¡Cómo se valora un 1-0!
El Sevilla se reencuentra con el triunfo casi un mes después tras imponerse al Hércules en un partido que dominó casi siempre · Rakitic, uno de los recién llegados, decidió con su primer gol.
Lejos parecen ya los tiempos en los que el Sevilla ganaba muchísimo más que perdía y se establecían agotadores debates sobre el fútbol de los nervionenses después de cada triunfo. Ahora la cosa es mucho más prosaica y un triunfo, aunque sea por 1-0 contra el Hércules, tiene un valor incalculable, entre otras cosas porque, salvo el Atlético de Madrid, ninguno de los equipos que pugnan por los mismos objetivos fue capaz de sumar los tres puntos en esta jornada. Está claro que lo importante, lo único que tiene trascendencia real en este deporte, es ganar por mucho que antes pareciese lo contrario.
El Sevilla necesitaba un triunfo como el comer para volver a creer en sí mismo. De nada valía haber subido varios puntos el rendimiento global del equipo en los dos últimos encuentros contra el Racing y el Oporto, ambos habían concluido con sendas derrotas en el casillero y eso, al final, se lleva por delante todas las buenas sensaciones que se puedan producir. Por eso, porque perdía y volvía a perder, se analizaba en todos los foros la labor de Gregorio Manzano como entrenador, y no precisamente con piropos hacia el trabajo del jiennense.
La conclusión a todo lo anterior es que en el fútbol lo importante es sumar los tres puntos y si es con un fútbol exquisito, pues mejor todavía, pero lo fundamental es que el aficionado pueda bajar por esas escaleras de los vomitorios del estadio, en este caso el Pizjuán, desgranando las razones por las que los suyos han vuelto a sumar tres puntos. Después ya llegará el momento para discernir, si hace falta, cuál era el sexo de los ángeles, que las discusiones sobre todos los aspectos de este deporte son las que se encargan de sazonar el mismo.
Así que el punto principal y, por tanto, digno de elogiar en este caso es que el Sevilla salió triunfador del partido, que sumó, por fin, tres puntos de golpe, algo que no conseguía desde no se sabe siquiera cuándo. Sí, cuando el Levante cayó por 4-1 en el mismo escenario y desde entonces ha transcurrido casi un mes exacto y se han litigado varios choques por medio. Esta victoria fue menos clara y, lógicamente, tuvo la incertidumbre del marcador, pero también conviene resaltar que el conjunto sevillista supo llevar el juego hasta donde más le convenía para salir como ganador.
Que el Hércules también tuvo alguna opción, que uno de los saques de esquina de la prolongación que concedió Turienzo Álvarez pudo acabar en la redes de Javi Varas a través de cualquier accidente del juego... Sí, es evidente que siempre puede ser así, pero habría sido una más de las injusticias balompédicas que últimamente se han vuelto en contra de los intereses del cuadro blanquirrojo. Porque el equipo que siempre supo manejar aquello era el que dirigía Gregorio Manzano.
El técnico nervionense ni siquiera le dio excesiva trascendencia a la fatiga física acumulada el jueves ante el Oporto y apenas introdujo tres futbolistas de campo como refresco. Escudé, Diego Capel y Negredo, aparte del guardameta Javi Varas, eran los que ingresaban, pero el Sevilla sí supo recitar esta vez una lección que pasaba por ignorar el centro del campo y buscar la superioridad sobre Farinós en el juego directo. Los laterales se cerraban hacia dentro, los centrales daban un paso adelante para buscar el rechazo, los mediocampistas ídem de ídem y los extremos debían estar atentos a cualquier balón peinado. El resto correspondía a Negredo y Luis Fabiano, Luis Fabiano y Negredo, quienes se encargaban de ganar la mayoría de estos balones que llegaban por el aire.
El método tal vez no gustara a los puristas, pues teóricamente el Hércules, con mayor número de centrocampistas, tenía el balón, mas no pudo ser más eficaz. En el minuto 22 salió todo perfecto para los blancos. Javi Varas, Luis Fabiano, Negredo y gol de Rakitic llegando desde atrás. El Sevilla ya había tenido incluso un par de oportunidades claras con anterioridad y ahí acertó de pleno.
Desde entonces la consigna fue proteger lo máximo posible a Javi Varas y tratar de cazar alguna contra. Eso, lo de los contragolpes, parece algo imposible en el Sevilla. Siempre falla algún detalle para que sean eficaces, unas veces es la elección de un pase, otra un mal remate o lo que sea, pero lo que sí existió esta vez fue un control absoluto del juego.
Se exceptúa algún despiste, como no seguir un balón que se iba fuera y alcanzó Kiko para que Trezeguet tuviera la opción más clara del Hércules, y los sevillistas manejaron aquello con cierta solvencia. Mejor así, porque ganar, aunque sea por 1-0, es el fin último de este juego llamado fútbol. ¡Cómo se valora, ahora, un 1-0!
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