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Manu del Moral
Ya ha asumido que se ha convertido en el muñeco de pim, pam, pum de una afición con ganas de enfadarse con todo. Manuel del Moral Fernández (Jaén, 25-2-84) no se esconde y acepta que no está en su año más afortunado, pero también recuerda -y con razón- que es un delantero y nunca dejó de serlo. Jugar en la izquierda se le ha vuelto en contra en muchos partidos en los que ha sido objeto incluso de una crítica insana, con malas intenciones. Al sevillismo siempre le encantó buscar un futbolista al que castigar y en el que volcar sus propias frustraciones. Manu, quizá por su carácter afable y cara de bueno, es el chico perfecto.
Confirma la oferta de Inglaterra (del Swansea) que tuvo en enero, pero, para quien lo haya entendido así, desmiente que haya sido él quien la rechazara.
-Es su segundo año en el Sevilla. La pasada temporada, pese a que no goza de buen cartel, marcó diez goles entre una cosa y otra. ¿Tiene la sensación este año de que todo lo que intente le saldrá realmente mal?
-Bueno, está siendo complicado. Son los peores resultados que he tenido y ya lo he hablado en sala de prensa o cuando me han preguntado. Está siendo el año más irregular desde que soy profesional. La verdad es que todos los años he metido goles y, con el apoyo de mi gente y mis compañeros, he superado las dificultades. Ahora me está resultando más difícil.
-Es que tampoco se entiende su situación. Llegó al Sevilla como un delantero internacional, con un coste considerable (4.5 millones de euros)… Era, podía decirse, un fichaje estrella. Ahora le llueven las críticas.
-Si le soy sincero, nunca me han preocupado las críticas, pero el año pasado, siendo un buen año para mí, ya las recibía. Fue la temporada que más goles marqué en mi carrera, diez, sin tirar penaltis y sin jugar en mi verdadero puesto, o en el puesto en el que me encuentro más cómodo. Y, aun así, recibí críticas. Pues este año, que no me están saliendo las cosas como quisiera, mucho más. Esas críticas están siendo más duras y trato de buscar una explicación que no encuentro. Desde que llegué aquí me he esforzado muchísimo y trato de aportar cosas al equipo, pero la verdad es que no sé. A veces pienso que, al no conseguir el equipo sus objetivos, hay que buscar culpables y me ha tocado a mí. Algunas de esas críticas han sido desmesuradas, pero me he habituado a cargar con todas las cosas. No digo que se me trate de forma injusta, pero si ya el año pasado, haciéndolo bien, creo, se me criticaba, a lo mejor injusto sí que puede llegar a ser. No me había pasado jamás en mi carrera. Pero hay que convivir con eso y aguantar.
-Esta afición siempre ha sido así, no es una cosa nueva. ¿Cree que la ha tomado con usted?
-No me gusta hablar de la afición. Un sector a lo mejor sí la ha tomado conmigo, pero yo voy por la calle o también en el campo y me siento querido, no percibo rechazo. Pero quizá desde que se forma ese runrún en contra, sí que es cierto que al final se junta todo: las críticas, los malos resultados del equipo, y lo acabo pagando yo.
-En su defensa puede alegar que en la banda izquierda, como extremo que debe atacar y que también ha de ayudar a defender, para un delantero, y además de su estatura, no es lo mejor…
-He jugado mucho más en la izquierda que en mi puesto, de segundo punta o de primer delantero. A veces me pongo a pensar qué hubiera pasado si hubiera tenido continuidad ahí. La temporada pasada sí tuve minutos de mediapunta e incluso cuando Álvaro (Negredo) no estaba jugué ahí algunos partidos. Pero este año esa posición ni la he tocado. He jugado casi siempre en la banda, donde puedo jugar, pero no es mi sitio. Y si el año pasado hice 10 goles, en éste no he podido tener minutos. Es verdad que desde que ha llegado Emery he jugado algo ahí, pero no todo lo que un delantero quisiera.
-En el Sevilla ha tenido a Marcelino, a Emery y a Míchel. ¿Esperaba más confianza por parte de Míchel por ser el entrenador que mejor lo conocía y por la respuesta que le dio en Getafe?
