La soledad del uno

Del Nido, retirado de la escena pública en Semana Santa, necesita recuperar la cohesión de la cúpula para acometer el obligado plan de austeridad. Emery, su apoyo más palpable hoy.

La soledad del uno
La soledad del uno
Juan Antonio Solís / Sevilla

26 de marzo 2013 - 05:02

El Martes Santo del pasado año, José María del Nido representaba a su Sevilla en la iglesia de San Benito, ante la señera cofradía de la Calzada. Allí ejercía su labor social, que por algo se siente, como presidente del club de Nervión, la segunda persona más importante del mundo después del Papa. Hoy, de nuevo Martes Santo, el rector disfruta de unos días de descanso fuera de su ciudad. Resulta extraño, y sintomático, que en lugar del trajín propio de tan señaladas fechas, en lugar de esas apariciones en actos tan de su gusto, Del Nido haya preferido tomarse unos días de sereno asueto. Y de meditación, que no son pocos los frentes que lo aguardan, entre ellos los circunscritos al club de sus amores.

El próximo 28 de mayo cumple el abogado sevillano 11 años al frente del club. Pero nunca acometió un tránsito entre temporadas tan espinoso como el que afronta cuando la campaña baje el telón. Él lo tiene muy presente. Y para más inri, la trayectoria descendente que describe la entidad desde hace tres años -ese duro revés ante el Sporting de Braga en la previa de la Champions-, con pérdida de ingresos, la aparición del déficit y los recortes presupuestarios, viene aparejada con la desmembración de la cúpula que contribuyó a levantar aquel equipo campeón.

Hace cuatro años, con el Sevilla asentado en la tercera plaza de la Liga y camino del pase directo a su segunda Champions en tres temporadas, logro que agarró en la penúltima jornada, Del Nido presentó su ambicioso Plan Estratégico 2009-14. Entonces, el club levantó un organigrama que debía cimentar la consolidación del Sevilla FC, S.A.D. entre los mejores del fútbol nacional. En el cuadro de ese plan, bajo la presidencia, figuraban como piezas maestras José María Cruz (director general), Monchi (subdirección general deportiva) y Manuel Vizcaíno (subdirección general de organización y gestión).

Hoy, a un año de que concluya ese plan, el Sevilla, lejos de codearse con los mejores de España, se daría con un canto en los dientes si se mete en la Liga Europa. Además, José María Cruz dejó la dirección general para encauzar su vida profesional por otros derroteros; Monchi anunció en la Junta General de Accionistas del pasado diciembre que dejará de ser consejero y que sólo seguirá siendo director deportivo "si se cumplen los objetivos marcados", y las posturas de Manuel Vizcaíno, el subdirector general de Organización y Gestión, y del presidente, que han sido uña y carne en la trastienda del club, tuvieron un punto de fricción en la gestión del caso de los Biris.

Según fuentes internas del propio club, Del Nido y Vizcaíno han disentido en el modo de gestionar el enfrentamiento con los Biris, que estalló desde aquella batalla campal de un grupo de radicales en Rota, durante un bolo estival. Ese desencuentro, hoy parece que zanjado, perturbó demasiado el arranque de la temporada. Consultado por este periódico, Vizcaíno desmintió que hubiera desavenencia alguna entre él y su presidente, aunque prefirió no realizar declaraciones.

La figura de Monchi ha sufrido un evidente desgaste en estos tres años de regresión. Porque sus fallos en la contratación de nuevos jugadores han sido más que sus aciertos, porque la planificación de la presente temporada deja al descubierto demasiados agujeros -puestos cogidos con alfileres por cantidad y calidad, y en demarcaciones troncales como son la de central o la de goleador- y por el decisivo papel que desempeña el grupo inversor Doyen en las pautas de la secretaría técnica.

Bajo el inestable escenario planteado, al menos José Castro, el vicepresidente de la sociedad anónima deportiva y mascarón de proa del influyente grupo de Utrera y delfín de Del Nido, apunta a no mover un ápice su sillón con vistas a la peliaguda planificación de la próxima campaña.

El otro punto de apoyo para Del Nido -aparte de su núcleo familiar, cada vez más presente en el club- no se encuentra en los despachos. Radica en la hierba: Emery. El vasco ya da los pasos oportunos para gozar del beneplácito pleno de la cúpula cara al próximo verano. Su discurso es coherente con el nuevo mensaje de austeridad extrema que ya se vende institucionalmente. "Hemos perdido efectivos, pero no potencial", dijo el jueves de la semana pasada, acatando que nadie haya cubierto la marcha de Spahic y abonando el terreno a lo que le espera en verano: la posible venta de uno de sus puntales. Un día antes de esas palabras, Del Nido había reconocido que el presupuesto debe sufrir un recorte progresivo, en el próximo trienio, en torno a los 20 millones.

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