"A mi padre le queda todavía mucho carrete"
José María del Nido Carrasco
El hijo del presidente, que cumple 5 años en el consejo, destaca su gran fortaleza en el momento que atraviesa · Sueña con ser un día el segundo Del Nido al mando del club.
El subconsciente le puede. Pasa del "nuestro presidente" oficial y aprendido a la naturalidad de "mi padre" cuando se refiere a José María del Nido Benavente, con quien comparte muchas más cosas que nombre de pila y el primer apellido. El hijo del presidente cumple en diciembre cinco años en el consejo, con voz y voto como vicesecratario, y en torno a su figura hay muchas preguntas, todas ellas quizá relacionadas con el futuro.
-Su padre da mucho juego en las entrevistas…
-Nuestro presidente tiene la cualidad de saber mandar mensajes que siempre tienen mucho calado. Yo sólo soy un aprendiz.
-Me corrige y se refiere a "nuestro presidente", no a "mi padre".
-Tengo que intentar diferenciar las tres posturas. Mi padre es compañero del despacho en el que trabajo, mi padre es mi padre y mi padre en el consejo es el presidente. Aunque la gente de cara al exterior entienda o suponga que en el trato conmigo como hijo varía mucho en las formas en temas de trabajo, no es así. Es el presidente y me exige independientemente de que sea su hijo, su sobrino o lo que sea.
-¿Es su primera entrevista?
-Sí. Es la primera para un medio escrito y además tan importante como Diario de Sevilla.
-Si es así, para probar si su fortaleza se asemeja a la del presidente, convendrá variar el guión habitual del género, que suele empezar con preguntas de tanteo. Directamente vamos a la parte dura. ¿Cómo lleva la situación judicial que vive?
-Mire, yo soy abogado, tengo conocimiento sobre el caso y jurídicamente no tiene fundamento. Yo estoy tranquilo y convencido de que no hay otra opción que la absolución, pero como hijo que soy es normal que toda situación desagradable de un ser querido no me guste.
-De cara al exterior se ve igual de fuerte que siempre. ¿Y en casa?
-Mi padre, aunque parezca que no, es muy fuerte. La gente se pregunta ¿cómo es posible que no le afecte? Pero es que es así, es que no es una careta. Mi padre es una persona nacida para aguantar la presión, la soporta de una manera espectacular y es muy raro que una situación le provoque un cambio de ánimo o de carácter. Lo veo muy tranquilo, igual que siempre y con muchas ganas. No le he notado ningún cambio substancial durante este periodo transitorio y desagradable que le ha tocado vivir.
-Se ha escuchado y se ha escrito que usted podía ser el próximo presidente del Sevilla según un plan diseñado en el caso de que el final judicial se pusiera en lo peor.
-Cuando lo he escuchado he sonreído porque el domingo (la entevista se hizo el viernes 21) cumplo 33 años, soy un crío y entiendo que a mi padre, nuestro presidente, le quedan muchos años de mandato porque tiene una vitalidad sobrehumana. Estamos convencidos de que todo va a salir bien y que va a seguir al frente muchísimos años. Le queda mucho carrete.
-Lo cual no quita para que, con los años, por lógica sucesoria de los títulos de su familia, tenga el sueño de ser presidente del Sevilla.
-Ésa es la pregunta que siempre me hacen. Es normal que yo tenga muchas ilusiones relacionadas con el fútbol y una de ellas es llegar algún día a ser presidente del Sevilla, pero no me lo marco en el tiempo porque, volvemos a lo mismo, veo a mi padre con muchísima vitalidad. Es muy joven y yo también. Pero en un futuro, claro... me encantaría.
-¿Están comprando acciones?
-Eso lo llevan diciendo mucho tiempo, pero mi padre nunca me ha dicho nada y lo habría hecho. Que yo sepa no, pero desde que Sevillistas de Nervión tomó las riendas hay una estabilidad accionarial en la sociedad que antes no existía.
-Usted se relaciona con el hijo de Gil, el hijo de Roig… ¿El fútbol se hereda?
-Yo creo que sí y un ejemplo es nuestro consejo de administración. Hay muchos consejeros que son hijos de… Manolo Vizcaíno, José María Cruz, Óscar Cisneros, Luis Cuervas, que acaba de salir, Santiago Balbontín, Luis Carrión, yo… El sevillismo se hereda y se mama. Y estar en contacto con personas de tu familia vinculadas a los órganos rectores de un sentimiento tan arraigado como pueda ser el sevillismo o el propio fútbol, te hace que lo vivas más cerca y con ese interés de imitar a tu padre.
