El tercer sueño de Emery
El deseo pendiente de cumplir por el guipuzcoano es vivir una final de Copa, competición que se le resiste y en la que su cota más alta se sitúa en dos semifinales, una en Valencia y otra en Sevilla
Unai Emery ha contado varias veces en Sevilla que cuando firmó, en una de sus primeras charlas con Del Nido, éste le preguntó si no le gustaría conocer lo que se siente al ganar un título. El técnico, que traía una idea fija, mencionaba siempre que su mayor reto era disputar la Champions con el Sevilla. Luego -ha relatado el de Fuenterrabía- comprendió por qué el entonces presidente le pregunto eso.
Emery ha podido saborear la conquista de estos dos retos: ha levantado dos títulos, en Turín y en Varsovia, y ha paseado el nombre del Sevilla en la máxima competición continental, eso sí, con las dificultades que entrañaba el grupo más fuerte que deparó el sorteo. Pero el tercer gran deseo del preparador gupuzcoano está aún por cumplir: jugar una final de Copa.
La trayectoria de Emery en el torneo que mañana escribirá un nuevo capítulo en Nervión con la visita del Mirandés no ha tenido mucho brillo por una cosa o por otra. Dos presencias en semifinales, una con el Valencia y otra con el Sevilla, son sus hitos más altos desde que tuviera contacto con ella, prácticamente desde que decidió colgar las botas en Lorca y hacerse cargo del vestuario, una transición que lo pilló justo en mitad de una eliminatoria ante el Atlético que Emery disputó en la ida como jugador, un 1-3 casi imposible de levantar ante un coloso para un equipo de Segunda B. En la vuelta, el segundo partido ya en el banquillo, el Lorca de Emery perdió por 2-0 en el Calderón.
En el equipo murciano su debut no llegó en la Copa por muy poco, pero en el Sevilla la presentación de Emery sí sucedió en este torneo, en Zaragoza tras la destitución de Míchel. Un 0-0 que después se encargaría de rematar el cuadro blanco en Nervión con un contundente 4-0. Después llegaría la cota más alta del Sevilla en los últimos tiempos en esta competición que en la última década le ha dado dos alegrías a la hinchada con títulos en 2007 y 2010. El Atlético de Simeone y Diego Costa (demoledor el hispano-brasileño en la vuelta en el Sánchez-Pizjuán) cortó el paso a aquel Sevilla en el que en la ida debutaba Beto prácticamente nada más bajarse del avión y Fazio rechazaba en la víspera una jugosa oferta del Zenit. Dos penaltis y un 2-1 alentador por ese gol de Negredo para la vuelta que se quedaría en nada aquella noche en la que Spahic era vendido horas antes del partido y Botía les dejó hacer a Costa y Falcao prácticamente lo que quisieron (2-2).
La experiencia de Emery en esta competición desde aquello ha sido poco alentadora. La eliminación a manos de un Racing en Segunda B fue un episodio bochornoso que sirvió para aprender varias lecciones. El Sevilla, además, traía un 0-1 a casa, pero aquella noche en Nervión parecía que campaba a sus anchas el mismo fantasma de otra jornada de infausto recuerdo ante el Isla Cristina. Los cántabros, que luego se retirarían de la competición en protesta por no cobrar sus nóminas, lograron un sonrojante 0-2.
La pasada temporada la decepción llegó ante el Espanyol tras golear al Sabadell (1-6 y 5-1) y al Granada de Caparrós. Y llegó sobre todo porque el sevillismo se frotaba las manos al deparar el sorteo, entonces dirigido hasta la final, que los tres grandes fueran por el otro lado del cuadro en el que se encontraba el Sevilla. Sólo el Valencia era una amenaza para los blancos, que partieron demasiado el equipo en Cornellà, donde el centro del campo dejó muchos huecos y Caicedo contribuyó a que la empresa de remontar un 3-1 en casa no fuera fácil. Y eso sucedió, que el 1-0 con golazo de Diogo Figueiras fue insuficiente.
Aquello cortaba de raíz la posibilidad de cumplir otro deseo pendiente, un sueño que para que se cumpliera tampoco se alinearon los astros en su paso por Valencia. Curiosamente, junto al Turia disputó dos apasionantes duelos coperos contra el Sevilla, uno en su primera temporada, en unos cuartos de final que en Mestalla se calentaron con un gol muy protestado de Adriano (3-2) y que el equipo de Jiménez remontó en Nervión (2-1) y otra en la que sí resultó vencedor el técnico vasco en octavos frente al Sevilla de Míchel. Fue en su última campaña como técnico valencianista y que se decidió por el valor doble de los goles fuera de casa tras un 1-0 en Mestalla y un 2-1 en el Sánchez-Pizjuán. Aquella edición, tras dejar en la cuneta al Levante en cuartos, el Valencia llegó a semifinales, donde se topó con el Barcelona de Guardiola, que decidió en el Camp Nou (2-1) tras empatar 1-1. Esa campaña, quedando tercero en la Liga, Emery también se vio privado de una final en Europa, pues fue apeado por el Atlético en semifinales de la Europa League.
Por medio, dos ediciones en la que sólo pasó una ronda cayendo ante Villarreal y Dépor y, antes de su periplo en Sevilla, otra experiencia poco productiva con el Spartak Moscú en la Copa rusa, en la que cayó en la tanda de penaltis a partido único ante el Rostov.
Ahora, sobre todo tras el subidón que ha significado en el vestuario el 6-0 global y el espectáculo ofrecido ante el Betis, la Copa vuelve a ilusionar a un Emery que quiere escribir de una vez una página de oro en este torneo. Ha saboreado lo que es ganar un título y ya ha visto la Champions en Nervión, así que una final de Copa es su tercer sueño. Y el del sevillismo.
También te puede interesar