El niño pudo con el héroe
Marcelo Campanal, brillante actor de la batalla en Estambul de 1954, recuerda las malas artes que sufrió España · Una mano inocente la dejó fuera del Mundial de Suiza
Por lo que por poco se matan veintidós futbolistas en el campo lo solucionó un niño de 14 años con los ojos vendados. Ni Kubala, ni Venancio, ni Pasieguito... Franco Gemma, un niño italiano, fue el que decidió la historia en el palco del Olímpico de Roma. Una decisión salomónica de la FIFA -claramente en las antípodas de lo que hoy conocemos en cuanto a justicia- que dejó a España fuera del Mundial de Suiza 1954.
No había otra forma de desequilibrar el partido de desempate aquel 17 de marzo después de que turcos y españoles hubieran ganado un encuentro cada uno. Por entonces no valía más un 4-1 -el de Chamartín- que un 1-0. "El niño a lo mejor tenía dos papeletas con el nombre de Turquía. Cualquiera sabe. Luego ellos lo invitaron y le hicieron regalos". Quien así habla es Marcelino Vaquero González del Río, Campanal II, un avilesino que fue llamado el héroe de la batalla de Estambul, donde los españoles se encontraron con una encerrona en toda regla.
El ex jugador del Sevilla aún no da crédito a lo que allí vivió. Igual que aún no entiende por qué no dejaron jugar a Kubala en el partido de desempate. "Nos enteramos en el vestuario, ya vestidos de corto. Llegó un papel que después nadie supo quién lo mandaba". Se refiere Campanal a un telegrama supuestamente de la FIFA a instancias de la Federación Húngara que recomendaba no alinear a Kubala por irregularidades con su ficha. Malas artes en los despachos y sobre el terreno de juego, donde el bravo defensa se erigió en el máximo exponente de la furia española en el segundo partido, el que se jugó en Turquía. "Aquello fue una batalla campal, pero yo no me arrugué. Ellos dieron, sí, pero yo también. Cada vez que había un córner caían al suelo como cuatro o cinco de los nuestros. Yo estaba tocado, pero aguanté el tipo. Si jugué una vez con una pierna rota... Aquel día el árbitro tenía que haber expulsado a los once turcos y a mí", explica el asturiano, que con 77 años luce un perfecto estado mental y físico coronado hace sólo un mes y medio al proclamarse en Zaragoza dos veces campeón de España de atletismo en categoría de más de 75. "En peso y en salto de longitud, pero son ya más de 70 títulos nacionales y 200 de Asturias".
Marcelo Campanal era como futbolista en activo un portento físico. Compaginaba el fútbol con el atletismo y trasladaba a sus funciones como defensa sus envidiables cualidades atléticas. En aquella célebre eliminatoria contaba con 22 años y la prensa de la época lo encumbró como el héroe nacional. "En el aeropuerto, de vuelta, me aplaudieron y me ovacionaron y la verdad es que no me arrugué". Desde luego, no se quedan cortas las crónicas. El saldo de aquel choque fue cinco lesionados, varios tocados y un desempate en campo neutral que dejó de ser tal cuando llegó la sorpresa de Kubala, lo que propició la titularidad de Pasieguito.
Marcó para España Arteche, remontaron los turcos, pero Escudero, a quien le anularon también un gol por unas manos más que dudosas, forzó una prórroga. Después llegó el episodio de aquel niño romano que marcó negativamente la historia del fútbol español con una venda en los ojos. Desde el campo, dolorido y con una en el tobillo, lloraba Marcelo Campanal.
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