-En este caso, su padre ha sido bastante sensible con eso.
-Nuestro presidente siempre ha dicho que hay que recordar la historia y tener en cuenta el pasado para vivir el presente y mirar el futuro. Ser hijo de alguien vinculado al club durante 25 o más años significa que está predispuesto a sentir y a saber lo que es ser consejero. Después está la validez, el que no vale se cambia y ya está, pero siempre es una tranquilidad que las zagas familiares con intención de hacerlo se sigan perpetuando en el tiempo y sigan gobernando el Sevilla.
-¿Dónde se ha formado?
-Estudié en los Padres Blancos, en Santo Tomás de Aquino, la carrera de Derecho en Madrid y diversos cursos y másters.
-¿El fútbol debería tener una formación académica específica?
-Ya hay muchos másters en gestión de entidades deportivas. Antes de las sociedades anónimas, los clubes se regentaban de una manera muy distinta. He participado en cursos de arbitraje deportivo, del TAC, de resoluciones a nivel europeo, de conflictos entre clubes, temas de derecho concursal por la modificación de la ley que entra en vigor en enero… Hoy está muy profesionalizado, porque es una auténtica empresa y vivimos en una sociedad abocada a la especialización. Antes un abogado era un abogado. Hoy está especializado en derecho penal o concursal…
-¿Qué ha aprendido en 5 años?
-A veces no llego a valorar la suerte que tengo de tener al lado a uno de los mejores abogados, no sé si de España, pero sí de Sevilla, como es mi padre. Ser aprendiz de un grandísimo presidente, no vamos a entrar en si es el mejor o no, o del elenco de ejecutivos que hay en la casa.
-¿Ve a su padre como el mejor presidente de la historia del Sevilla?
-Objetivamente, y por estadísticas, lo es. Si hablo subjetivamente voy a decir igual porque es mi padre. De lo que yo he vivido no tiene punto de comparación con otro a nivel de números y de títulos logrados.
-¿Cómo es en casa?
-No tiene una careta y es igual de exigente. Es igual de serio, pocas veces se relaja, hay momentos en los que le gusta divertirse, pero pocos. Pero es una persona cercana, con la que se pueda hablar y que te sabe dar tu sitio. Te valora, sabe imponer cosas, pero te escucha.
-¿Exigente?
-¡Buff! Aprieta las tuercas una barbaridad. En los estudios, en todo. Racanearle media hora para llegar más tarde un sábado... Negociar con él es muy complicado.
-¿Lo ha visto llorar?
-Sí, lo he visto llorar. Muy pocas veces, pero lo he visto llorar. Se puso muy triste por ejemplo el día del descenso administrativo o en momentos personales, cuando murió mi tío Juan, o su tío Juan. Aunque es una persona fuerte de carácter y muy fría, también tiene corazón.
-¿El apellido pesa o ayuda?
-Tiene sus pros y sus contras. Todo lo que yo hago, lo ha hecho antes mi padre. Entro en un juzgado y anuncian "el abogado de tal, de la defensa o de la ocusación. José María del Nido Carrasco" y escucho los chismorreos de los magistrados: "Mira, a ver si es como su padre". En el fútbol, igual. Y como además el listón lo tiene puesto muy alto... me dicen "a ver si algún día llegas a ser como tu padre".
-¿Se siente en una permanente comparación?
-Yo eso dejé ya de planteármelo porque no me llevaba a nada. Iba a estar todo el día intentado saltar un muro con el que me iba a estar chocando continuamente. Ha habido momentos en mi vida en los que sí, que quieres ser como tu padre. Pero yo soy como soy y tendré algunas virtudes que él no tiene y al revés.
-¿Cuáles?
-No sé, quizá cuestiones personales. Me considero más cercano, más cariñoso que mi padre.
-Algunos como Monchi, Cruz... han dicho que se irían si él lo dejara.
-No concibo un Sevilla sin él como presidente. Si mi padre se fuera, me iría con él porque, además, hizo que yo fuera consejero. Vamos a disfrutrar de muchos años de este grandioso y magnífico presidente que tenemos y yo me sigo viendo ahí. Mi futuro no lo sé, pero si él se fuera, lo normal es que me fuera con él.
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