La pócima de España para desbaratar a Francia llevaba 'bombón colorao'
Reportaje
Los Palacios y Villafranca se convirtió ayer en un lugar para disfrutarlo, el municipio de la comarca del Bajo Guadalquivir gozó con el triunfo de la selección de dos de sus tres iconos: Jesús Navas y Fabián Ruiz, ambos titulares
CRÓNICA | España es finalista y jugará por ser el rey de reyes en Europa (2-1)
Los Palacios y Villafranca/De Los Palacios y su abstrusa genuidad hay muchas líneas, se ha escrito mucho del talento y las genialidades de sus tres principales ilustres personajes a día de hoy. Aunque quizá no demasiado porque esta población agrícola y ganadera de no más de 40.000 habitantes sigue empeñada en demostrarle al mundo que son especiales. Diferentes.
Más allá de sus exquisitos tomates, en el que destaca el 'bombón colorao', gracias a que las lluvias de marzo en este municipio se permiten ciertas licencias para deparar un producto único, su curiosa manera de dirimir las disputas que surgían entre dos pueblos a los que hasta 1836 separaba una cruz de piedra que hacía las veces de tribunal, o el gracejo de su gente, a Los Palacios y Villafranca se le reconoce por el fútbol. Especialmente por -en este orden- Jesús Navas, Fabián Ruiz y Pablo Páez 'Gavi', último en unirse a esta brillantísima lista subiendo una apuesta que parecía difícil si quiera de igualar.
Es un día señalado en este municipio del Bajo Guadalquivir, sus dos encargados de enarbolar la bandera palaciega en la Eurocopa son titulares en unas semifinales de Eurocopa. Aquí Mbappé es un mindundi, pues ya le gustaría al velocísimo extremo galo acercarse a la suela de Jesús Navas. No hablo de títulos, aunque podríamos debatirlo pues el 'Pájaro Loco' ya sabía lo que era besar una Copa del Mundo cuando el parisino todavía no había aparecido ni en el videojuego del FIFA.
Quedan un par de horas para el trascendental choque ante la aletargada bestia que dirige Didier Deschamps. Se vive con tranquilidad en el municipio. Algunos han decidido sufrir y distrutar del partido desde la comodidad de sus campos, otros desde la piscina municipal donde se ha acondicionado una pantalla gigante para ver la semifinal. Decido apostar por una tercera opción, la que me da más seguridad. Un bar y su barra de aluminio.
El reformado Restaurante Hermanos Hervás (La Pachanga) es uno de los lugares más castizos de Los Palacios. Aunque hace dos años que dejaron atrás -para mí desgracia- la barra plateada tras una renovación del local, el sitio sigue teniendo su embrujo y aura única. Siempre tiene la misma clientela, aquí los camareros se dirigen a ti por tu nombre. Reconforta.
En cuartos de final contra Alemania, la expulsión de Dani Carvajal tras un lance con Jamal Musiala en el que el habitual titular lateral derecho de España expuso una novedosa técnica que mezcla secuencias del judo y del aikido obliga a De la Fuente a contar con el más veterano de los palaciegos en la convocatoria desde el inicio. En la sala no entienden las dudas sobre el último integrante de una generación que despojó de complejos a los aficionados a una selección a la que cualquier mínima barrera se le hacía inquebrantable.
A un Navas que poner el corazón en cada convocatoria con el combinado patrio le parece insuficiente, que presentó su tobillo como tributo ante la corajuda Albania, y al que este martes le tocaba postrar sus ojos verdes endulzados por el color miel para desafiar al hombre del eterno titular.
"Hablan de Mbappé, pero Navas también es ligero eh", comenta uno de esos clientes insustituibles antes de apurar su piedra de whisky. A pocos minutos del silbato inicial la retransmisión enfoca al capitán del Sevilla. El mismo protagonista anterior echa cálculos con su compadre. "El 21 de noviembre cumple 39", dice. Una chica le escucha y pregunta inocentemente a su acompañante: "¿tendrá miedo?". La respuesta que obtiene disipa cualquier duda. "A los 38 años en el fútbol no se tiene miedo".
Es momento de los himnos. Aparecen en pantalla nuestros dos protagonistas en esta historia, la gente en la taberna se enaltece. "Porque no está Gavi sino habría tres moñigueros ahí", apela el padre de una familia que acompaña a sus niños, ambos con una camiseta verdiblanca, color que predomina en la sala tras el rojo.
Las reacciones sobre Navas y Fabián no se hacen rogar. El partido empieza con un ritmo altísimo. La primera ocasión "la ha tenio er' Fabi". Minuto 4. Pocos instantes después, el padre anterior saca el móvil para presumir de una foto de uno de sus hijos pequeños con Lamine Yamal. "Fabián nos invitó a un partido de la selección en Granada y después pudimos hacernos fotos con los jugadores, su madre vino en el coche conmigo", argumenta.
Mbappé luce sin máscara pese a las recomendaciones médicas, aunque de igual modo Jesús, aquí es y será siempre llamado así, trata de 'desenmascarar' al nuevo galáctico del Real Madrid. En el primer cruce ante él demuestra que no se lo pondrá fácil. "Hasta que el pulmón le aguante", revela uno. "Mira que pesa poco, como un gorrión mojao'", suelta otro.
Llega el minuto 8. El '10' y capitán de Francia encuentra un hueco por la banda de Jesús, el único hasta ahora, y pone un centro directo a la cabeza de Kolo Muani, que sin esfuerzo estrena el marcador en el Allianz Arena de Múnich. Cinco minutos después el sevillista ve la amarilla, le puede condicionar. "¡Qué calvario va a tener, ojú!", sale de un integrante del grupo de los más frecuentes al local.
El éxtasis llega con el supergol de Lamine. 1-1. "En la cara de Rabiot", apunta un adolescente. Con el tanto de la remontada de Olmo el bullicio se apodera de cada rincón de este reformado recinto. Carlos, uno de esos asiduos, me explica que el ruido lo ponen los de siempre. Empiezo a entender lo especial de este sitio pese a estar más cerca de ser una "alúa" que un "moñiguero". Se refieren así a los primeros cuando alguien no es natural de Los Palacios, pero se ha afincado aquí. A diferencia de ellos que sí han nacido y criado aquí y se les conoce popularmente bajo el apelativo de "moñigueros".
Tras el descanso y el goteo de los minutos llegan los cambios. El primero en abandonar el césped es Jesús Navas por unas molestias en su cadera. Se escuchan aplausos. "¡Vamos a darle unas palmas que es del pueblo!", propone el padre mencionado anteriormente. En su lugar entra Dani Vivian, queda media hora. El sufrimiento se adueña del restaurante. No deja de venir gente. Para probar el cordon bleu con suave salsa de queso templado o para ver los últimos minutos del partido. Tanto monta, monta tanto.
Fabián se queda 'solo' en esta particular representación. El combinado de De la Fuente muere el campo. El encuentro ya ha entrado en ese tramo criminal en el que no avanza el reloj. Uno sufre. Pero todo acaba. España está en la final, camino de su cuarta corona continental. A Los Palacios y Villafranca le pertenecen un par de renglones.
En esta país hipocondriaco que se protege de los 'males' antes de que estos lleguen, entre Jesusito, el apósito, y Fabián, el vitamínico idóneo, La Roja estaba curada en salud. Esto en el municipio 'moñiguero' lo tenían claro. Estoy convencido, la pócima de la selección española en esta Eurocopa lleva 'bombón colorao'.
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