La ventana
Luis Carlos Peris
Cuidado con la broma en letra impresa
El Sevilla termina la temporada al pairo de las circunstancias. Es el justo pago a un curso en el que jamás controló su destino, una campaña condicionada de nuevo por un cambio de entrenadores que tampoco dio el fruto deseado, puesto que un noveno puesto, pese a que pueda haber premio europeo, es un nuevo fiasco. Y en pago a ese fiasco, José María del Nido y sus colaboradores tendrán que esperar a lo que dictamine el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo europeo, con siglas en francés) sobre los recursos presentados por Málaga y Rayo contra la descalificación de la UEFA. Hasta que no sepa si jugará dos o tres competiciones el curso próximo no podrá Monchi acometer en plena conciencia la planificación, aunque ésta ya está en marcha. ¿Vender a Negredo además de a Jesús Navas? El futuro continúa en el aire.
El Sevilla no fue dueño de su destino ni con Míchel ni con Emery, y se encontró como un balandro en medio del océano ante la menor incidencia. Por ejemplo, la lesión de Trochowski en la injusta derrota ante el Barcelona cuando mejor funcionaba el equipo fue un terremoto que condicionó su rendimiento a partir de ese momento. Lo que debió ser un traspié se convirtió en un bache del que ya no salió, salvo para concretar una goleada histórica sobre el Betis, un 5-1 que sólo fue una punta aislada dentro del general marasmo de una plantilla con un buen once pero sin banquillo.
Esta realidad, la escasez de relevos, se puso en evidencia más que nunca en el derbi de la segunda vuelta, cuando Emery fue incapaz de mantener un marcador muy favorable. La tormenta -regalo de Medel a Pabón, expulsión injusta del chileno, ¿penalti? de Fazio...- arreció y el balandro casi naufraga en el Benito Villamarín, donde el guipuzcoano, tras mirar varias veces al banquillo, sacó a Maduro, un medio centro de contención, en el minuto 85, pese a que su equipo llevaba un enorme rato jugando con diez.
La escasa profundidad de la plantilla ha sido determinante para que el Sevilla sólo haya ganado un partido fuera de casa. Desde los primeros años 90, cuando la Liga aún era de dos puntos y un empate fuera era oro, no se metía entre los diez primeros un equipo que sólo había sido capaz de ganar un encuentro a domicilio. Esto es lo que ha hecho el Sevilla, que termina noveno con tres equipos que tienen inferior presupuesto por delante: Real Sociedad, Betis y Rayo Vallecano. Atendiendo al único criterio económico de los presupuestos, sólo el Athletic Club, duodécimo, ha tenido un fracaso mayor que los nervionenses entre los aristócratas de la Liga. Y esto ha sido por el pésimo rendimiento como foráneo de un equipo que se ha convertido por deméritos propios en el peor de toda la Primera División española como visitante.
Con sólo 10 puntos a domicilio, el Sevilla todavía puede ir a la Liga Europa, en una palpable demostración del escaso nivel de la competición española, a la que ya nadie se atreve a llamar la mejor del mundo. Esos 10 mismos puntos son los sumados por el descendido Mallorca y el salvado in extremis Celta, quienes, en cambio, sumaron dos y tres triunfos a domicilio respectivamente. ¿Cuál es el por qué de esta realidad?
La plantilla del Sevilla viene evidenciando desde hace algunos años una llamativa ausencia de futbolistas con oficio en el centro del campo y la defensa. Oficio para posicionarse, para saber leer los partidos, para tirar de picardía si éstos lo demandan, para templar los nervios y sobreponerse a las circunstancias adversas... En definitiva, para todo lo contrario de una plantilla que depende de la inspiración de sus futbolistas creativos, con una alarmante falta de gol en sus mediapuntas a excepción de Rakitic, y que vive del brío de un equipo que al calor de su gente explota sus alas.
Un récord histórico para el club como los 25 goles de Negredo, cifra sólo superada en la Liga por Toni Polster cuando alcanzó los 33, no ha bastado para que el Sevilla se asome siquiera a la pugna por la Liga de Campeones.
