El runrún de Nervión y la perspectiva de Emery
Sevilla | levante
Los chispazos de Gameiro y Konoplyanka aplacan el rumor inconformista de una grada que no deja de ver ganar a su equipo Reyes y Krohn-Dehli llenaron el vacío de Banega
Décimo triunfo seguido del Sevilla en casa. Suena a cotidiano. Es la rutina a la que tiene acostumbrados a sus seguidores este equipo que emboca febrero metido de lleno en los tres frentes de competición. Sin embargo, en la invernal mañana de ayer hubo un rumor de frialdad en el graderío. El viento atería las palmas y afilaba los silbidos. El aficionado que acude a Nervión cada 15 días, o en un intervalo menor en esta fase de emociones intersemanales, quiere ver un buen espectáculo y se encuentra, una y otra vez, lo mismo: un equipo que sale a ganar el partido por el camino más corto, sin concesión a la galería. Si para ello es necesario darle el campo a un equipo de Segunda División como el Mirandés o al colista de Primera como el Levante, sea. Manda la perspectiva de Emery, un entrenador resultadista desde su visión respetuosa de todos los rivales.
El propio entrenador sevillista comprobó en la mañana de ayer cómo se las gasta el público de Nervión cuando no está inflado por la emoción de un plato fuerte. El técnico, sancionado, vio el partido en el antepalco con Óscar Arias. Los goles, tan tempraneros el 1-0 y el 2-0, fueron acogidos con la frialdad del que aún está pendiente de ahuecar el asiento. Y luego, la discontinuidad del juego local y las estériles embestidas del equipo visitante le dieron la pauta de continuidad al partido. En la primera parte ya sonaron pitos aislados por parte del respetable, tras una presión descoordinada a la que no todos fueron de verdad.
Tremoulinas, autor del centro en el 1-0 (a los 52 segundos, minuto 1) también se llevó su magra ración de pitiditos ante su reiteración en desperdiciar el pasillo de la izquierda. En ese flanco coincidieron más de una vez Reyes y Krohn-Dehli, adalides del juego ofensivo que llenaron, con otro estilo menos sobón, el vacío que deja Banega: pases magistrales al espacio el utrerano, combinaciones rápidas y continuistas el danés. Una y otra vez, el lateral elegía la peor opción después de llegar con ventaja a ese rincón de privilegio. No está fino y el hincha ya se ha decantado por Escudero. Lo miran con lupa.
Antes del descanso, nuevo ataque del Levante y nuevos pitos: Rossi avisó con un intencionado disparo cruzado desde el tercio izquierdo de la frontal del área, sin marca. El italiano encendió la luz de alarma al aprovechar un error en cadena (el saque arriesgado de Sergio Rico, el mal control del presionado Cristóforo y el fallo en el blocaje del meta). Y en el minuto 71, en otro amago del Levante ante un Sevilla roto por el centro con Cristóforo ahogado y sobrepasado, la pitada ya fue contundente y general. Reyes ya no participaba tanto, Krohn-Dehli no tenía con quién hilar los ataques, el cambio de Konoplyanka, fallón, por Iborra, que ayudaba a sostener, no funcionaba... Hasta que el ucraniano se inventó un golazo.
Como en otras tardes, los chispazos de Gameiro -12 goles en Liga ya- fueron decisivos. El Sevilla juega al son del francés, mucha gente por detrás del balón y mucho espacio por delante de su goleador. Ahí es donde el menudo delantero se luce, tira desmarques, señala los caminos... en jugadas rápidas. Quizá no haga falta sobar tanto el balón. Y eso llega a ser fastidioso. La pista la dio Emery en su rueda de prensa. A ras de césped cada llegada del rival parece que puede ser gol. Desde arriba, el peligro imaginado no es tal. Todo está bajo control, aunque desde el banquillo, a veces, se ve más peligro del real.
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