Sin riesgo no hay gloria (2-1)
Liga de campeones
El Sevilla cae en el descuento ante el City en un partido que pareció no creer que podía ganar. Maniatado su millonario rival, quitar a los dos pilares del juego no pareció el mejor negocio cuando la cita pedía a gritos dar un puñetazo en la mesa.
Boskov habría escrito un libro amplio y detallado sobre el partido que el Sevilla perdió este miércoles en Manchester ante el adinerado City. Liga de Campeones. Inglaterra. Corazón industrial del norte de la isla. Cuenta corriente sin límites y un equipo cuyos miembros que se caen de la convocatoria jugarían en cualquier equipo. En el Sevilla, sin ir más lejos. Pero ocurre que el Sevilla no sólo aguanta el pulso al Manchester City en el Etihad Stadium sino que amenaza con arruinar el curso europeo del club más caprichoso de la Europa futbolística. Con fútbol y con más fútbol. Hasta que, como deslizaron tanto el entrenador como el presidente, el empate empezó a pesar. Y el Sevilla se olvidó de ganar porque el empate era bueno por definición y se quedó sin él de la forma más tonta y más inesperada, con un cinco contra dos en el descuento que ensombrece un trabajo extraordinario y complica de manera más que notable el futuro nervionense en la competición de competiciones.
Emery prescinde de N'Zonzi y sitúa a Banega junto a Krychowiak. Lo que parece una opción contraproducente en tanto en cuanto el Sevilla se ha enamorado del francés por su papel en Inglaterra y la cita parece propicia para verle en su hábitat lógico, se convierte en un notable acierto puesto que la presión inglesa sobre la posesión del Sevilla es tan ligera que cuesta ver al City como un candidato serio al trono continental. Banega hace y deshace, Krychowiak fija y Konoplyanka se enseña en el escaparate más goloso como un desequilibrio absoluto. Ni Jesús Navas, especialmente activo, tapa que el ucraniano frunce el ceño del aficionado citizen mientras Banega se aduela del tempo porque al City no le apetece jugar intenso y espera alguna contra para intentar derribar a su osado oponente.
Gameiro, como se espera de él, saca de quicio a Mangala e incluso a veces a Otamendi para que Vitolo y Konoplyanka puedan encarar sin apenas ayudas, porque De Bruyne, Sterling y Navas están lo bastante lejos y son Toure y Fernandinho los que restan lo que pueden. El Sevilla se quita el miedo bien pronto y desde el cuarto de hora domina sin paliativos a un rival que le multiplica varias veces en todos los indicadores que se quieran medir.
Pero el fútbol es mucho más que dinero y Konoplyanka tiene en su mano retratar el modelo del City con una falta en la que Rami y Mangala se reparten de todo menos autógrafos y el ucraniano sorprende lanzando directo al palo corto de Hart, e incluso el rechace se convierte otra una clarísima ocasión en la que Krychowiak obliga al meta inglés en recordarle al Sevilla que en las islas hay pocos porteros buenos pero que los pocos que juegan en la Premier juegan por algo. De hecho, Hart ha sido muchas veces el único inglés portero titular en un equipo de la Premier...
Un leve desajuste defensivo local permite a Vitolo pisar la línea de fondo y, con todo el mundo pendiente del balón y de Gameiro, centrar atrás para que Konoplyanka haga línea y ponga al Sevilla en órbita. 0-1 y jugando una barbaridad. Pero muy poco después Yaya Touré se marcha de Kolodziejczak como si jugara al fútbol sala y el remate de Sterling lo saca Sergio Rico para que Bony le dé de manera hasta ridícula con la mala suerte de que la rodilla de Rami mete dentro un balón condenado a la más absoluta de las mediocridades.
El repaso resulta importante a pesar del empate y el Sevilla comienza a creer que Manchester puede convertirse en el gran baculazo de su apuesta futbolística. Se lo creen los jugadores pero, ¿se lo cree el entrenador? Con el City manitado por completo Banega se va a la caseta. Por mucho que esté aún en proceso tras su lesión, la exigencia defensiva que le provoca el equipo local es mínimo y hasta andado podría haber dominado el juego de cabo a rabo. Quitar a los mejores tiene sus riesgos y ocurre que el Sevilla no va a por el partido de cara, parece como que se conforma, y tras Banega desfila Konoplyanka para convencer a quien quiera verlo que el empate es extraordinario, como un regalo, cuando el Sevilla se había hecho acreedor del gran bingo en el corazón industrial de Inglaterra.
Pellegrini, conservador hasta lo indecible, hace los cambios que puede porque tiene a las dos piedras angulares del equipo KO (Agüero y Silva), pero el City es un fantasma en su propio estadio y sin Navas y Touré habría patinado de manera ruidosísima. El Sevilla empeora con los cambios mucho más de lo que el juego local hace mostrar, pero en ningún caso es merecedor de recibir un segundo gol ya en el descuento cuando el punto era la vida y la derrota, fraguada en un incomprensible uno para uno entre De Bruyne e Iborra al borde del área –el belga definió de cine pero nunca debió definir–, deja en el alambre a un Sevilla alejadísimo del espanto de Turín y con la suerte de espaldas para rascar en un estadio que, quién lo diría, celebró con agonía lo que debería haber sido para ellos una obligación irrenunciable. Viéndoles jugar, despacito y a las claritas, pareciera que nunca se vieron en desventaja, pero a poco que el Sevilla (o su banquillo) se lo hubiera creído de verdad...
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