Ni un solo titubeo
mallorca | sevilla
El Sevilla tiene prohibido fallar en su pelea por acercarse a Europa Si con Emery aún no ganaron fuera, los blancos se miden al peor local de la Liga.
Pese a que las sensaciones hayan sido buenas en la última goleada ante el Celta -habría que empezar a incluir matices-, que el sevillismo tenga presente que su equipo se examina jornada a jornada sin margen para el error por culpa de pecados pasados. Todavía está muy lejos de su objetivo el equipo de Unai Emery como para pensar en que está luchando por entrar en Europa. El Sevilla, de momento, está en la pelea por acercarse a los puestos europeos, que los tiene no muy lejos, pero a cinco puntos todavía.
Por eso el Sevilla no puede entretenerse en hacer cuentas y pensar si los rivales que van por delante suya (Rayo Vallecano, Getafe...) fallan, porque el que tiene prohibido fallar es el conjunto de Unai Emery. Decía Luis Aragonés que un equipo debe llegar a las diez últimas jornadas de competición "bien colocado" para buscar los objetivos y el Sevilla ahora mismo no lo está ni mucho menos.
¿Que las sensaciones son buenas? Depende del día. En líneas generales, sí. Este Sevilla de Emery tiene las cosas mucho más claras que el de Míchel, pero aún debe mejorar en algunos parámetros. Para empezar, con el entrenador guipuzcoano todavía no ha ganado fuera de casa y que a estas alturas de campaña que un equipo con pretensiones europeas sólo tenga en su haber la raquítica cifra de una (una sola) victoria como visitante -en Riazor- dice muy poco del rendimiento de los blancos. Con Emery ni siquiera en Copa ha ganado el Sevilla fuera del Sánchez-Pizjuán, donde sí exhibe una seguridad con el de Fuenterrabía que es la que lo está haciendo tirar para arriba, aunque sea tímidamente.
Sólo el Celta y el colista presentan peores números a domicilio que el Sevilla, lo que, curiosamente, contrasta con las nulas prestaciones del Mallorca ante su público. Los baleares llevan seis meses sin ganar en este siempre desangelado estadio, aunque de la mano de Manzano quieren recuperar, aunque sea una pizquita, algo de aquel son que los bermellones dibujaron precisamente con el entrenador jiennense cuando lograron ser el equipo más seguro en casa de toda Europa la campaña anterior al desembarco del técnico en Nervión.
Todos los antecedentes son buenos para el Sevilla en esta plaza, empezando por la manita que recibió el Mallorca entonces de Caparrós en la Copa y terminando por una estadística que dice que los nervionenses no han perdido en este estadio en lo que va de siglo, que son ya trece años, aunque para ser justos habría que añadir que aquí el Sevilla no perdió un partido, pero perdió la posibilidad real de ganar una Liga en la mágica temporada en la que Juande hacía sonar la orquesta como nadie recuerda. Ese empate dolió más que todas las derrotas, y ahí está, no cuenta como una de ellas.
Emery es el primero que es consciente de que el Sevilla tiena una final ante sí, que un tropiezo puede tener consecuencias, no fatales, pero sí con la suficiente gravedad como para apretar los dientes.
Llega con Fazio entre algodones y cruzando los dedos para que Botía esté concentradito y que no le pasen factura ni sus pifias con Diego Costa y Falcao ni la bofetada sin mano que le dio su entrenador poniendo a Fernando Navarro en su puesto ante el Celta. El lateral catalán volverá a su puesto y Alberto Moreno esperará su oportunidad esta vez desde el banquillo tras tres partidos consecutivos como titular en el primer equipo. El resto será lo esperado, un equipo cantado con Reyes incluido porque además es que no hay mucho más donde escoger.
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