Hubo vergüenza, lo que ayer lo era todo
Informe Técnico
Pese a la losa del descenso, el grupo compitió.
Cuando unas horas antes ya se había consumado la pérdida de la categoría, el partido ante la Real Sociedad giraba más en torno a conceptos como el orgullo, la dignidad, la profesionalidad. La vergüenza. Sustantivos que atienden más a la actitud que debía mantener el Betis, por deferencia hacia esa afición a la que tanto está haciendo sufrir. Porque de la aptitud ya mucho se ha escrito, y poco bueno, en las 34 jornadas precedentes. Y los verdiblancos, por lo menos, tuvieron la decencia de ponerle interés y de plantearle cierta dificultad al que se jugaba algo anoche, la Real Sociedad.
Defensa
Esta vez, Calderón dejó a Reyes más anclado por delante de la zaga de cuatro, con N'Diaye apoyándolo cuando el rival tenía la pelota y proyectándose con su empuje cuando tocaba atacar. El esfuerzo del fornido medio francés y de Juanfran por correr para atrás ayudó a que los defensas verdiblancos neutralizaran esa línea de mediapuntas de la Real que constituye sin duda su mejor virtud. Carlos Vela empezó por la derecha, pero pronto detectó la zona blanda del Betis, al otro lado de la cancha, por donde pululaba Chica y Perquis, a veces, salía de su zona de forma un tanto osada persiguiendo a su par.
Todo se vino abajo al inicio de la segunda parte con esa entrada, destemplada y más propia de un infantil, de Juan Carlos a Vela en el área.
Ataque
Como viene siendo habitual en las últimas semanas, el aire fresco del ataque bético lo aportaron cerca de la cal Juanfran y Juan Carlos. Pero de nada sirvieron esas incursiones por fuera. Buenos centros se perdieron en la nada por la ausencia de Rubén Castro, arrugado en la banda izquierda, y la escasa pericia de Braian.
De nada sirvieron los retoques ofensivos de Calderón: Baptistao por el bullicioso Juanma entre líneas, primero, y Jorge Molina por Juan Carlos a falta de un cuarto de hora para que Chica se cambiara a la banda izquierda y Juanfran se retrasara al lateral. Molina, Leo, Rubén Castro y Braian acabaron muy arriba, atascando el ataque, sin un surtidor de juego por detrás. Por las alas persistió la voluntad de tirar del grupo, al menos.
Virtudes
Vergüenza profesional.
Talón de Aquiles
La Liga sentenció que su aptitud no le ha dado para salvarse.
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