Un perdón al desnudo
Monchi expone con un nudo en la garganta las razones que lo llevaron a pedir su salida. "Lo que quería es tan sencillo que no me creyeron: sólo descansar", confiesa.
Un desnudo en público, un ejercicio de sinceridad, pedir perdón a gritos a media ciudad, reconocer que tiene un problema... todas esas cosas -y más- puede decirse que hizo Monchi para dar carpetazo al tema de la semana. El director general deportivo se comió a la hora del almuerzo el sapo de dar la cara, aunque fuera eligiendo la radio oficial del Sevilla, tras muchas horas de incredulidad, primero, incertidumbre y especulaciones, después, y también valoraciones públicas más osadas de la cuenta cuando se trata de una persona al mismo nivel que un trabajador.
Puede que se olvidara en algún momento que Monchi, antes que un valor de mercado, es un valor humano. El de San Fernando, cuyos quiebros en la voz constataban que lo estaba pasando mal, explicó que lo único que pretendía al pedir al Sevilla que lo dejara salir era darse un respiro, descansar y liberarse de la presión que supone ser el director deportivo de uno de los cinco clubes más laureados de Europa en la última década.
"No he conseguido lo que pretendía y estoy triste porque no he sido capaz de que me creyeran. Ésa es la pena más grande que tengo. La estrategia que utilicé no fue la buena, pero creo que era la única que podía tomar, independientemente de que desde el martes a las ocho y media de la tarde todo es historia y estoy absolutamente volcado con mi trabajo, pero con la pena de que mucha gente no me creyó", insistió en primera instancia el ex guardameta, triste y dolido por las especulaciones que afirmaban que detrás de todo había uno oferta de un club poderoso.
"Mi objetivo era demasiado sencillo y a lo mejor por eso no se lo han creído. Hace un mes, tras un año complicado que al final acabó de una manera magnífica, junto a mi entorno familiar empiezo a darme cuenta de que hay algo que no va bien dentro de mi cabeza y lo ejemplifico muy rápidamente: tras perder con Espanyol, Athletic, Granada... cuando en la Liga no nos jugábamos nada, esos días mi tristeza, mi amargamiento, mi cabreo... era mucho mayor que la alegría de ganar en Basilea. Viendo ese colapso que se forma en mi cabeza en las derrotas, reflexionándolo con mi familia, vi que era el momento de parar y de descansar un poco", argumentó un Monchi que, aparcado ya el momento, aclara que no habrá "secuelas" de esta situación en su trabajo.
Surge, eso sí, el tiempo de explicar por qué eligió el momento que eligió. "El compromiso con mi gente era que si ganábamos uno de los dos títulos iba a plantearlo. Lo pensé para el día después de las celebraciones, pero apareció otra vez la eterna duda, lo que dicen de que siempre amago y al final no me voy. Y es una vertiente mía real. Seguí trabajando con esa lucha y pensé en el fin de semana dar el paso el lunes", dijo para proseguir con ese capítulo que tanto ha dado que hablar con la operación de la hija de Castro. "El día no pudo ser peor: yo no me acordaba de que el presidente tenía algo mucho más importante que el futuro de Monchi. Ya le he pedido perdón y ahora lo hago públicamente. No elegí bien el día por ese matiz", añadió.
El ejecutivo sevillista también explicó por qué fue tan exigente en la reunión del consejo. "Porque necesito descansar, coger aire fresco y desbloquearme. Fui agresivo en cuanto a los plazos, no porque tuviera 15 equipos detrás, sino porque si no decía al consejo que no había vuelta atrás y que quería solucionarlo mañana, yo conozco a Monchi y el primero que evita que salga del Sevilla soy yo. Hubieran empezado de nuevo las dudas. La urgencia era por mí, por nada más", explicó, recordando que, analizándolo, nunca es el momento para anunciar una cosa así. "Mucha gente ha pensado qué haría Monchi siendo ellos. No me conocen y han empezado a elucubrar: que si el PSG, el Manchester, si se ha peleado con Cruz, con Castro, no le han aprobado los presupuestos... No, era mucho más sencillo: quería descansar".
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