La realidad de la natación sincronizada: "Con 17 años llegué a aborrecerla"
Alisa Ozhogina asistirá con tan sólo 23 años a lo que serán sus segundos Juegos Olímpicos, forma parte del equipo nacional y del dúo junto a Iris Tió, aunque de no ser por un viaje a sus orígenes nada de esto hubiera pasado
Su exigencia y el confort de Sevilla aplazaron la decisión de Marina García de mudarse al CAR de Sant Cugat (Barcelona)
Sevilla/"Ningún deporte de élite, y esto no es ningún secreto, es sano" confiesa para este periódico la sevillanizada nadadora olímpica Alisa Ozhogina. La natación sincronizada es un deporte exigente e inclemente. Las nadadoras pasan cientos de horas al mes en la piscina para terminar de pulir unos detalles que para colmo en estos Juegos Olímpicos quedan a merced de la aletoriedad de los jueces.
El nuevo sistema de puntuación abre la competición y la terna de candidatas, y esto para el combinado nacional del que formarán parte las dos sirenas hispalenses, considerado uno de las candidatas al metal, no le favorece.
Lo que ahora se refleja a través de los medios, donde ocupan grandes portadas como la del diario MARCA el pasado 23 de julio, fruto a la nómina de éxitos lograda en el último año y medio, es únicamente la punta del iceberg de lo que esconde un deporte que te exprime física y psicológicamente. Ambas reconocen haberse planteado su futuro de una u otra forma.
Las dudas y Sevilla pospusieron una beca en el CAR de Sant Cugat
Marina García Polo es una persona muy activa emocionalmente, tremendamente exigente en la vida, en los estudios y máxime en su deporte, y por tanto empecinada en alejarse lo más mínimo posible de la perfección en un deporte que como la gimnasia te lleva al límite. Reconoce haber sido siempre ha sido así. Fuera de la piscina y dentro, donde su carácter no varía.
Tenía 16 años cuando le ofrecieron la posibilidad de ser becada en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (Barcelona), era su penúltimo año de júnior cuando sus padres le dijeron que la Real Federación Española de Natación (RFEN) se había interesado para que ella se mudara a vivir a Barcelona. Tomar la decisión le costó muchísimo, reconoce que lo pasó mal. Decidió esperar, priorizaba terminar el bachillerato en casa, en su colegio de siempre en Sevilla y entrenar diariamente con su club.
“Pensé, si cuando termine 2º de bachillerato me quieren coger bien, sino pues no pasa nada”. Su último año de júnior lo compatibilizó desde aquí acudiendo a las concentraciones con la selección española júnior. Acertó. Entró en Farmacia. Y la federación volvió a llamar a la puerta de la nadadora nazarena para la absoluta. Hasta en las mentes más amuebladas hay turbulencias.
Vuelta a los orígenes para recuperar la ilusión por la natación sincronizada
Pese a nacer en Moscú (Rusia), Alisa Ozhogina se afincó junto a sus padres en Sevilla cuando era muy pequeña. A los 14 años pasó por un nuevo traslado en su vida. A Barcelona, al Centro de Alto Rendimiento con las mejores nadadoras de nuestro país. Aunque con 17 años no pudo más. Echaba de menos a su familia y no estaba bien consigo misma.
“Aborrecí la sincro, me fui de la selección y estuve seis meses fuera de la piscina”. Su padre aprovechó los contactos de los padres de las niñas rusas que habían conseguido gracias a las competiciones internacionales y mandó a su hija a un nuevo cambio. El tercero en un perído muy corto de tiempo y en plena adolescencia. De vuelta a la casilla de salida, de vuelta a Moscú para entrenar allí.
Los orígenes sin embargo, la volvieron a enganchar. “Entrenaba con las niñas de club más pequeñas, verlas entrenar me devolvió la ilusión”. Pudo competir de nuevo y logró medallas en todas las pruebas que hizo. Volvió a echar la beca en el CAR y en unos días competirá en sus segundos Juegos Olímpicos representando a España.
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