El sevillismo delegó en Del Nido

Sólo una pitada final, muy lógica tras el empate en el 92, y silencio absoluto sobre Jiménez, fue la reacción de una afición que apoyó de veras sin saber adónde mirar, antes de conocer la destitución del entrenador

El sevillismo delegó en Del Nido
El sevillismo delegó en Del Nido
Eduardo Florido / Sevilla

24 de marzo 2010 - 05:02

¿Fue ayer el último partido de Jiménez en el banquillo del Sevilla? Sí, lo fue al comunicar la entidad su destitución tras el encuentro e incluso la comparecencia del técnico. Ante la difícil tesitura en la que se encontraba Del Nido, no se puede decir que el sevillismo le echara una mano durante el envite, porque, en contra de lo que se esperaba, no hubo una condena hacia el arahalense. El gol de Leandro en el minuto 92, tras un fallo en cadena de la defensa, desde la misma falta absurda de Stankevicius, sólo fue sucedido por una gran pitada, muy lógica después de que los hinchas vivieran una nueva frustración. No sonó el "Jiménez, vete ya", pero la cúpula dirigente decidió que no debía seguir al mando de un equipo que estaba con el norte perdido y que se va alejando poco a poco del objetivo de la Liga de Campeones.

Lo de ayer fue como alargar una agonía que padece el Sevilla en el último mes, como administrarle morfina a un moribundo para que, al menos, no sufra en su despedida de este mundo. Porque el Sánchez-Pizjuán no fue el volcán que se esperaba dada la situación del equipo y las sensaciones en torno a su ya ex entrenador. Sólo vive con absoluta desazón sin saber quién es el culpable de que se esté cayendo su equipo: ¿sólo el entrenador?; ¿los preparadores físicos?; ¿la planificación deportiva?; ¿el infortunio de las lesiones?; ¿el cuerpo médico?; ¿la sobredimensión que le ha dado Del Nido al club y al equipo?

No hubo crispación en el inicio del partido. El sevillismo, en menos número de lo habitual para ser un partido de Liga -el horario, la desazón, la escasa entidad del rival-, incluso apoyó con fuerza desde el principio y también en los peores momentos. Sólo a la media hora de juego, tras un periodo de nula salida del equipo, hubo una pitada más o menos generalizada. Pero el Sevilla reaccionó, aunque vio cómo Ayza Gámez pitaba el descanso cuando, ya con Kanoute en el campo por la lesión de Zokora, estaba poniendo cerco a la meta de Renan. El veredicto de la grada quedaba aplazado tras el intermedio, después de que la primera parte dejara dos nuevos lesionados que trastocaban los planes de Jiménez en el día de su adiós.

Pero el veredicto fue como una libertad condicional bajo fianza. Nervión estaba a punto de estallar a la hora de juego, conforme el Sevilla se volvía plano, hasta que Kanoute calmó las aguas. Luego, la afición, espoleada por su amor propio y por el hermanamiento con los xerecistas, empujó pese a que no le daba nada su equipo, que contemporizó y se conformó con el 1-0. El castigo llegó en el último suspiro, la grada delegó en Del Nido y éste giró el pulgar hacia abajo.

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