Un tango con variación de 'chanson'

El Ramón Sánchez-Pizjuán acoge el primer partido de alto voltaje en la presente Liga, derbi aparte. El Sevilla-Atlético de Madrid, un clásico de toda la vida, se ha convertido en el siglo XXI en un duelo con un significado distinto al de un encuentro liguero de envergadura, con un pique que a veces trasciende lo deportivo. Los enfrentamientos coperos, con eliminación del Atlético a manos del Sevilla cuando Reyes se iba al Arsenal, en 2004, la final ganada en el Camp Nou en 2010 con Reyes en las filas atléticas y las semifinales de 2013, que fueron para el equipo colchonero, añadieron sabor a un duelo enconado desde aquel polémico empate en 1951 en el viejo Nervión que hizo campeón de Liga a los madrileños. Tanta historia ha producido un crisol especial que acoge mil matices al que añadir otros nuevos: llega un cóctel argentino con sabor francés, con música de tango y variación de chanson. El acordeón parisino y el bandonéon platense con Bilardo y Menotti de trasfondo.

En el Sevilla hay ya ganas de tumbar la hegemonía del último sexenio del Atlético. La venganza colchonera por la derrota en la final copera de 2010 está siendo dura, pues desde que Diego Pablo Simeone desembarcó en el Vicente Calderón, la víspera de la Nochebuena de 2011, no le ha podido hincar el diente. Míchel, Marcelino y, sobre todo, Emery se han topado con ese muro infranqueable que ha sido el Atlético estos años. Pero ahora hay un nuevo panorama que añade atractivo al encuentro del domingo: la nueva vida con Jorge Sampaoli.

El duelo táctico entre los argentinos Sampaoli y Simeone ha animado al primero, supermotivado con la opción de resquebrajar la hegemonía de su compatriota, con la trascendencia que tendría ello en la Liga y también en su país. El técnico de Casilda aspira a su primer gran triunfo tras las frustradas finales veraniegas frente a los dos gigantes españoles. Las tribunas de opinión argentinas pueden arder con la división entre el menottista declarado que es Sampaoli -en recuerdo del Huracán de Menotti de 1973, dijo: "Sus equipos me llenaban los ojos"- y el que fuera pupilo de Bilardo en el Sevilla de aquella campaña en que Maradona fue sevillista, 92-93. Algo de amor propio también puede haber en Sampaoli. "Si eligen a Sampaoli para la selección me voy a jugar al tenis", dijo el Narigón este verano cuando la AFA tentó al técnico sevillista. Hay mucho de duelo ideológico en este partido.

Llega un Atlético líder, a dos puntos del Sevilla, con una versión más ofensiva gracias a su portentoso ataque. Simeone, tras acorazar en los primeros años a su equipo, tras bilardizarlo, le ha dado rienda suelta. Su Atlético llega más afilado que nunca, con el ex ídolo nervionense Gameiro como valor al alza, tras un dubitativo y criticado arranque, y formando una temible pareja de baile con su compatriota Griezmann. Tres goles lleva el ex sevillista por seis el ex realista.

Pero no les van a la zaga el argentino Correa, otros tres tantos, ni el belga Carrasco, con idéntico número. El frente de ataque rojiblanco, dinámico y difícil de fijar, será la mayor prueba que ha tenido hasta ahora la nueva filosofía del fútbol volcado al campo contrario de Sampaoli. Tras el arranque alocado ante el Espanyol, y las dudas lógicas por el excesivo paso atrás tras esa anarquía inicial (Éibar, Bilbao...), el argentino ya va afinando la sinfonía de su apuesta por el fútbol de control desde la posesión. Y para ello cuenta con otra pareja de baile formidable, también de acento francés: Nasri y N'Zonzi. Ambos llegan a la cita como verdaderos adalides del equipo, en un estado óptimo tanto física como anímicamente, después de que el marsellés haya confirmado su trascendencia con los dos goles en las dos últimas victorias a domicilio.

En el Sevilla la tarea goleadora está igualmente repartida. Sin tener un Griezmann destacado, Ben Yedder encabeza la tabla con cuatro goles (tres en Liga), y lo siguen Vietto y Sarabia, con tres, y Franco Vázquez y Nasri, con dos (si bien ambos acumulan tres en total). Sampaoli, no obstante, ha pedido más eficacia a los suyos. Sabe que en juego está el orgullo propio, el del Sevilla y el del menottismo. Para tumbar al Atlético, no bastará con la posesión sin fin. El acordeón debe sonar finísimo. No hay disonancia posible ante ese tango con sabor de chanson que tan bien entona Simeone.