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Otra vez tocó 'arrivederci' en Italia

El otro partido

La Sampdoria tomó el testigo de un Parma que eliminó al Sevilla hace cuatro años

Konko.
Pablo Salvago

19 de diciembre 2008 - 05:02

Arrivederci, UEFA. El Sevilla dijo adiós a la competición que lo ha hecho grande en Europa otra vez en Italia. Tierra hostil esta bota, de donde los nervionenses también se vinieron de regreso con una derrota ante el Parma de Cannavaro en la 2004-2005, despidiéndose de un torneo que más tardes ganarían dos veces de forma consecutiva. La maldición transalpina empieza a cobrar vida. El Parma la inició, el Milán le dio continuidad en la Supercopa de Europa y la Sampdoria cogió el testigo de sus vecinos.

Por segunda vez en su historia, el conjunto de Nervión visitaba Italia en la Copa de la UEFA. En la primera ocasión lo hacía con el objetivo de hacer historia y meterse por primera vez en los cuartos de final de la segunda competición europea. No lo logró. En esta ocasión, lo que queda para la historia es una eliminación tan inesperada como sonora, porque el que fuese subcampeón de Europa en 1992, que poco se parece a ese equipo, es inferior al Sevilla. De hecho, ni siquiera arrastra en estos tiempos, en los que pelea por alejarse de la zona baja en la Serie A, a la masa que por entonces llenaba el Luigi Ferraris.

No en vano, los aficionados lombardos más bisoños no se acuerdan de esos años dorados en los que, de forma efímera, luchó con los grandes del Calcio. Lo que sí recuerdan es que apenas hace una temporada el mismo lateral derecho que ayer corría la banda vestido de rojo lo hacía defendiendo los colores del eterno rival, el Genoa. Hacia él eran dedicados los pitos que desde una desangelada grada se dirigían al terreno de juego, al menos hasta que duró en el campo. Su lesión fue, quizá, el principio del fin para el Sevilla, que perdió fuelle por una banda derecha que hasta entonces era un quebradero de cabeza para la Sampdoria. Un mal movimiento en un despeje en el centro del campo llevó al defensa directo al banquillo cuando estaba realizando quizá su mejor partido como sevillista. Motivado seguramente en lo que podría ser un derbi personal, el defensa se compenetró a la perfección con un Jesús Navas que encontró un apoyo en la banda que no tenía desde que se fue Daniel. Pero el palaciego, que podría jugar dos partidos consecutivos, empezó a mirar con su salida más hacia atrás que hacia la portería de Castellazzi.

Otra vez adiós en Italia, adiós a Europa, donde el Sevilla se exhibió por primera vez en mucho tiempo sin la bandera española en su camiseta. La segunda vestimenta de los hispalenses para la UEFA es azul, como la de la Sampdoria, por lo que el conjunto sevillano lució la roja con la que puso a sus pies el Santiago Bernabéu. La magia se acabó. Ni siquiera Palop, el héroe de Donetsk, de la final ante el Espanyol, de la otra final frente al Getafe y que también en Génova estaba siendo uno de los destacados, ni siquiera él, que sí que lucía los colores españoles en su costado como en las dos veces anteriores que levantó la Copa de la UEFA, pudo evitar el palo en esa tierra que se está convirtiendo en zona no grata para el sevillismo. Sólo un consuelo: ahora es más fácil centrarse en la Liga y la Copa del Rey.

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