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En permanente paraíso (3-1)

Liga europa · semifinales

El Sevilla accede con brillantez a su quinta final de la Europa League, tercera consecutiva, superando sin contemplaciones al Shakhtar. El Liverpool, rival en Basilea. El equipo de Emery jugará dos finales en cuatro días.

Foto: Antonio Pizarro
J. Ollero, Sevilla

05 de mayo 2016 - 20:27

El Sevilla se clasificó con gran brillantez y todo merecimiento para la final de la Europa League, donde se medirá en Basilea a un histórico entre históricos, el Liverpool, verdugo del Villarreal. El equipo de Emery no permitió que el Shakhtar soñara siquiera con la clasificación y lo superó de cabo a rabo, y ni siquiera el temporal empate puso en riesgo el pase sevillista a su quinta final de la antigua UEFA en 10 años, desde el gol de Puerta hasta el día actual. Tercer consecutiva. Espectacular se mire como se mire.

Con dos goles de delantero caro de Kevin Gameiro, un futbolista de una calidad extraordinaria que el año pasado había pasado como de puntillas entre lesiones y la figura de Bacca, el Sevilla zanjó una semifinal en la que se sintió a gusto, crecido, como invencible, y que dejó un regusto espectacular en una afición que ha entendido que todos los frentes no podían afrontarse con éxito. Los peros de la Liga son lingotes de oro en Europa. Dos finales que se celebrarán en apenas cuatro días. 18 de mayo Basilea, Liverpool; 22 de mayo Madrid, FC Barcelona. Casi nada. Único. Irrepetible. Aunque, ¿cuántas veces ha creído un éxito irrepetible el sevillismo en la última década?

Con el inevitable recuerdo a Krohn-Dehli y con Pareja, que pasó por circunstancias casi idénticas hace un año, en el banquillo, Emery apostó por el 'Coke con Mariano', con el brasileño por detrás, de manera que Vitolo ocupaba la izquierda con el reaparecido Tremoulinas. Y el Sevilla salió mordiendo y acorralando al Shakhtar, empequeñecido y sin reacción hasta el tramo final del primer tiempo, cuando obtuvo un inopinado y efímero premio. N'Zonzi fue un amo implavable en el centro del campo, Banega dio su mejor versión y Gameiro fue una maldita pesadilla para los ucranianos.

Al punto, Rakitskiy falló calamitosamente ante Gameiro camino del minuto 9 y el francés culminó ante Pyatov. El francés, llamandp claramente la atención de Deschamps para la Eurocopa, dio un recital los 82 minutos que jugó. Desmarques, combinaciones rápidas, inteligencia, espacios... y gol. Dos esta vez.

Al Sevilla le faltó, por buscarle un pero, sentenciar antes. El Shakhtar dejaba espacios pero los ataques locales no tuvieron la suficiente eficacia. Dos goles necesitaban los visitantes y parecía algo lejanísimo hasta que Marlos, otra vez Marlos, encontró a Eduardo al espacio de los centrales para que el croata batiera con clase a David Soria.

Era el 44 y, lejos de acusar el golpe, el Sevilla volvió a arrear nada más comenzar una segunda parte iniciada con la única parada de David Soria. El bofetón del Sevilla fue, además, antológico. Mariano recuperó junto al área, sacó para Banega, éste se apoyó en Coke y el capitán encontró la subida de Krychowiak, con metros para avanzar y pensar un pase wue dejó a Gameiro ante Pyatov. El francés sorteó al portero para poner el Sanchez-Pizjuán boca abajo. Casi tanto como, justo antes de la hora, Mariano enganchó un derechazo lejano imposible para Pyatov. 3-1, el trabajo hecho y Basilea en el horizonte.

El Shakhtar, inferior a lo esperado y ya con una reacción más que insuficiente, no tuvo la menor opción desde ese momento, y aunque Emery retrasó los cambios por pura precaución, la cosa parecía clara. Escudero fue el primero en entrar por un cansado Tremoulinas y los otros dos cambios resultaron ciertamente significativos de la meritocracia absoluta del técnico vasco: Iborra por Gameiro, con lo que el levantino quedaba como delantero, y Cristóforo por Banega. Tremendamente significativo, tanto del estado de Llorente como el toque a Konoplyanka, que pasó de opción principal para ser titular a no saltar ni un minuto.

Con fiesta grande en Nervión murió un partido que el sevillismo disfrutó de manera exuberante. Atestado y pleno de colorido, el estallido fue tremendo porque son ya cinco finales de la Europa League, tres consecutivas, para un Sevilla cuya gula de títulos parece no tener fin.

Basilea verá una final peculiar. Los ingleses tienen 5 Copas de Europa. El español, 4 Uefas. No será una final cualquiera. Única. Como todas. Como ninguna. Y el Sevilla sigue y sigue...

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