Con público, el drama del goleador sin gol es un suplicio
Desde mi córner
Lo de hoy con Morata es poco para lo que pudo pasarle a En-Nesyri e Iglesias a grada llena
Todo ha sido volver público al estadio para que surja algo tan incardinado en los tuétanos del aficionado como es arremeter contra el futbolista que falla con cierta frecuencia, o con mucha frecuencia. El otro día en el Metropolitano contra Portugal y antier en la Cartuja contra Suecia, el pararrayos de cuantas tempestades generaba la grada fue el mismo, el ariete madrileño Álvaro Morata por su contumacia en el yerro ante puerta.
En la situación que vive el ariete juventino juega en contra el retorno del público al estadio y lo cierto es que tenemos ejemplos muy cercanos en los que la grada vacía ha hecho de paliativo. Los errores persistían con impunidad, ya que el griterío en las cloacas sociales no son tan deprimentes como el del aficionado en plena cara y desgañitado. Y vamos a esos ejemplos que tan cerca nos cogen y que no sufrieron el duro calvario de una grada denostándolos a grito pelado.
Imaginemos a En-Nesyri y a Borja Iglesias ante unas gradas repletas que no perdonan una al que falla. ¿Cómo habría soportado el marroquí esa ira tras aquel mano a mano fallido ante Neuer que le costó al Sevilla una Supercopa de Europa? ¿Y cómo habría aguantado Borja Iglesias los denuestos de una grada cabreada ante la ausencia de los goles que parecieron comprarse a precio desorbitado? Creo que ambos casos hubieran sido sendos suplicios difíciles de superar.
No ha tenido la misma suerte Morata, que se encuentra en la picota nacional por esos goles que hay que meter y el encargado falla. Y en este caso juega en su contra la decisión de la masa de tomar partido por Gerard Moreno, el mejor goleador español del curso. Y cuando aparecen estas cuestiones, el papel del entrenador es crucial. Luis Enrique en su afán de darle confianza al futbolista puede hacerle un flaco favor y quizá lo más adecuado sea eximirle de tamaño suplicio.
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