Entre la presión y la ilusión
El Sevilla viaja a Lviv motivado por su condición de campeón pero también obligado a enmendar la insuficiente trayectoria liguera.
El triunfo en el derbi ha revitalizado a un Sevilla que necesitaba una inyección de ánimo para sacudir el marasmo liguero y afrontar con nuevos bríos el gran reto que se le presenta ahora, las semifinales de la Liga Europa. El campeón, impulsado por lo que significa ganar al eterno rival, sea cual sea la distancia clasificatoria o futbolística, viaja hoy hasta Ucrania como redivivo, pese a la carga extra que supuso tener que tirar de muchos titulares para enderezar el rumbo y no mostrar ni un síntoma más de dudas en un partido con el calado de un derbi. Salió vencedor en su apuesta Emery y hoy el Sevilla parte hacia Lviv, con un día de antelación sobre la rutina habitual, con la compensación anímica del esfuerzo físico.
El Sevilla afrontó el duelo de la máxima rivalidad con más necesidad de la esperada, debido a esa pésima racha con la que llegaba de un punto de los últimos 15. Las derrotas en el Bernabéu, ante la Real en Nervión, en Valencia y en Gijón habían dejado en el escueto empate frente al Deportivo el único botín en este tramo, el pico más bajo de la Liga. Y el entrenador sevillista se vio obligado a no reservar a ninguno de sus hombres clave para lo del jueves. El triunfo, por tanto, aminora esa carga extra para futbolistas que están llamados a repetir en el once y a los que Emery mantenía como oro en paño, con Gameiro como centro de atención en este aspecto. El francés, sin pisar a fondo, fue decisivo en su reaparición desde su lesión muscular ante el Athletic en la prórroga y parece que está en un estado óptimo para volver a ser el mascarón de proa de un Sevilla que apura en la Liga Europa sus últimas opciones de luchar por un objetivo que ya dilapidó en la Liga, la Champions. Un objetivo que el club siempre mencionó con la boca pequeña...
En esa tesitura se hallan Emery y su grupo, entre la ilusión de volver a jugar unas semifinales europeas, por tercer año consecutivo y con el cartel de bicampeón, que se dice pronto, y la presión de demostrar la calidad de una plantilla que es consciente del tremendo esfuerzo que hizo el club el verano hasta convertirla en la más cara de su historia. Porque la única manera de justificar los 90 millones de euros de costo entre nóminas y amortizaciones por traspasos es volver a formar parte de la aristocracia de la Champions. El séptimo puesto que luce ahora mismo el Sevilla, y que tiene virtualmente garantizado, es pobre bagaje para un plantel de tanto caché. Y, además, es un paso atrás respecto a la trayectoria ascendente del grupo que cogió Emery en enero de 2013, que obligaría a los ingenieros financieros del club, con el consejero Juan Luis Villanueva y el director general, José María Cruz, a la cabeza, a hacer cuentas este verano.
Con el trasfondo lejano de la final de la Copa del Rey, aparcada hasta los estertores del mes de mayo, y que no servirá para enjugar las cuentas aunque la ganase -difícil empresa-, el Sevilla de Emery respiró aliviado con el triunfo ante el Betis, que lo deja séptimo aún, pero ya con una ventaja de ocho puntos sobre su inmediato perseguidor, el Valencia. Un punto podría bastar a los blanquirrojos en Cornellà para certificar virtualmente su clasificación para la Liga Europa el curso próximo, porque aunque el goal average particular está igualado, en el general los sevillistas parten con una ventaja de cinco goles a falta de tres jornadas.
El mensaje de Emery y del vestuario sevillista es que el equipo va a seguir luchando por el quinto puesto, ya que alcanzar al Villarreal en el cuarto se antoja quimérico por la desventaja de nueve puntos, los mismos que quedan por jugarse. Matemáticamente es posible, ya que el equipo de Emery sí tiene ganado el goal average al de Marcelino, pero tendría que ganarlo todo y que éste no sumara ni un punto. Y con todo lo que se juega el Sevilla en estas dos semanas, lo lógico es tirar de prudencia.
La costumbre de ganar semifinales europeas no resta un ápice de ilusión al Sevilla, que llega con las energías justas para el tramo decisivo y que no olvida el frente liguero, como se comprobó con la alineación del derbi. Pero estas semifinales llegan con la presión añadida de no haber hecho los deberes en la Liga, afeada por la nefasta trayectoria a domicilio. El técnico sevillista tiene que recuperar en este tramo a Vitolo y Tremoulinas, los últimos en pagar con lesiones musculares el enorme cúmulo de partidos, 56 ya entre Supercopa, Champions, Liga Europa, Copa y Liga. Y debe seguir midiendo los parámetros físicos de cada jugador para cada cita. Es el pago de apurar todas las instancias en los tres frentes, aunque en la Liga, a efectos económicos, el sprint final sobra. El acelerador ya sólo será pisado en Europa y en la Copa.
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