La promesa de Romaric
El Sevilla de Marcelino ya trabaja en Costa Ballena y de él sigue formando parte el costamarfileño, de nuevo más estilizado, que rechazó su venta al fútbol turco y que pidió otra oportunidad a la entidad.
El Sevilla trabaja ya en Costa Ballena, el lugar finalmente elegido para cargar las baterías por cuarto verano consecutivo después de que el club decidiera cancelar la gira prevista en Costa Rica por no haber atendido todos los pagos la empresa promotora. Al equipo de Marcelino García Toral no le importó que el cambio se hiciese el último día y el técnico asturiano ya tiene a toda su plantilla disponible. O casi. A la espera de un delantero que complete la nómina de atacantes -con todas las miradas puestas en el mexicano Giovani dos Santos-, el primer equipo sevillista estará en Rota hasta el día 21. Sólo las ausencias de Medel y Cáceres, que disputan la Copa América, y Diego Capel, con unos días más de permiso por su participación en el Europeo sub 21 en el que quedó campeón, destacan en un grupo en el que también se hace sentir la baja, de momento, de Luis Alberto. Más por todo lo que ha rodeado a su figura en los últimos días y su negativa a firmar el contrato profesional que le ha puesto por delante el club que por otra cosa, pues el joven mediapunta gaditano, más allá de la expectación magnificada por los que siguen a la cantera, sólo ha jugado un partido de titular en Cornellà con el primer equipo en la Liga y unos minutos en la segunda mitad ante el Getafe.
Sí están aquí Alfaro, Acosta, Kone y Romaric, futbolistas con los que Marcelino en principio no cuenta y que pueden convertirse, algunos de ellos, en un problema.
Con Romaric ocurre lo de otras veces. El costamarfileño, consciente de lo que se juega y el jugoso contrato que quiere mantener a toda costa en el Sevilla, se ha presentado en la pretemporada fino, comprometido y deseando agradar al entrenador. Como otras veces, se le ha visto correr por Montequinto en solitario, y su deseo es convencer al nuevo técnico y aprovechar que Marcelino no tiene apenas efectivos en el centro del campo para hacerse fuerte en el proyecto. Calidad no le falta, pero su problema fue siempre el físico, el ritmo... Todo esto obedece a una promesa hecha al club este verano, cuando estuvo a punto de ser vendido al fútbol turco y el futbolista en una decisión propia abortó la operación. Su compañero de selección Zokora sí aceptó la oferta del Trasbzonspor, pero en su negativa prometió a Monchi ponerse las pilas, vigilar su peso como nunca y, como la temporada pasada, hacer méritos para quedarse.
Romaric ha valorado que Sevilla es una ciudad en la que se vive bien, que el Sevilla es un club que paga sin atrasos y que en su contrato figura una ficha anual de dos millones de euros. Este diario ya adelantó la semana pasada que Marcelino no iba a poder trabajar en la pretemporada con Medel, Rakitic, Guarente ni Campaña, este último en la lista previa del Europeo sub 19 y entrenándose en Las Rozas, por lo que la oportunidad de Romaric es envidiable. Ya en la pasada campaña se daba por segura su marcha en verano y sólo la falta de garantías de pago del Zaragoza impidieron a diez minutos del cierre del plazo de inscripciones que fuera cedido al club de La Romareda. Después en lo futbolístico la temporada de Romaric tuvo más oscuros que claros. Antonio Álvarez le dio su sitio y Manzano cuando llegó también, pero tuvo muy pocos partidos brillantes (en casa ante el Athletic fue su mejor día), y con la llegada de Medel y Rakitic en enero pasó al ostracismo total.
Marcelino empieza a asimilar que lo va a tener en la plantilla y a Monchi eso no le disgusta del todo porque piensa que su calidad puede brotar en cualquier momento, así que es difícil que salga porque el jugador, que ya ha rechazado una oferta, no está por la labor y el club no va a malvenderlo.
En el caso de Alfaro, el Zaragoza y otros clubes siguen esperando que el Sevilla ceda, pero las condiciones están claras, al menos 500.000 euros.
La plantilla sevillista se entrenaba a las nueve de a mañana en la ciudad deportiva y se desplazaba después al estadio, donde los jugadores dejaban los coches y se desplazaban en autobús hasta Costa Ballena, donde almorzaban a la llegada y descansaban en las habitaciones en espera de la sesión de la tarde.
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