El sevillano que imponía su ley
José Luis Ruiz Bernal, una de las grandes figuras del atletismo local, fue el primer atleta hispalense en acudir a unos Juegos Olímpicos 'El Máquina' se recupera de una enfermedad
A nadie sorprenden ya las cifras de corredores que cada edición se apuntan al maratón sevillano. Lo mismo ocurre con las carreras populares. Correr es algo natural, el running forma parte de la ciudad. Pero hace tres o cuatro décadas, esa práctica era marginal. De románticos.
Aun así, Sevilla tuvo su punto de luz en el atletismo mundial gracias a un joven hispalense que en los años 70 realizaba marcas importantes para la época. Su nombre, José Luis Ruiz Bernal, o lo que es lo mismo, el primer atleta sevillano que participó en unos Juegos Olímpicos. Un nombre importante en el atletismo español. Menos en su propia ciudad, donde actualmente se encuentra recuperándose de una enfermedad. Sin duda, la carrera más dura de su vida.
Ruiz Bernal empezó en el deporte como tantos otros muchos jóvenes de su edad por aquella época, jugando al fútbol. Militaba en los juveniles del Sevilla cuando su colegio, los Salesianos de la Trinidad, organizó una carrera en conmemoración a la festividad de San Juan Bosco. "Llegué allí, sin haber entrenado ni nada, y gané la carrera. Muchos pensaron que me había colado", recuerda Bernal. A raíz de ahí se dedicó en cuerpo y alma a este deporte bajo las órdenes de José Luis Montoya, entrenador de varias generaciones de atletas además de escritor y periodista. "Lo ganaba todo. Cuando iba a competir decían: ¡ya ha venido el sevillano!", explica Ruiz Bernal sobre el mote por el que era conocido, como si ser atleta y a la vez sevillano fuese algo extraño. ¡Y además que lo ganase todo!
No es de extrañar que también lo conociesen como El Máquina. Y es que pocos meses después de aquella primera incursión en el atletismo, se proclamó subcampeón de España juvenil de 3.000 metros en San Sebastián con sólo 17 años. En 1970 ya fue internacional en el Cross de las Naciones disputado en Vichy (Francia). En 1973, fue reconocido como Mejor Deportista Sevillano. No había vitrina para tanto trofeo.
Sin embargo, no todo fue un camino de rosas para el esforzado corredor. Tras ser campeón de España de 5.000 en el 76 y conseguir con todas las de la ley la marca mínima para ir a los Juegos Olímpicos de Montreal, el equipo español no pensaba contar con él. "Lo pasé muy mal. Los periodistas sevillanos presionaron, y al final se consiguió", recuerda. Sobre todo gracias al papel de Santiago Sánchez Traver, máximo mandatario de la Federación Andaluza de Atletismo en aquellos años, y de Eugenio Montes Cabeza, presidente del Sevilla, que intercedieron por él. "Después de aquello tuve mucha presión y no pude hacer buenas marcas. Fue muy duro para mí", lamenta sobre sus 31:03.43 en 10.000 en su primera prueba olímpica.
En Moscú 80 tenía puestas muchas esperanzas por su edad y el salto a una especialidad más adecuada para su cualidades: el maratón. "También fui en 1979 campeón de España de Gran Fondo", puntualiza sobre una competición, por desgracia, ya desaparecida, en la que consiguió hacer un crono de 1:34.09.
Sin embargo, lo dejó muy joven, un año después de los Juegos, con apenas 27 años, cuando se casó y tuvo que llevar dinero a casa. La dura competencia con atletas como Mariano Haro o Javier Álvarez Salgado, junto con los problemas que siempre le dio el tendón de Aquiles, fueron otros motivos. Pero quizás fue Montreal 76 lo que le marcó. "Corté con el atletismo totalmente y me puse a trabajar. Sólo volví en dos ocasiones puntuales. Una en el 81, cuando al Sevilla le hizo falta mi ayuda para ascender a División de Honor", rememora sobre la primera vez que un equipo sevillano llegaba a la máxima categoría del atletismo español. "En el 83, volví poco tiempo. Hice marcas interesantes, pero no podía compaginarlo con el trabajo. Tuve que pedir el paro para entrenar y volver a la competición", explica. Eso sí, nunca dejó de lado el deporte: "Tenis, fútbol sala, ¡hasta petanca!".
El sevillano no podía compaginar los 25 kilómetros diarios necesarios para competir al máximo nivel con su labor como comercial de la marca deportiva Joma, por la que tenía que estar continuamente viajando. "Esta marca vendía en Andalucía sólo cuatro pares, como quien dice, en dos zapaterías", puntualiza. Y aun hoy en día es una marca que no ha conseguido introducirse del todo en Andalucía, a pesar de los diez años que vistió al Sevilla. "El atletismo en Sevilla no ha evolucionado", lamenta.
Sobre el boom de las carreras populares en la ciudad hispalense, Ruiz Bernal no quiere darle más importancia de la que tiene. "Ahora por cruzar la calle te dan un trofeo. Antes recibir un premio era sinónimo de esfuerzo, sacrificio y dedicación. Ahora, cualquiera puede recibirlo. El running y el atletismo no es lo mismo. Se ha perdido un poco la esencia", reflexiona El Máquina.
La moda del corredor globero le ha hecho siempre reír. "Solía decir que el que mejor ropa lleva en una carrera, es el primero en retirarse", bromea una persona que tuvo que vivir en sus propias carnes la incomprensión e incultura deportiva de la época en Sevilla. "¡Un pico y una pala! Esto me decían los albañiles mientras entrenaba. Una vez, corriendo por donde está ahora Pino Montano, entré en una venta en calzonas a beber agua. ¡Menuda cara tenían! Otra vez, un hombre se asustó al verme correr y me dijo '¿te pasa algo chico?", rememora. Anécdotas que se sucedían hasta hace muy poco.
Lo que queda de aquellos dorados años está en una habitación de su casa. Trofeos, fotos y recuerdos de una época en la que llegó a ser internacional con la selección española hasta en veinte ocasiones. El último objeto, una camiseta del Cross de Joma firmada por sus compañeros. También perduran anécdotas y curiosos encuentros por la calle, donde unos pocos recuerdan su figura. Ruiz Bernal abrió las puertas a un deporte casi inexistente en la ciudad. Quizás Sevilla le deba un homenaje.
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