El peligro de un mar revuelto

Empieza el baile de enero para el Sevilla. Después de haber soltado músculo el sábado ante el Celta -no demasiado, a tenor de la imagen fatigosa de la tropa de Emery-, el plan de choque ante el exigente y saturado calendario se pone en marcha este jueves en Granada. Es hora de tirar del fondo de armario, para dosificar esfuerzos y que no suceda lo que no pocas veces le ha pasado al equipo sevillista a medida que ha ido cruzando eliminatorias coperas al inicio de los últimos años: que se ha dejado puntos de oro en su discurrir paralelo en la Liga. Tacto, criterio, mano izquierda. Todo eso y más tendrá que esgrimir el entrenador vasco a partir de hoy para que el fantástico rendimiento de los fines de semana no se vea menoscabado por el goloso pastel copero.

Hoy, por lo pronto, el partido tiene un pelaje engañoso. A la diferencia de puntos en la tabla de Primera -20 puntos a favor de los sevillistas- se une la espantosa racha de los locales, que encadenan 13 partidos de Liga sin ganar. Se ha metido en tal cenagal el equipo de Caparrós que el crédito del utrerano es ínfimo: el martes, Quique Pina y el principal inversor de la entidad, Gino Pozzo, consensuaron la continuidad del técnico al menos hasta el próximo domingo, día en que La Real Sociedad asomará por Los Cármenes.

Que los rectores granadinistas hayan fijado el fin del crédito de Caparrós en el siguiente partido de Liga conlleva un mensaje implícito: lo realmente trascendente para un equipo tan atascado, que es penúltimo en la tabla a dos puntos de la salvación, es el campeonato del todos contra todos. Y ese mensaje velado hace aún más peligrosa la cita de hoy por dos motivos: el Sevilla puede saltar a la hierba pensando que el Granada querrá tirar la Copa y éste puede salir con su orgullo tan herido, tan necesitado de una alegría, que no sería de extrañar que pillara al favorito con el dedo en la nariz. La historia de la Copa, este torneo tan bello y maltratado, está trufada de cruces similares al de hoy que acaban con el gallo escaldado.

A buen seguro que Unai Emery habrá puesto énfasis en mentalizar a los suyos de que el Granada no va a regalar nada. También les habrá resaltado que después de tres semanas sin competir, hay que hilar muy fino en el plano físico para ponerse a tono ante lo que aguarda en lontananza, con esa visita a Mestalla en la Liga que podría estar incrustada en un cruce de altísimo voltaje con el propio Valencia por entrar en las semifinales coperas. Y también le habrá expuesto el entrenador a su grupo que necesita de la implicación de todos.

Y en este punto radica la clave para este enero tan repleto de cuestas y curvas. Hoy, por lo pronto, Emery va a dejar en Sevilla por mera precaución a Beto, Carriço, Tremoulinas y Bacca, cuatro titulares habituales que deben serlo el próximo domingo a mediodía en Almería. Y si Krychowiak no descansa también esta noche, es porque el polaco cumplirá el fin de semana sanción por su primer ciclo de cinco amonestaciones.

Granada se abre como una oportunidad para que se reivindiquen jugadores que piden minutos. En algunos casos, como el de Iago Aspas, de forma explícita, como captaron las cámaras de Canal Plus que enfocaron al banquillo sevillista el día del Celta. El gallego, que hizo seis goles en la eliminatoria ante el Sabadell, debe salir hoy como un tigre para cargarse de razones. Similares son los casos de Deulofeu e Iborra, que no terminan de gozar de un respaldo pleno de su entrenador. El catalán ha visto cómo Reyes le ha tomado la delantera y cómo Denis Suárez mantiene una línea más regular, y está por ver si la reflexión navideña obrará como un estímulo para revertir la situación. Y el valenciano, que no juega desde finales de octubre, apunta hoy hasta a titular. Si el fondo de armario no abriga, el Sevilla puede pasar frío esta noche a los pies de Sierra Nevada.