El sevillismo se pregunta... (1-0)

Amistoso · Córdoba-Sevilla

Otra paupérrima imagen en Córdoba a dos semanas de la Liga engorda las dudas.

El debutante Cicinho, cabizbajo mientras los jugadores del Córdoba celebran en 1-0.
El debutante Cicinho, cabizbajo mientras los jugadores del Córdoba celebran en 1-0.
Jesús Alba

02 de agosto 2012 - 05:02

Metidos ya en agosto, el sevillista pide algo más. No acaba de verlo pero a lo mejor tampoco se lo enseñan. Míchel sigue mezclando a titulares con suplentes, sigue haciendo cuatro o cinco cambios a la vez, sigue alineando a jugadores que no tienen pinta de que vayan a valer para el Sevilla y sigue haciendo jugar a su equipo al mismo ritmo con el que bastaba para golear a la Roteña. Cuando los horarios de las tres primeras jornadas están ya fijados, el sevillista aún no sabe qué Sevilla se va encontrar. Y eso es grave. A dos semanas de que empiece la competición es grave.

El sevillista aún no sabe qué pareja de centrales es la titular de su equipo. Y, metidos ya en agosto, eso es grave. El eje de la defensa es como el chasis de un coche y si no hay chasis a estas alturas, a lo mejor no, pero puede llegar a ser grave. El color metalizado y el acabado de las puertas importa, pero el coche del Sevilla ahora mismo, pendiente de fichar a un central, desconoce cuál es su número de bastidor. Pero a lo mejor que el sevillista no lo sepa no tiene la misma importancia a que, por ejemplo, no lo sepan Palop o Diego López. Un portero a estas alturas debe saber qué dos futbolistas va a tener delante, o al menos uno, y un equipo debe saber quiénes van a marcar los tiempos desde atrás.

Y de ahí parten algunas de las razones para que en Córdoba se viera la imagen de un Sevilla desangelado, sin identidad, paupérrimo y sin intensidad ni ritmo. Para empezar, se presentó con un equipo extremadamente joven en su alineación titular, con un capitán, Rakitic, con apenas dos años en el club. Que parecerá una tontería, pero que no es una sensación buena para un equipo de Primera preparándose para competir en la élite en poco más de quince días. Por todo eso, era normal que el sevillista se fuera preocupado a la cama ayer. Lo de San Fernando pudo ser una anécdota. Ahora, cuando la preparación ya debe estar más avanzada, caer ante el Córdoba y dejar pasar otros noventa minutos contra un rival de inferior categoría sin tener ni una ocasión de gol -si se me permite- es grave.

Y mira que había ganas de ver cosas. Primero, a Cicinho en su debut, luego, a Kondogbia en un partido más serio y con más minutos, otra vez a Campaña, las primeras carreras de Jesús Navas y Negredo... Porque ahora mismo la esperanza que tiene el aficionado es que con estos dos, con los campeones de Europa, el Sevilla cambie y sea otro.

Cicinho, titular con medio entrenamiento con sus nuevos compañeros, en una liga nueva, en un continente nuevo..., tiene una propuesta de fútbol del que gusta en Sevilla. Pero, ojo, del que gusta si se hace bien, porque si no, en Nervión son muy dados a tomarse estas cosas a chanza. Pero el futbolista recién llegado del Palmeiras es un lateral de los que se hacen amigo del balón muy rápido. Entiende el fútbol de ataque con rapidez y cuando se acople con Jesús Navas pueden surgir cosas interesantes. La duda está en si a la hora de defender aguantará el tipo ante adversarios con más nivel y más fuerza, pues tiene un físico tirando a fragilito.

Pero el debut de Cicinho fue pasando a ser anecdótico conforme los minutos iban desnudando cada vez más a un Sevilla incapaz y superado por el Córdoba. ¿Debe seguir siendo la excusa que las piernas tienen que pesar en esta época del año? Ya no tanto, porque sería muy malo que pesaran ante el Getafe.

No apareció el Sevilla ni con Navas y Negredo porque el bloque no arrancaba. Kondogbia dejó muestras de calidad, pero también de candidez, igual que Campaña, pero ¿las culpas para quién serán? Al Córdoba le fue fácil ganar el centro del campo y llevarse el triunfo en una acción inaceptable de Bernardo. En fin, en estos casos se dice eso de que hay trabajo por delante. Porque lo que es tiempo...

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