Opinión
Eduardo Florido
El estancamiento retórico de García Pimienta
Los focos estos días se han centrado, con razón, en el beso que el todavía presidente de la RFEF, Luis Rubiales, dio a la jugadora de la Selección Jenni Hermoso tras ganar el Mundial de Australia y Nueva Zelanda.
No fue el único gesto vergonzoso que dejó el máximo responsable del fútbol español en un evento retransmitido en directo a todo el mundo. En el palco, sentado junto a la Reina Letizia y la Infanta Leonor, Rubiales se llevó la mano a los genitales para celebrar el gol de Olga Carmona. Una actuación impresentable destacada por numerosos medios internacionales.
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