Emery intentó ordenar mejor el equipo. Le dio continuidad a Kondogbia junto a Medel ante la falta de ritmo de Maduro, les ordenó a los laterales que participaran más en las tareas de ataque, abrió a los centrales en posiciones atacantes para ocupar mejor los espacios, pidió a los extremos que dinamizaran su juego por dentro, como interiores... Pero el Sevilla se siguió topando con su absoluta falta de acierto ante el gol y su desequilibrio en una medular que dependía del control de los impulsos de Medel y de los excesos de confianza y los fallos tácticos de un futbolista en formación como Kondogbia. Entre la falta de eficacia goleadora -sólo Medel y, sobre todo, Rakitic ayudaron algo a Negredo- y los desequilibrios en el eje, el Sevilla se fue perdiendo en su lucha contra el tiempo, en una constante pugna contra corriente. Cada partido era una final y, a paso de caracol, fue sumando y aprovechando que los demás no lo hacían. Pero nunca mandó en su destino, ni siquiera al término de la Liga. El TAS lo definirá todo, hasta el incierto futuro proyecto.
La plantilla uno a uno
Diego López: Entró con mal pie y dejó un 'kilo'
Un muy dudoso penalti en la segunda jornada condicionó su paso por el Sevilla. Del Nido lo vio claro y le puso el lazo camino del Madrid ganando un millón de euros en seis meses.
Beto: De la gran irrupción a ciertas dudas
Se bajó del avión para jugar las semifinales de Copa en el Calderón. Ha encajado muchos goles de los que no se le pueden achacar las culpas hasta que empezó a generar ciertas dudas.
Palop: El mejor de la historia dijo adiós
Adiós a una leyenda, al mejor portero de la historia del club en el análisis consensuado de aficionados y analistas. Míchel le dio la titularidad, pero las lesiones y Beto se la quitaron.
Julián: Cumplió en una cita tranquila
Sólo compareció ante el Granada, con Diego López camino de Madrid, Palop lesionado, y Beto camino de Sevilla. Cumplió en una cita sin excesivas complicaciones y luego renovó.
Cicinho: Una montaña rusa de sensaciones
Llegó de competir en Brasil y comenzó eléctrico, vertiginoso junto a Jesús Navas y hasta se lo comparó con Daniel Alves. Con la igualdad de fuerzas decayó y repuntó al final de la Liga.
Coke: La fe en sí mismo lo hizo competir
En su segundo año parecía condenado al ostracismo, apartado por Cicinho. Pero desechó irse en enero, creyó en sí mismo y se hizo con justicia con el lateral derecho compitiendo. Y tres goles.
Cala: Otro buen final de curso le da fuerza
Caso más exagerado aún que el de Coke. Pasó de apenas aparecer a relevar a Fazio como líder de la defensa. Pundonor, empuje, carácter... aunque irregular como toda la zaga.
Botía: Inicio prometedor y futuro incierto
Empezó con fuerza tras desembarcar y desplazó de la titularidad a Fazio, pero un mal partido en Zaragoza le quitó la confianza. Ya sólo fue un recurso obligado y su futuro es incierto.
Fazio: Presumible adiós tras su mejor año
Su dubitativo inicio no oscurece su buen año. En una campaña tan irregular, se destapó como el líder natural de la zaga, por calidad y serenidad. Inoportuna lesión final. Debe salir.
Spahic: Su irregularidad lo llevó a Rusia
Titular indiscutible por veteranía, más que por regularidad, hasta que fue cedido al Anzhi. Las estadísticas lo situaron como mejor recuperador, pero eso no es sinónimo de seguridad.
Fernando Navarro: Oficio hasta para jugar de central
Pieza fundamental de la defensa hasta el punto de que Emery lo prefirió a Botía y Cala tras la salida de Spahic. Cumplió como central y también como lateral, en su línea de buen oficio.
Alberto Moreno: Una grata irrupción en la izquierda
En la retina deja su gran pase de gol a Negredo ante el Valencia. Dentro de la irregularidad, se asentó en el lateral, pese a que llegó al primer equipo como extremo. En franco crecimiento.
Israel Puerto: En Pamplona sí demostró cosas
Tuvo un debut testimonial en Valladolid, donde Emery lo sacó por delante de Babá o Manu. En Pamplona salió por necesidad y mostró alguna pincelada positiva, pese a ciertas dudas.
