafur Díaz, recuerda que "era una mujer maravillosa" y que transmitía "una luz impresionante". "Siempre estaba riendo. Jugaba de portera y a veces de delantera. Cuando la poníamos de portera, salía muerta de la risa aunque le marcaran los goles. Yo le reñía, pero ella se reía. 'Si soy muy flaca, ¿cómo voy a atajar ese balón?', decía. Nunca ponía una mala cara, nunca una mala contestación".
Esa luz se apagó la madrugada del sábado, horas después de que su ex marido le asestara tres puñaladas en su piso de Montequinto. Una de las puñaladas le perforó el corazón y terminó resultando mortal de necesidad, a pesar de los esfuerzos de los médicos que la operaron de urgencia en el Hospital Virgen del Rocío, de los policías que le taponaron las heridas en un primer momento y de los vecinos que la acogieron en su casa una vez agredida.
Yaqueline murió en la UCI, y a las jugadoras de su equipo les dio tiempo a despedirse de ella. Entraron a verla y a darle un último adiós la madrugada del sábado. Horas antes, a todas ellas les extrañó que la joven guatemalteca de 31 años no contestara esa mañana del viernes en el grupo de WhatsApp que compartían. Una de las futbolistas había pedido confirmación de la hora del partido del domingo. "Ella siempre era la primera en responder", dicen. Pero cuando recibió aquel mensaje, Yaqueline ya estaba herida de muerte. Una de las componentes del equipo llamó a la Policía y le explicaron lo que había ocurrido.
Julio, el ex marido, del que se había separado meses atrás, al que había denunciado por malos tratos y quien tenía una orden de alejamiento de ella, había entrado a las ocho de la mañana en el piso en el que residía Yaqueline con sus tres hijos, el Sector Triángulo de Montequinto, y había asestado tres puñaladas a su ex mujer. En la vivienda estaban los tres niños, de 4, 8 y 10 años. La mujer fue trasladada en estado crítico al Hospital Virgen del Rocío, donde murió.
La pareja llevaba unos diez años en Sevilla. Había entre los dos una gran diferencia de edad. Él tiene 47 y ella tenía 31. Se conocieron en Guatemala, siendo ella una adolescente. Se establecieron en Sevilla, pero no Yaqueline no tenía familia en la capital andaluza. Estos días, las amigas del equipo de fútbol se están organizando para recaudar fondos para ayudar a la familia. La intención es que uno de los dos hermanos de la víctima venga a España para reclamar el cuerpo, y que por tanto pueda enterrarse, algo que todavía no ha sido posible.
Además, este familiar ha de encargarse de los tres niños y de una serie de trámites más, como recoger las pertenencias de Yaqueline o reclamar la parte que le correspondía del salario porque llevaba unas dos semanas trabajando. Para ello han abierto una cuenta bancaria (ES30 2100 8447 6902 0019 7466), en la que cualquier persona puede aportar la cantidad que desee con el concepto "Sepelio Yaqueline".
En las próximas semanas, cuando vuelva a arrancar la temporada futbolística, se organizará un torneo con el nombre de la mujer asesinada y se organizarán eventos. El equipo de Colombia juega sus partidos en San Jerónimo y forma parte de una liga en la que hay varios combinados de países latinos y también equipos de jugadoras sevillanas. Martha Zulay conoció a Yaqueline a través de su marido, que coincidía en el equipo colombiano de fútbol con el presunto asesino. Al principio sólo había colombianas en la formación, pero luego algunas se fueron retirando y comenzaron a acoger a jugadoras de otras nacionalidades. Ahí entró Yaqueline, que ya había jugado antes en otros equipos.
Cuenta que Julio era un maltratador, obsesivo y muy controlador. Hasta el punto de que estuvo viviendo en un coche aparcado en la puerta del bloque en el que vivía su ex mujer para controlar todos sus movimientos. "Cuando terminábamos los partidos, nosotras nos reuníamos en una zona y en otra los hombres hablaban de sus partidos y tal. Él siempre venía donde estaba ella, no la dejaba, o la sentaba a ella en las piernas. Al principio ella estaba siempre muy seria, ya después le fui hablando y ella se fue abriendo. Y ya nos fue contando. Pero ella tenía miedo, sobre todo por sus hijos".
"Hace mucho que lo había dejado de querer. A mí ella me lo dijo. Él no la dejaba vivir, no la dejaba trabajar, no quería que viniera al fútbol. Y ella ahora había empezado a trabajar unas horas en una casa, pero ganaba 400 ó 500 euros. No tenía dinero. Lo que ganaba era para darle de comer a los niños. Hubo una fiesta de disfraces en el colegio y no tenía para comprarles nada".
Dice que era manipulador y que se había ganado a los niños comprándoles dulces, juguetes y comida basura. "Y ella no podía dar el paso de romper definitivamente con él, de irse a otra casa, porque temía que los niños se marcharan con él. Ella tenía 31 años y ahora estaba empezando a vivir, no había vivido hasta ahora, se había por fin liberado, pero él no la dejaba. Aparecía por el fútbol para vigilarla. Y si estábamos tomando algo también. A ella le encantaba comer morocho (un dulce hecho a base de maíz, leche, azúcar y canela)". Él se aseguraba de llevar a los niños al colegio, a pesar de la orden de alejamiento que tenía de ella. "Se quedaba en el ascensor, o si entraba en la casa, ella tenía que irse cuando él estaba subiendo, sin que se cruzaran. Ella no quiso que se interrumpieran las visitas de él a sus hijos, todo por los niños".
Hace unos meses, él la agredió y él decidió romper la relación. Lo denunció por malos tratos y se le impuso una orden de alejamiento. En el sistema Viogen de protección a las víctimas de la violencia machista, sin embargo, el caso de Yaqueline figuraba con una valoración de riesgo no apreciado, el extremo más bajo en la escala de riesgo.
Los amigos de Yaqueline asistieron el pasado lunes a una misa en su memoria, oficiada en la parroquia de la Concepción, en Nervión. También ha habido varias concentraciones de repulsa por lo ocurrido en Dos Hermanas, donde varias de las amigas de la víctima se manifestaron para mostrar su dolor. Los compañeros de los hijos de Yaqueline se concentraron el lunes a las nueve menos diez de la mañana en las puertas del colegio Olivar de Quintos, junto con profesores y padres, para mostrar su rechazo al crimen y a la violencia de género. En este acto estuvo el alcalde de Dos Hermanas, Francisco Rodríguez, junto con varios miembros de la corporación local. Ayer hubo otro minuto de silencio en el Ayuntamiento de Sevilla.
"¿Que cómo la recordaremos? Como la mujer maravillosa que era. Una muy buena madre, una muy buena amiga y una muy buena hermana, porque sus hermanos la adoran".
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