-El año pasado sí jugué con él, pero en esta temporada la verdad es que no lo que esperaba. Pero al final tienes que respetar la decisión del entrenador. Si este año no jugué mucho, también hay que pensar que se producen otras circunstancias que muchas veces no puedes controlar. También fui internacional en parte gracias a la confianza que me dio en el Getafe. Y si antes no protestaba, ahora no podía pedir explicaciones.
-Hubo un partido, en el Bernabéu, en el que salió unos quince minutos, es verdad que ya con el partido roto, pero en el que parecía que se podía recuperar al mejor Manu. Al menos había esa sensación, esa esperanza...
-Sí, y la sigo teniendo. Quedan diez partidos y si ganamos el próximo en casa del Levante el equipo se puede meter ahí, y si eso sucede al final todos mejoramos. Tengo que seguir trabajando para convencer al entrenador y entrar en la dinámica del equipo. En el Bernabéu salí en mi posición y, aunque fueron pocos minutos, me salieron las cosas bien. Marqué un gol, di una asistencia a Negredo (que no acabó en gol)…, pero tengo que tener un poco más relevancia, tener otra ocasión para acumular confianza, ritmo, y eso se adquiere jugando. Y también es complicado cuando no hay una regularidad en el juego del equipo.
-Tampoco le ayuda el físico en esto. Los futbolistas altos necesitan jugar y jugar para coger la forma y no perderla.
-A mí me pasa que no me canso de jugar muchos partidos. Me ocurría en el Getafe. Mientras más juego mejor me encuentro, con más confianza, seguro de mí mismo y con más chispa. Creo que nos pasa a todos. En el fondo, todos los futbolistas somos iguales.
-¿Llegó a pensar en tirar la toalla? El mercado de invierno pudo ser una puerta de salida con una oferta suculenta y atractiva, tanto para Manu como para el club, del Swansea.
-Si le soy sincero, cuando llegó el mercado de invierno pensé que tenía que estar preparado porque no sabía dónde podía acabar, pero también que quería quedarme aquí. Era consciente de que por mí podía llegar una oferta y si el club entendía que me tenía que marchar, pues que iba a ser lo mejor para todos. Pero nunca he metido presión al club ni ellos tampoco a mí. Se ha hablado y se ha dicho de mí que yo no me quería mover de aquí, que aquí vivía muy a gusto… pero la verdad es que el club ni ha llegado a hablar conmigo de esto. Sé que hubo una oferta, pero el club decidió que no era lo mejor en ese momento.
-Además, a nadie le amarga un dulce. Era la Premier y el que lo reclamaba era Laudrup, un entrenador que ha hecho un grandísimo trabajo en Inglaterra y que conoce bien a Manu del Getafe.
-Soy consciente de que, por mis cualidades, o características, el inglés es un fútbol que creo que me podía ir bien. En Getafe siempre se hablaba de que había posibilidad de ir allí, sobre todo cuando jugábamos partidos de Liga Europa. Y además, sí, era el equipo de Laudrup, con el que tuvimos un año muy bonito en Getafe. Lo pasamos mal en la Liga porque éramos una plantilla con sus limitaciones, pero llegamos a la final de Copa y jugamos unos cuartos de final de la Liga Europa con el Bayern Múnich, una eliminatoria de la que tengo un gran recuerdo porque fue muy bonito, un sueño.
-¿Cree que le perjudicó que el club apostara por un delantero que entrara entre Negredo y Manu? Prácticamente usted desaparece de las posiciones de ataque con la llegada de Babá.
-Al final en cualquier equipo en el que juegues vas a tener no poca competencia, y en un club como el Sevilla, más. Pero yo siempre he tenido confianza en mí y los números lo dicen: he jugado doscientos y pico partidos en Primera División, soy internacional… Me ha costado mucho sacrificio llegar hasta aquí y no me puedo venir abajo por una situación nueva como la que estoy pasando. Uno madura con los obstáculos que se presentan y en ésas estoy. Tranquilo y trabajando.
-Y de Semana Santa, ¿qué?
-Voy a estar con familiares, algunos que vienen de fuera, y en la medida de lo que pueda veré algo. El año pasado no pude mucho, pero lo que vi me gustó. Vi algo de la Madrugá: sólo un poco porque había que descansar, pero vi la Esperanza de Triana y el Gran Poder.
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