Las palabras no me vienen fácilmente
Sueños esféricos
El periodismo necesita como nunca exponentes que le tomen el relevo a Javier Mérida Cidoncha
SI les hablo de la canción Words, de F.R. David, lo más probable es que se queden igual. Pero si la buscan en alguna plataforma, en sus primeros acordes la van a reconocer. Fue un exitazo de principios de los ochenta. Melódica, romántica, intimista. “Words, don’t come easy, to me...” empieza el tema. “Las palabras no me vienen fácilmente”, se podría traducir. Era la canción favorita de Javier Mérida Cidoncha, Cidi, un gran amigo que además fue mi compañero de trabajo durante 17 años, hasta que la maldita ELA se caló en sus músculos para llevárselo de este mundo este domingo tras ocho años de infierno.
A mí tampoco me vienen fácilmente las palabras, pero me gano todavía la vida con ellas y he de echarle la misma pasión que él le puso a todo en la vida, desde hacer una paella como Dios manda a ejercer aquello para lo que nació, el periodismo.
En mi primer día de prácticas en El Correo de Andalucía, finales de junio de 1990, nos citaron a todos los becarios para elegir, antes que nada, una sección preferente y antes de que el subdirector terminara de decirlo, ya saltó Javier: “¡Deportes! ¡Yo sólo quiero Deportes!”.
Y ese convencimiento lo plasmó todos y cada uno de los días en los que compartimos redacción. No voy a atravesar este rincón para defender que Javier era una persona modélica. Como todos, tenía sus defectos y a veces sus maneras eran demasiado bruscas. Incluso se pasó de frenada en alguna opinión y por ello pagó.
Pero si de algo estoy convencido, es de que tuve la inmensa fortuna de ser su amigo, como el periodismo la tuvo de tener la firma “Javier Mérida” durante más de tres décadas. Hoy, más que nunca, hacen falta profesionales como él, que se crucen y le roben el balón a los del clickbait y la información banal. Su amistad era adictiva, auténtica, pegadiza. Como Words. No ha sido fácil, pero al final me vinieron las palabras.
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