Luna: Cuatro ratos y cesión al Mallorca
De nuevo tuvo que salir cedido. Apenas jugó cuatro ratos, con una sola titularidad ante el Levante, y no se agarró con fuerza a la camiseta en sus escasas oportunidades.
Kondogbia: Siendo futbolista en formación, clave
Con 20 años recién cumplidos y en plena formación, asumió un rol de elevadísima responsabilidad. Comenzó como un tren para luego ir dejando las fallas propias de la edad.
Medel: Si no se mide, malo, y si se mide...
Siendo un pilar no puede perderse tantos partidos por sanciones. El derbi lo marcó y desde entonces empezó a medirse, por lo que perdió mordiente. Si aprende a posicionarse...
Maduro: Superado por los acontecimientos
Monchi y Míchel fueron a buscarlo a Ámsterdam para que fuera un pilar del proyecto. Cimentó al equipo hasta que éste se cayó y luego ya no superó ni el ritmo ni las circunstancias.
Campaña: Al Mundial sub 20 sin jugar
Su caso insta a reflexionar sobre el rendimiento del canterano en el Sevilla. Sin mucho apoyo ni mucha voluntad, apenas jugó y tuvo que operarse un pie, pero irá al Mundial sub 20.
Javi Hervás: Incapaz de subirse al carro
Su falta de ritmo para Primera División le impidió sumar cuando salió para ayudar como suplente. Apenas 155 minutos en 9 participaciones ligueras ilustran sobre su marginal protagonismo.
Trochowski: Su lesión fue el primer traspié duro
Míchel encontró la piedra angular de su sistema con el germano-polaco, pero su inoportuna lesión ante el Barcelona cambió el pie de toda la tropa. Lucha con tesón para reaparecer.
Stevanovic: Medio año para ir acomodándose
Su llegada sólo podía estar justificada por un plan de futuro para relevar a Jesús Navas, pues su sitio es la derecha. Casi siempre jugó a pierna cambiada y ahí sólo sacó pinceladas sueltas.
Jesús Navas: Su perseverancia mantuvo al equipo
Difícil será ver a un Sevilla sin Jesús Navas. Pese a su extrañísima pelea con el gol (sólo anotó uno en Copa) mantuvo al equipo con su perseverancia. Y su juego ha madurado muchísimo.
Rakitic: Mando, juego, goles, galones...
En una temporada en la que el Sevilla siempre fue contra corriente, se rebeló, tiró del equipo, aportó asistencias, marcó ocho goles y tomó la voz cantante en el vestuario. Pilar de futuro.
Reyes: Mucho más pase que desborde
Inconstancia al margen, por edad y madurez futbolística su aportación se centró en el último pase y en la ruptura de líneas por dentro, donde ve el fútbol como pocos. Sin desborde.
Perotti: Esperanzadora reaparición
Después de confesar su hundimiento moral por las lesiones, su reaparición supuso un soplo de aire fresco para un equipo sin fuerzas. Aportó clase y fútbol, aun sin terminar los partidos.
Manu del Moral: Incomprensible bajón anímico
Después de una campaña en la que batió su récord de goles, 10, en lugar de la confirmación tuvo un extraño hundimiento. Su incomprensible bajón sólo se entiende desde la falta de confianza.
Negredo: Mascarón de proa con sus 25 goles
Terminó a lo grande, con cuatro goles que lo encumbraron como máximo goleador nacional con su récord de goles en la Liga: 25. Si hay Liga Europa, podría permanecer en el equipo.
Álex Rubio: Apariciones testimoniales
Monchi lo nombraba como uno de los delanteros del equipo y Míchel le dio algunos minutos, en Vallecas y ante el Valladolid. Tiene proyección, pero no es un delantero de referencia.
Babá: No tiene nivel para jugar en el Sevilla
Uno de los mayores errores de planificación de la era Monchi, quien reconoció que fue una apuesta del club. Ya nadie espera nada de un futbolista que no ha demostrado nivel para el Sevilla.
Rabello: No lo dejaron aportar más
Sin pasaporte comunitario, la llegada de Stevanovic le cerró las puertas pese a ser un gran especialista a balón parado. Cuando salió, como ante el Valladolid, demostró nervio.
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