El parqué
Nicolás López
Sesión de pérdidas
rayo vallecano | sevilla
Visualicen los últimos partidos del Sevilla en Vallecas. Del Sevilla o de cualquier equipo, que muchas veces todas las exigencias recaen en lo propio sin ninguna curiosidad por comprobar qué tipo de fútbol se practica en tan reducido escenario.
El Sevilla necesita ganar fuera de casa, así que sería conveniente no exigir exquisiteces y dejarse de romanticismos cuando lo primero es lo primero y hay quien se rasga las vestiduras por que los de Emery no saben lo que es ganar fuera de casa. Son partidos los de Vallecas de mucho contacto, de duelos individuales, de segundas jugadas, de codos afilados y de poco balón raseado. ¿Que Paco Jémez propugna un fútbol atractivo para el espectador? Sí, con matices.
Viene todo esto a propósito porque, recordando los precedentes, puede columbrarse el postureo de cierto sector del sevillismo que se indigna muy pronto cuando no le gusta lo que ve o, mejor dicho, cuando no ve sobre el campo lo que visualiza su imaginación. Ha pasado en los dos últimos triunfos del Sevilla en este mismo escenario, una plaza en la que la historia no deja precisamente bien parados a los blancos, que sólo habían ganado al Rayo en su estadio otras dos veces más de un total de dieciséis, con ocho derrotas que deberían dar más valor a un hipotético y, por otro lado, deseado triunfo.
Aquí las tablas tienen más astillas que barniz y el equipo que quiera ganar debe adaptarse a unas condiciones un tanto especiales, tanto en lo referido a las dimesiones del terreno de juego -por ejemplo- como en la manera de jugar del rival, con sus cosas buenas y no tan buenas.
Al Sevilla lo van a puntuar en el juicio final de la tabla clasificatoria por los resultados más allá de su apariencia externa y si en ciertos campos lo que prima es remangarse el esmoquin, éste es uno de ellos. Después, la recurrente osadía de Paco Jémez puede dar lugar a ciertos agujeros negros por los que llegar más o menos rápido al objetivo. O no, porque en esto ya está todo inventado y hay quien predica con los panes escondiendo las piedras.
El Sevilla llega en la mañana de hoy al popular barrio madrileño sabiendo que necesitará buena dosis de ese carácter que es verdad que durante un tramo largo de la competición no supo exteriorizar pero que en dos buenas puestas en escena en el Calderón y en Balaídos pudo enorgullecer a su gente. Saber sufrir es también hacer fútbol de nivel y qué duda cabe que medirse en inferioridad numérica a rivales como Atlético y Celta ha debido dar a los pupilos de Emery un plus extra para que la primera victoria a domicilio esté en disposición de caer ya pronto. Otra cosa es que las exigencias externas pesen más que el compromiso de un grupo de jugadores a los que se les pide que ganen partidos cada tres días como si tal cosa, como si esto que se juega en un rectángulo de 90 x 60 como medidas mínimas fuese hacerlo en un vídeojuego sentado en un sofá.
El Sevilla ganó en sus dos últimas presencias en Vallecas sufriendo, interpretando un fútbol que para unos es desdeñable menos cuando advierten que les funciona. Puede que hasta salga un partido bonito, pero no deberá quedarse en el olvido los esfuerzos acumulados que las piernas de estos futbolistas soportan en un tramo que se acerca a los dos meses con partidos de alto nivel competitivo sin tiempo de parar y ni siquiera poder entrenar. Para algunos sólo competir y descargar es la mejor manera de preparar los partidos, pero nadie demostró científicamente que eso sea así y los profesionales de la materia ni mucho menos lo comparten.
El objetivo son los tres puntos y el camino debe ser indiferente, siempre sabiendo que a lo mejor la atrevida defensa de Jémez deja espacios ideales para Gameiro, pero a lo mejor no; que las jugadas de estrategia pueden ser un filón para un equipo que tiene a torres como Iborra, N'Zonzi, Llorente o Fazio, pero a lo mejor no; que el balón estará a lo mejor más por los aires que por el suelo, pero a lo mejor no; y que para ganar habrá que sacrificar el buen fútbol. A lo mejor sí, pero a lo mejor no.
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