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Un sinsabor en el epílogo (2-0)

El Sevilla sucumbe ante el Barcelona en la prórroga al no aprovechar su superioridad numérica. Messi tiró de los suyos para dejar el curso blanco en sobresaliente.

Foto: A. Pizarro
Francisco José Ortega./ Enviado Especial A Madrid

23 de mayo 2016 - 05:02

El Sevilla no pudo completar su semana gloriosa. Los blancos sólo podrán pasear hoy por las calles de la ciudad la Liga Europa después de caer ante el Barcelona de Messi en la prórroga de un partido vibrante y que no se ajustó, para nada, al guion que estaba previsto. Porque el cuadro de Unai Emery se encontró con una gran oportunidad para protagonizar un doblete histórico cuando fue expulsado Mascherano en el minuto 36 por derribar a Gameiro cuando era el último hombre del entramado defensivo azulgrana. Pero los nervionenses no fueron capaces de aprovechar esa ventaja en el segundo periodo y sucumbieron cuando se igualaron las cosas con la marcha precipitada de Banega tras ver la segunda tarjeta roja de la noche.

Está claro que nadie podía prever un desenlace así en las vísperas, cuando el Sevilla arribaba a Madrid sin ningún tipo de presión, con la sensación de que ya le había puesto el sobresaliente a su temporada y que sólo le restaba culminarla con una matrícula de honor. Pero el fútbol es caprichoso y trasladó la presión al cuadro Unai Emery cuando absolutamente nadie se lo esperaba. Está claro que siempre es mejor jugar 11 contra diez, pero fue como sacar a un tren de los raíles por los que camina siempre.

El Sevilla había protagonizado hasta entonces un partido más que serio, con un planteamiento de jugarle de tú a tú al gigante azulgrana y apenas sufrió en defensa durante ese primer tramo del litigio. Apenas se acercaban Messi y compañía a través de los saques de esquina que cerraba Rakitic para que sufriera Sergio Rico y sus defensas a la hora de sacar el balón de la zona caliente. El resto era un juego tremendamente equilibrado por parte y parte, donde los sevillistas no tenían miedo a manejar el balón en las zonas más retrasadas para que el Barcelona sufriera en su deseo de recuperarlo.

En ataque todo se limitó a una llegada de Coke, que no fue capaz de conectar un disparo en un pase atrás que lo dejó con todo a favor. Hasta que Iborra, elegido como era previsible en el sitio del sancionado N'Zonzi, peinó un balón hacia atrás y Gameiro se escapó de Mascherano para que el argentino lo derribara a través de un agarrón. Ahí debía mutar el sentido del juego, pues el Barcelona tampoco estaba muy fino físicamente y se quedaba con diez jugadores sobre el campo con mucho tiempo por delante. La jugada pudo ser aún más productiva de no mediar un paradón de Ter Stegen en el correspondiente lanzamiento de falta por parte de Banega.

Está claro que la presión viraba hacia el lado del campeón de la Liga Europa, quien debía tomar la iniciativa a partir de ese instante para batir al cancerbero alemán de los azulgrana. Así se llegó al intermedio, con esa sensación tan inesperada, y de la misma manera iba a arrancar el segundo periodo. El Sevilla aceptaba el rol de pasar a ser el dominador del juego, incluso de arriesgarse a ser cogido en una contra por la calidad del tridente de los barcelonistas.

La primera opción clara de gol llegaría pronto, a través de otro disparo desde el borde del área de Banega que se estrelló en el poste de la portería de un Ter Stegen batido. El Sevilla ya era el claro dominador en esa fase y tenía el balón siempre muy cerca del área rival, pero ahí se le nublaban un poco las ideas y parecía incapaz de hallar los caminos para hacerle daño de verdad a un Barcelona que estuvo entregado a su sino durante esos instantes.

Era, pues, un acoso ficticio, un asedio más que nada, pero todo se limitó a un disparo repelido de Krychowiak desde el borde del área o un centro-chut de Escudero que se envenenó y se estrelló cerca de la escuadra. Después incluso Iborra reclamaría de forma airada un posible penalti de Daniel cuando parecía que el valenciano tenía un remate con todo a su favor. No fue mucho, por tanto, para jugar 11 contra diez durante tanto tiempo. Además, el único cambio al que apeló Emery no le pudo salir peor por la impericia de un Konoplyanka que tampoco esta vez fue capaz de decidir para los sevillistas.

Camino de la prórroga, sin embargo, hay otra jugada decisiva, un error de Coke acaba con Banega expulsado por derribar a Neymar. Fue un mazazo que no supo digerir un equipo ya muy fundido, con Krychowiak visiblemente tocado. Y quién podía aprovechar esas circunstancias, pues Messi, quién si no. El argentino se volvió a situar casi en la posición de un base de baloncesto para habilitar a los suyos en sus subidas y Jordi Alba sacó provecho de ello. El Sevilla tuvo orgullo, tampoco se rindió esta vez, pero sencillamente no pudo. Sergio Rico lo salvó varias veces hasta el 2-0. Estuvo cerca la posibilidad de un doblete histórico, es verdad, pero la nota no baja para el tricampeón de la Liga Europa. Se queda en sobresaliente, nada más y nada menos que sobresaliente, y a por el próximo curso...

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